Denuncia penal como coleccionista inmobiliaria de acuerdo con la relatoría del empresario Arturo Castagné Couturier.
La fama pública del maltrato a los subalternos.
Mientras Castagné ha documentado y hasta con escrituras públicas sus bienes materiales ella revira (y también parte de su equipo) que se trata de acoso porque es mujer.
El operativo en las cañerías de que la expriista Anilú Ingram Vallines cabildea en la Ciudad de México y con los medios “amigos” madrazos periodísticos en contra del candidato a gobernador del Frente Opositor (Oved Contreras).
Y la soberbia y el desdén y el menosprecio a quienes son sus adversarios, como fue el caso el sábado 27 de abril, minutos antes de las seis de la tarde, hora del debate, cuando dejó con la mano tendida a su adversario Pepe Yunes Zorrilla.
Por el contrario, el besito en la mejilla a Polito Deschamps, candidato del senador Dante Delgado Rannauro a la jefatura del Poder Ejecutivo estatal.
La fama pública de que la zacatecana enfrenta 37 (treinta y siete) denuncias en la FGR y que ni siquiera, vaya, Donald Trump en Estados Unidos.
Hasta ahora, la única respuesta de Nahle es la siguiente: Llamar “mentiroso, ignorante y cínico” a Yunes Zorrilla.
De hecho y derecho, la reina de los adjetivos calificativos en respuesta a las denuncias concretas y específicas.
La soberbia, en su más alto decibel.
El estilo personal de ejercer el poder que, si ganara en las urnas, implementará durante seis años en Veracruz.
Y en contra de los disidentes, opositores, adversarios, enemigos y críticos.
Casi casi como preguntaba el actor y presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, a los periodistas: “¿Estás conmigo o estás contra mí”?
Es la hechura de AMLO, el presidente.
Suficiente ya hemos tenido durante cinco años y seis meses que van caminando con Cuitláhuac García Jiménez.
Frívolo y vanidoso en el extremo superior de la naturaleza humana.
Durante el sexenio que se va aproximando al final, demostrando Cuitláhuac con hechos sus prioridades:
Salsero, huapanguero, danzonero, chicharronero, camaronero, bolichero, beisbolista y jaranero a partir del trascendido de que Claudia Sheinbaum toca la jarana… desde niña.
Y en contraparte, Veracruz, campeón nacional en feminicidios, secuestros, extorsiones y fosas clandestinas.
Además, bicampeón en desaparecidos.
Y en desaparición forzada.
Y ni se diga el terrible y espantoso desempleo, subempleo, salarios pichurrientos y la migración creciente a Estados Unidos buscando mujeres y hombres un empleo digno y retribuido con justicia laboral.
Indicativa y significativa la tolerancia y la protección de López Obrador a Cuitláhuac.
Y sin duda, a Nahle, su candidata.
Incluso, la orden de Cuitláhuac a su incondicional líder legislativo, Juan Javier Gómez Cazarín, para modificar la Constitución Política de Veracruz y favorecer a la zacatecana como candidata a la gubernatura.
El Veracruz que vendría con MORENA repitiendo en el poder sexenal…

II (El rey de los epítetos)
Con todo, de igual modo existe un rey de los adjetivos calificativos.
Ante las neuronas limitadas para encontrar razones de peso y con peso, Gómez Cazarín, también conocido como “El carón” (Oved Contreras), aquel que obsequió (y por Dedazo, tráfico de influencias y nepotismo puro) la presidencia municipal de Hueyapan de Ocampo a su señor padre, es el rey de los epítetos.
Por ejemplo, la descripción que hace del candidato del Frente Opositor a gobernador, Pepe Yunes.
“Mentiroso, misógino y clasista. Corrupto. Cobarde. Calumniador. Y traidor” (La Jornada, página dos, domingo 28 de abril, un día después del debate del trío de aspirantes a ocupar la silla embrujada del palacio de Xalapa).
Digamos, y como asienta el proverbio popular, “dime como hablas, cómo te expresas, dime tus argumentos, y te diré quién eres”.
Un lenguaje, claro, a tono con un vendedor de automóviles en abonos, aunque también existen vendedores con un lenguaje culto, preparado, leído, apegado a los derechos humanos.
Pero ni hablar, en una jornada electoral la competencia está en proferir el mayor número de balandronadas.