Trinca infernal
La población de Veracruz (8 millones de habitantes) merecen un premio colectivo, quizá la medalla Adolfo Ruiz Cortines del año entrante, porque está canijo vivir, haber vivido, bajo el régimen de Javier Duarte y Miguel íngel Yunes Linares y cohabitar con Cuitláhuac García.
Se entendería a partir, por ejemplo, de que Veracruz es una nación de locos... de cara al Golfo de México.
Luis Velázquez
O a que la costra social se ha vuelto tan grande que ya ni en cuenta y se consideraría una maldición tener y soportar a los gobernadores que hemos tenido.
Incluso, el ciudadano desearía tener la mejor imagen de cada uno de ellos, pero cuesta mucho, demasiado, excesivo trabajo, como por ejemplo, pregunta a uno que otro ciudadano que enmarcaran unas diez cositas que el trío habría dejado como parte del bienestar social.
Es más, si se preguntara la diferencia entre el presente y el pasado inmediato ni con un microscopio se aventuraría una característica.
El góber de MORENA, por ejemplo, alardea de la llamada “honestidad valiente”, pero luego enseguida chorrea sangre de la boca, pues nadie cree en sus golpes de pecho con tanto nepotismo, y la compra de patrullas policiacas y de medicinas por dedazo y la asignación de casi el 60 por ciento de la obra pública a empresas foráneas en detrimento de las empresas locales, la mayoría, tronadas, y con el desempleo y el subempleo encima.
Igual que en la Rusia de José Stalin, todos los políticos de Veracruz (el trío de gobernadores y sus elites) se la pasan hablando peste de los antecesores sin dejar “un títere con cabeza”.
La diferencia, sin embargo, sería, digamos, que ahora la población tiene y padece más, mucho más miedo, además de un desempleo desgarrador, cada vez creciente, al grado de que decenas, cientos de familia están migrando de Veracruz buscando y soñando con la tierra prometida.
Peor tantito, si se considera que muchas familias han migrado a Estados Unidos y Canadá, aun cuando también hay quienes, igual que los migrantes de ífrica pasando por Veracruz camino a EU, miran a Europa como destino familiar.
MIELES DEL PODER
Durante un periodo constitucional de 6 años, caso Duarte, y dos años, caso Yunes Linares, y el año que va del góber de AMLO, los medios la pasaron citando su nombre todos los días en sus páginas a cambio de convenios jugosos, y otros, ahora, soñando con ser mirados desde el palacio de Xalapa.
Y con tanto incienso resulta lógico que el hombre más sereno, reposado, maduro, cauto y prudente enloquezca un día.
Y más, cuando alrededor tiene un ejército de aduladores buscando su simpatía y favores, incluidas sus barbies, aquellas mujeres que como afirmaba Henry Kissinger, el poderoso secretario de Estado de Estados Unidos, les encanta y fascina el poder y estar lo más cerca posible del político encumbrado.
Y con los halagos, ningún político, salvo excepciones excepcionales, resiste las mieles del poder y pierden el piso.
Y se vuelven soberbios y petulantes, engreídos y mesiánicos. Y caen en el desorden neurológico. Y el sexenio y el bienio transfieren en una pesadilla para la población.
Y por eso mismo está canijo haber vivido bajo el régimen de Duarte y Yunes, y ahora, con el góber de AMLO.
LA POBLACIÓN HA GANADO INDULGENCIAS
Hay ciudadanos, por ejemplo, que suelen preguntarse o se les pregunta la primera impresión que causan el trío anterior.
De Javier Duarte, su panza y sus ojos coléricos, inmortalizados, por siempre, en la portada del libro del escritor y reportero, Noé Zavaleta, “El infierno de Duarte, crónicas de un sexenio fatídico”.
De Yunes Linares, sus ojos de loco.
Y de Cuitláhuac, la panza, la calva y las canas creciendo, ya tan pronto, en tierra fértil, con apenas un año del sexenio.
Y si vamos hacia atrás, considerando los 78 gobernadores que han ocupado la silla embrujada del palacio de Xalapa, entonces, y de acuerdo con el politólogo Ramón Benítez, hay, salvo percepciones ajenas, un par de figuras sagradas.
La primera, Fernando Gutiérrez Barrios, y la segunda, Fernando López Arias, el par de mandatarios más respetados y respetables en la historia local.
Uno y otro electrizaban con su mirada y presencia. Quizá, digamos, porque ambos operaron en el México turbulento de la guerra sucia del siglo pasado.
Gutiérrez Barrios, en el movimiento estudiantil del 68 y la feroz persecución de los guerrilleros de Guerrero, Genaro Rojos y Lucio Cabañas.
Y López Arias, procurador General de la República con el presidente Adolfo López Mateos, cuando encarcelaron a varios líderes sociales, entre otros, Demetrio Vallejos y David Alfaro Siqueiros, pero también cuando enfrentara la famosa huelga de los médicos del Seguro Social.
Así, los dos Fernando gobernaron Veracruz con una trayectoria donde la mano firme, dura, sistemática, opresiva y represiva se imponía.
Pero, bueno, los días y noches de Veracruz con Duarte, Yunes y Cuitláhuac han dejado el siguiente resultado espeluznante, entre otros, como son 4 mil 500 desaparecidos según la numeralia oficial.
Además, Veracruz, hoy, en el primer lugar nacional de feminicidios y secuestros.
La heroicidad de la población jarocha bien merece la medalla Adolfo Ruiz Cortines, aun cuando ya ganó suficientes indulgencias para entrar al reino de los cielos padeciendo a la trinca infernal.