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Escenarios
Sábado 23 agosto, 2014

El góber en el ring

•Con todos pelea
•“Yo soy el Estado”

I

Nunca ha existido en Veracruz un gobernador tan controvertido y polémico como Javier Duarte (JD).
Algunos ejemplos:
Caso carteles: JD asegurando que los malandros ya se fueron de Veracruz, en tanto el fuego cruzado, los muertos, los secuestrados, los desaparecidos, los ejecutados y las fosas clandestinas se multiplican como el hongo, la humedad y los conejos.

Luis Velázquez

Caso los reporteros y fotógrafos asesinados: por un lado, Veracruz trascendido en el mundo como “el peor rincón para el ejercicio periodí­stico”, y por el otro, JD, diciendo que Veracruz será, primero, una potencia económica mundial; luego, una potencia turí­stica mundial y, por lo pronto, la reina del turismo de aventura en América Latina.

Caso Maryjose Gamboa: una pelea a muerte entre los egos de Fidel Herrera, Javier Duarte, Luis íngel Bravo Contreras y Miguel íngel Yunes Linares. Más que un problema de jurisprudencia, una contienda de ególatras. Todos, utilizando a la reportera y directora del Instituto de la Mujer.

Caso desaparecidos: por un lado, marchas de padres de familia, parientes y amigos de las personas secuestradas y, en contra parte, el procurador de Justicia cumpliendo órdenes superiores, rechazando que en Veracruz hay desaparecidos, pues en el caso de los hombres están refugiados en granjas alcohólicas curándose la enfermedad y ,en el caso de las mujeres, huyeron con sus novios.

Caso deuda pública: algunos académicos, empresarios y partidos polí­ticos asegurando que la deuda es de más de cien mil millones de pesos, mientras la secretarí­a de Finanzas y Planeación se mantiene firme en que son 38 mil millones.

Caso Miguel íngel Yunes Linares: desde hace 20 años, Fidel Herrera y Yunes viven atrapados en sus odios y resentimientos. Ahora, Duarte tomó partido y se puso del lado del “Tí­o”, su tlatoani, su hacedor, su padre putativo, incluso. Compró pleito, y ni hablar, “el que se lleva se aguanta”.

Caso inseguridad: Veracruz, en el descrédito nacional. Y, sin El gobierno de Javier Duarte tomó posesión y desde entonces creyó que se trepaba a un ring para pelearse con todos embargo, mientras Duarte ya lleva un trí­o de procuradores (Reynaldo Escobar, Felipe Amadeo Flores y Bravo Contreras), mantiene a toda costa al coronel Arturo Bermúdez en la Secretarí­a de Seguridad Pública, cuando, está claro, el secre hace daño a su gobierno. Le resta y merma autoridad polí­tica, ética, moral, social y policiaca.

Caso los migrantes: el sacerdote José Alejandro Solalinde Guerra, fray Tomás y el activista Rubén Figueroa han sostenido de manera reiterada que Veracruz es la peor entidad federativa de la república para el paso de migrantes de América Central camino a Estados Unidos y, no obstante, nunca, jamás, Duarte ha expresado su voluntad polí­tica para desatorar tal coyuntura.
Una sola vez recibió a Solalinde en palacio de gobierno; pero como dijo el cura rebelde “solo fue para la foto”.

Caso los 56 funcionarios cesados y enrocados: en tresaños con casi nueve meses ha despedido a más de 50 secretarios, subsecretarios y directores. Nunca, jamás, ha rendido cuentas. Le vale. Pareciera así­ que maneja el gobierno de Veracruz como si una gigantesca hacienda porfirista.

II

Es decir, pareciera que el gobernador asumió el poder con una formación polí­tica errónea, creyendo, por ejemplo, que se trepaba al ring, donde en un costado estaba él con su equipo, y el otro, sus enemigos y adversarios.

“Yo soy el Estado” dirí­a repitiendo a Luis XIV; pero al mismo tiempo, esperando la sumisión de los demás, los contribuyentes.
Y como de pronto quizá tuvo conciencia de que en Veracruz, como en el mundo, hay pluralidad, entonces se irritó y terminó declarando la guerra a los incómodos, los disidentes, los indeseables, los inconformes, los contestatarios.

El gobierno de Veracruz, pues, ha terminado trepado en el ring de manera permanente.

Y su actitud se ha vuelto una pesadilla para la ciudadaní­a porque la bipolaridad, la volubilidad, el repentino cambio de actitudes y posiciones y decisiones, el resentimiento y el deseo irrefrenable de venganza y castigo, se han adueñado de “Los niños infieles”.

Pero además, con otro ingrediente explosivo: como llegaron al poder polí­tico sin pasar por la sabia experiencia de una cadena de derrotas, se volvieron intolerantes, creyéndose paridos por los dioses, sintiendo que los demás se las deben y ay de algún contestatario. En automático lo declaran enemigo.

El más peligroso de todos se llama Fidel Herrera, quien se cree el Plutarquito Elí­as Calles del siglo XXI en Veracruz, y está obsesionado con su Maximato, imponiendo a los gobernadores de aquí­ hasta el penúltimo minuto de su muerte.

Ya puso a Duarte. Ahora quiere imponer al sucesor de Duarte y de ahí­ hasta que la muerte se lo impida.

Por eso, si Lázaro Cárdenas del Rí­o exilió a Elí­as Calles para cortar por lo sano, sólo queda esperar que en Veracruz aparezca un Lázaro Cárdenas para enviar a Fidel a las islas Fidji, allá donde José López Portillo soñó con enviar a Luis Echeverrí­a ílvarez.


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