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Expediente 2024
Sábado 01 febrero, 2020

Una mujer en peligro

Estremece la nota de AVC. La señora Alicia B. B., esposa del reportero Pedro Tamayo Rosas, asesinado en el año 2016 en Tierra Blanca, ella trabajadora de la información, está amenazada de muerte.
Por ahora, todo indica, ninguna pista tiene sobre la autorí­a. Desde luego, quizá la sospecha, la intuye, la huele, la olfatea, la calibra.
Y más luego de que fuera privada de su libertad, golpeada y amenazada con un solo objetivo, como es dejar de pedir justicia para su familia.

Luis Velázquez

Incluso, y porque un hijo suyo está detenido acusado de malas amistades.
El sábado once de enero, ella se desplazaba en su vehí­culo en Tierra Blanca y fue interceptada, digamos, por unos malandros.
La bajaron de su unidad. La obligaron a subir a la camioneta de los sicarios con violencia. Se la llevaron con rumbo desconocido. La humillaron en el trayecto. La golpearon. Y fueron concretos y especí­ficos.
-Olví­date de los asesinos de tu esposo y de tus hijos Pedro y Adrián Tamayo.
3 años y meses después, la pesadilla sigue.
Nunca, por ejemplo, un detenido por el crimen de su esposo ocurrido frente a su casa donde tení­an un changarro de hamburguesas que el mismo Pedro Tamayo preparaba para nivelar el ingreso familiar, pues, y como se sabe, los salarios de los reporteros, fotógrafos, camarógrafos y editores son de hambre, miserables, en la mayor parte de las empresas.
El cadáver de Pedro quedó tirado en la ví­a pública.
Y desde entonces, el expediente penal “durmiendo el perpetuo y eterno sueño de los justos”, por ahí­, archivado en el mundo burocrático de la Fiscalí­a.
Un Fiscal, el último, con Javier Duarte. Luis íngel Bravo Contreras.
Otro Fiscal, con Miguel íngel Yunes Linares, Jorge Wí­nckler Ortiz.
Y otra Fiscal (la primera mujer), Verónica Hernández, con el góber jarocho de AMLO.
Y el crimen, impune. Simple y llanamente, impune. Y de ñapa, el infierno que vive y padece la viuda, la señora Alicia B. B.

HIJOS HUÉRFANOS
Diecinueve trabajadores de la información fueron asesinados en el sexenio de Javier Duarte. Más tres colegas desaparecidos.
Uno de ellos, una mujer, decapitada. Otros, cercenados y pozoleados. Otros, sepultados en fosas clandestinas. Incluso, en un caso, los malandros obligaron al reportero sureño a cavar su propia fosa y luego, lo acribillaron.
5 reporteros más fueron ejecutados en los dos años de Miguel íngel Yunes Linares.
Y uno más, con MORENA en la silla embrujada, trono imperial y faraónico del palacio de Xalapa.
Y aun cuando muchos crí­menes fueron atraí­dos por la Fiscalí­a General de la República, antes PGR, continúan en el limbo.
Por eso, nadie quisiera que la esposa de Pedro Tamayo sufriera un ataque de caspa fatí­dico, aun cuando ya es demasiado con el secuestro y amenazas de que ha sido objeto.
Más todaví­a:
Nadie, absolutamente nadie ha efectuado un estudio sociológico para conocer la situación económica y social en que viven los familiares de los reporteros y fotógrafos asesinados ni menos, mucho menos, un estudio sicológico para conocer la salud mental de los familiares, sobre todo, de los niños huérfanos.
Y más, si se considera que se habla de los derechos humanos de personas afectadas por la ola de violencia desbordada, fuera de control, en Veracruz desde el sexenio de Patricio Chirinos Calero cuando Carlos Salinas era presidente de la república.
Cierto, la mayor parte de los asesinatos de trabajadores de la información sucedió en otro tiempo polí­tico.
Pero al mismo tiempo, y más allá de las dinastí­as polí­ticas en el trono, se trata de crí­menes pendientes de esclarecer, tarea de la Fiscalí­a.
Sabrán los parientes la calidad de vida que llevan las viudas y los hijos de los reporteros ejecutados.
Pero sin tener una bolita de cristal dura y terrible será, considerando el salario de hambre de los reporteros.

VERACRUZ ADOLORIDO
La esposa de Pedro Tamayo continúa soñando con la justicia para su esposo e hijos.
Y se trata de un pendiente de la Fiscalí­a que por oficio, hasta esclarecer el misterio, está obligada a llevar el caso y agotar posibilidades.
Pero como Veracruz es un tiradero de cadáveres…
Y está en el primer lugar nacional en feminicidios y secuestros…
Y el gobierno de MORENA se la pasa festinando que el í­ndice de violencia va a la baja “y estamos contentos, muy contentos”…
Y el secretario de Seguridad Pública celebra que los homicidios están disminuyendo…
Y también el secretario General de Gobierno, entonces, la esposa de Tamayo está luchando contra los molinos de viento, encarnados, entre otros, y además, por los carteles, o en todo caso, el cartel de la región de Tierra Blanca y que se extiende en la Cuenca del Papaloapan.
Por eso, y como “sigue pisando callos”, el secuestro de que fue objeto el sábado once de enero y las amenazas de muerte.
La denuncia la formuló ella misma. Y ahí­ está, en la cancha pública. Y si la señora Alicia B. B., sufriera un ataque de caspa, o en todo caso, una agresión peor, entonces, manifiesta quedará la indolencia oficial.
Ningún ciudadano quisiera una cruz más en el panteón. Y todo, por exigir justicia en un Veracruz demasiado adolorido y flagelado en sus derechos humanos.


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