Luego, Felícitas Soto Mateos, empleada del Instituto de la Policía Auxiliar y Protección Patrimonial, se plantó en la plaza Lerdo de cara al palacio de gobierno de Xalapa exhibiendo la cartulina.
Y esperando audiencia, primero, y ser escuchada, segundo, y tercero, justicia.
Simplemente, justicia.
Y es que en la 4T de Veracruz están aplicando la misma, digamos, política laboral en contra de los trabajadores que ya estaban en el gobierno cuando las tribus de MORENA tomaron por asalto el palacio.
Y lo tomaron porque llegaron “con la guillotina desenvainada”, bien afiladita, para aplicar “la aburridora” a todos sin excepción con el único objetivo de arrinconarlos y obligarlos a renunciar, ajá, de manera obligatoria.
En el caso de Felícitas Soto, los siguientes indicadores:
Uno:
Le redujeron la gratificación mensual.
Dos:
Sus jefes lanzaron una campañita de acoso laboral en contra de ella y su hija.
Tres:
Con antigüedad de treinta años y a punto del retiro (le faltan dos años) fue trasladada por órdenes superiores de Xalapa a Boca del Río.
Cuatro:
Su hija, Joselyn Castillo Soto, también fue reinstalada en las oficinas en Boca del Río.
Cinco:
Solicitó audiencia en tiempo y forma al comisionado del IPAX, Héctor Manuel Riveros Hernández, pero nunca fue atendida.
Demasiada chamba, quizá.
Seis:
“Ignoro el cambio. No me despidieron. Me mandaron con mi hija a Boca del Río. Yo pido que no me cambien. Llevo muchos años trabajando”.
Siete:
Quedó claro y manifiesto que el Señor Comisionado necesitaba el espacio, la plaza, para la maestra Patricia Ponce, y quien solía impartir clases a Héctor Manuel Riveros Hernández.
Ocho:
“Yo soy diabética desde el año 2005. Mi esposo falleció hace año y medio por COVID. Mi economía no me favorece”.
Nueve:
Los operadores del Comisionado para achicarle la compensación fueron Carolina Hernández Hernández y Míriam Landa Rivera de Recursos Humanos.
Diez:
“El Comisionado nos tiene odios a las dos. A mi hija y a mí. Y desconocemos los motivos”.
Once:
“A las jóvenes nos la mueven. Les pagan bien. Pero a nosotros que ya estamos viejos nos cambian”. (La Jornada-Veracruz)

CAPATACES DE HACIENDA PORFIRISTA

Al comisionado del IPAX, Héctor Manuel Riveros, le valen la dignidad y la libertad y los derechos humanos de la población trabajadora.
Habría llegado al poder sexenal (ya vamos en el quinto año) lleno de los mismos oscuros de otros jefes tribales guinda y marrón.
Es decir, lleno de soberbia y altivez.
Engreimiento y petulancia.
Dueño que se creerá y sentirá del destino individual y colectivo de los demás.
Enviado por algún Ser Superior para salvar la tierra.
“Aquí mando yo”.
Se ignora si cuatro días después de la protesta de la señora Felícitas Soto Mateos en la plaza Lerdo de Xalapa el góber habría ordenado la audiencia.
Y/o en todo caso le habrá recibido en audiencia.
Y/o mejor dicho, si habría sido ya, ya, ya, reinstalada de acuerdo con sus derechos laborales y antigüedad.
Lamentable, terrible error, es, y sería que el Comisionado encolerizó y le valió la protesta social y refundió más a Soto Mateos.
En la 4T, por desgracias, por capaces de eso y más.
Actúan en el cargo público como si fueran capataces de una hacienda porfirista.