“Aquí mando yo”
Los Fiscales Regionales de Veracruz, anexos y conexos, incluidas las secretarias, están “con los nervios de punta”. El estrés, en su decibel más alto. La Fiscal General tuvo una ocurrencia. Orden, así nomás, de pronto, revelación camino a Damasco, integrar el Archivo General de la Fiscalía, digamos, como el Archivo General del Estado.
Y lo peor, “de un día para otro”.
Luis Velázquez
Es decir, integrar todas y cada una de las carpetas de investigación de norte a sur y de este a oeste del estado de Veracruz para concentrarse en las oficinas de Xalapa.
Y así, quizá, quizá, quizá tener “más que los pelos de la burra en la mano, la burra completa”, ajá, para procurar la justicia de una manera rápida y expedita.
¡Hosanna, hosanna!
A primera vista, bien podría tratarse de una ocurrencia genial, pues al momento, cada Fiscalía Regional tiene un archivo monstruoso de carpetas, sin clasificarse, sin ordenarse, digamos, como quien busca “una aguja en un pajar”.
Y como son miles de expedientes, miles de kilos de papel, entonces, la locura total para cumplir “al pie de la letra”.
Según las versiones, el secretario General de Gobierno, lo sugirió.
Okey. Pero al mismo tiempo, resulta tarea titánica pues cada Fiscal ha de cumplir con las tareas básicas, como es la aplicación de la justicia para evitar, entre otras cositas, la imagen fatídica de la impunidad en un Veracruz ensangrentado, corriendo pólvora y sangre, huesos y cadáveres, por todos lados.
Pero como se trata de orden superior, ni hablar. Un estrés más en el tiempo del COVID y cuya resultante solo en Veracruz significa más de 5 mil muertos.
Un Archivo General de la Fiscalía, como los de cualquier otra institución, ha de integrarse poco a poco, pian pianito.
Pero como la filosofía de ejercer el poder de la Fiscal está resumida en tres palabras, “Aquí mando yo”, la tarea bien puede multiplicarse para el director jurídico de la Fiscalía, Manuel Fernández Olivares, el jefe máximo a quien con cariño llaman el “Cartel del Pámpano”, para sonar y resonar las órdenes y lograr el objetivo.
MONTAÑA DE PENDIENTES
Muchos, excesivos, demasiados pendientes hay en la Fiscalía General.
Uno, el tiradero de cadáveres que implican la captura de los homicidas físicos e intelectuales. Más, mucho más, los intelectuales que ordenan los crímenes.
Dos, un Veracruz campeón en el ranking nacional de los feminicidios para detener a los asesinos físicos e intelectuales.
Tres, un Veracruz en el primer lugar nacional de secuestros, un oleaje de inseguridad, incertidumbre y zozobra que necesita frenarse y frenarse únicamente a partir de la detención de los plagiarios.
Cuatro, un Veracruz en el primer lugar nacional en extorsiones, muchas, muchísimas cometidas desde los penales, los capos operando con sus celulares.
Cinco, el crimen de políticos, líderes partidistas y sindicales, activistas sociales, niños, ancianos, jóvenes y reporteros, todos en la impunidad.
Seis, los expedientes relacionados con delitos comunes y que entre otras cositas significa los robos a casas habitación, los atracos en comercios y bancos, los robos de automóviles y hasta de trailers y carros de carga en las carreteras, y asaltos a los autobuses de pasajeros, la mayoría, quizá el cien por ciento, en la impunidad.
Siete, agilizar los miles de casos inconclusos para dictaminar la sentencia.
Y por encima de los pendientes, caray, la orden para integrar el Archivo General de la Fiscalía resulta insólito, inverosímil, inaudito.
Más, con tantas protestas de los abogados por el tortuguismo burocrático con que caminan las cosas.
La Fiscal General perdió el bosque y se detuvo en el árbol. Mira la vida desde la planta baja en vez desde la azotea.
EL VERACRUZ TRUCULENTO
Una de las palabras miles de veces repetida y gritoneada en Veracruz en los últimos 24 meses es justicia.
Justicia… claman los familiares de las personas asesinadas.
Justicia… demandan los familiares de las personas desaparecidas.
Justicia… exigen los familiares de los ejecutados en marchas, plantones, declaraciones mediáticas, foros, conferencias.
Justicia… piden los veinte Colectivos de Veracruz, integrados con madres y padres con hijos y familiares desaparecidos, secuestrados, torturados, ultrajados en casos de mujeres, y arrojados sus cadáveres en la vía pública, en calles y avenidas, a los ríos para flotar aguas abajo, en pozos artesianos de agua dados de baja.
Justicia… por los niños y las mujeres asesinados en el Veracruz sombrío, sórdido y truculento que vivimos y padecimos.
Y en contraparte, la Fiscal General, engolosinada con su gran descubrimiento institucional de que la dependencia necesita, ajá, un Archivo General para estar, digamos, a la altura del Archivo General de la Nación.
Ni hablar, es el alcance de sus neuronas. La altura y la alteza de miras para cumplir con la tarea básica y fundamental de procurar justicia.
Impuesta por dedazo, sabe que tiene un ángel de la guarda que la blinda y la protege y por más y más pataleos de los Fiscales Regionales, allá ellos con sus berrinches porque ella está bien con Dios, y estando a todo dar con el jefe, los ángeles y querubines pueden patalear.