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Sábado 02 mayo, 2020

Premio Nobel de Justicia

Con todo y que “en el mar la vida es más sabrosa” y de que los jarochos tienen fama de vivir “de panza al sol” tirados en la hamaca de cara al Golfo de México, la ciudad de Veracruz ocupa el primer lugar, quizá nacional, en hacerse justicia por mano propia.
El único camino que resta en el tiradero de cadáveres, Veracruz, primer lugar nacional en secuestros y feminicidios a que nos ha llevado el sexenio guinda y marrón.

Luis Velázquez

Cierto, en Soledad Atzompa cuando detuvieron, lincharon y prendieron fuego a un sexteto de secuestradores de profesores, su especialidad, inauguraron la justicia por mano propia, olfateando la impunidad que vendrí­a como eje rector de la izquierda.
Pero contabilizando las ocasiones cuando los jarochos, aquellos que tomaron las armas, los palos y las piedras para defender al paí­s ante la invasión norteamericana, han detenido, sin linchar, a ladrones y pillos, el Premio Nobel de la Justicia para acabar con la Impunidad bien se merece.
Y más ahora cuando Veracruz está cumpliendo 500 años de haberse ungido como el primer Ayuntamiento fundado en tierra firme en América Latina.
El martes 21 de abril, por cierto fecha histórica, memorable, imborrable, inolvidable y citable, un asaltante fue detenido, sometido a golpes y amarrado en un poste de concreto de energí­a en la colonia Netzahualcóyotl, caray, entre la calle Benito Juárez, uno de los 5 héroes patrios de Amlove, y la calle Huitzilopochtli, el dios de la guerra, el dios hambriento de doncellas y quienes, todas ví­rgenes, eran sacrificadas en una orgí­a de sangre, pero sin sexo.
El ladrón amenazó con un cuchillo a una vecina con 8 meses de embarazo, pero los vecinos llegaron a tiempo.
En la foto publicada en la portada policiaca de Notiver, el malandro aparece amarrado al poste, madreado en la cara y la nariz, ante la mirada curiosa de los vecinos, sobre todo, mujeres, mujeres solidarias.
Incluso, las mujeres con el celular en la mano tomando la foto histórica, quizá, para dar seguimiento si quedaba internado en los separos y sometido a proceso penal y sentenciado.

ESTATUA AL JAROCHO DESCONOCIDO
Una vez más queda claro como dijera el presidente municipal de Xalapa. Solo resta cuidarnos entre sí­.
En otras latitudes geográficas, y desde antes, tal cual han decidido.
Guardias comunitarias, autodefensas, comités de barrio, vigilancia diaria y nocturna de los vecinos turnándose, contratación de policí­as privados y de escoltas, etcétera, se han multiplicado de norte a sur y de este a oeste, quizá, con un bajo perfil, sin alcanzar la bravura jarocha, bajo el lema universal de “hoy por mí­ y mañana (que es hoy mismo) por ti”.
La solidaridad humana, en su más alto decibel.
Y con la bravura por delante.
En 1879, 9 jarochos levantaron la mano en contra de la reelección de Porfirio Dí­az Mori. El dictador fue informado y rebotó un telegrama a su compadre y general, gobernador de Veracruz, Luis Mier y Terán, con orden fulminante:
“¡Mátalos en caliente!”, y sin averiguar. Y los mataron por la espalda y el tiro de gracia.
Semanas después, Mier y Terán caminó en alguna calle de la ciudad de Veracruz y una mujer, con un niño menor de edad tomado de la mano, lo detuvo, y dijo al hijo:
“¡Mira, conoce al asesino de tu padre!”.
Fue la venganza de una madre de familia, viuda, con un hijo huérfano, contra el porfirista aquel, cuando, caray, lo de menos era que lo hubiera cazado con un tiro por la espalda.
Fue prudente. Prudente también la población jarocha que en los meses que corren han detenido a un montón de ladronzuelos en sus colonias populares y asestado madriza fenomenal, y desnudado en unos casos, y amarrado a los postes de concreto de energí­a eléctrica y avisado, muy decentes, a la policí­a, confiando en la justicia.
Veracruz es un tiradero de cadáveres. Y aun cuando en la versión oficial aseguran que los homicidios y asaltos van a la baja, la realidad real documenta otros hechos, otras pillerí­as, otro caos y desorden vivido y padecido.
Allá la autoridad. Pero mientras, los activistas y ongs bien podrí­an conjuntar esfuerzos y gestiones para levantar una estatua en algún lugar céntrico de la ciudad al Jarocho Desconocido, el jarocho bravo que ha salido en defensa del bienestar social y colectivo, soñando con el paraí­so terrenal, “la noche tibia y callada” ideada por Agustí­n Lara.

NADIE ESTí EXENTO
Mucho se duda que “haciéndose justicia por mano propia” los dí­as, las noches, cambien. Ellos hacen la lucha, imaginando un mundo mejor, una sociedad mejor, dí­as con sol y tranquilidad y en paz.
Lo importante, sin embargo, está en exaltar la gran solidaridad nacida y crecida en tierra fértil ante la incapacidad del aparato gubernamental para garantizar la seguridad, sea policí­a municipal o estatal, Fuerza Civil o Guardia Nacional.
Nadie está a salvo. Nadie puede festinar que libró el infierno. Nadie está exento de un asalto en la esquina o en la mañana haciendo ejercicio en el bulevar o en el potrero llano, el cuadro de béisbol, la cancha deportiva, en la colonia popular.
Y ante el principio de Peter de la autoridad solo resta cuidarse unos a otros, seguros de que el mal seguirá germinando, pero acaso bien pudieran salvarse vidas y bienes, y lo más importante, un ratito de tranquilidad. Un oasis en el desierto.


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