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Viernes 07 septiembre, 2018

Trata de personas

Además del tsunami de feminicidios en Veracruz, una vez más, en la cancha social, la trata de mujeres. Antes, aún hoy, para el tráfico sexual. También para la explotación laboral.
El asunto ha sido puesto en el carril por la académica e investigadora de la Universidad Veracruzana, Rosí­o Cordova Plaza, esposa, por cierto, del presidente municipal de Xalapa, militante de MORENA, Hipólito Rodrí­guez.

Luis Velázquez

La mismita que meses anteriores ofreció una rueda de prensa sobre el asesinato de mujeres y fue citada por agentes de la Fiscalí­a General y que de cualquier manera sigue armando la bitácora de los dí­as y las noches sórdidas y siniestras para la población femenina.
Ahora, profundiza. Y recuerda, por ejemplo, que Veracruz “es un estado muy conflictivo en términos de violencia”, entre otras cositas, porque hacia el norte limita con Tamaulipas, la entidad federativa donde los malandros ejecutan a candidatos a gobernador, y en el sur, con Oaxaca, la puerta de entrada de los migrantes de América Central al territorio nacional.
En su mirada estadí­stica, el tsunami de violencia es insólitamente fatí­dico. Tan sólo este año, treinta y nueve mujeres asesinadas, además de las mujeres desaparecidas en la trata de personas.

“CASI TODOS LOS CíRTELES EN VERACRUZ”

En la penúltima semana de agosto, la profe Rosí­o Cordova apretó su botón nuclear sobre el tráfico de mujeres en Veracruz involucrando a la delincuencia organizada.
Y una semana después, el comisionado nacional de Seguridad Pública, Renato Sales Heredia, platicó con el semanario Proceso y amplió la negra radiografí­a del paí­s, encendiendo los focos rojos en Veracruz.
Por ejemplo, dijo que la región de Tijuana, los carteles siguen disputando la plaza, y en donde los hermanos Arellano Félix pactaron con el Cartel Jalisco Nueva Generación.
La otra gran disputa se ubica con el Cartel del Pací­fico.
En Tamaulipas, dijo, “está la Vieja Escuela, una escisión de Los Zetas y el Cártel del Golfo.
En Guerrero, donde también incursiona el CJNG, Los Ardillos y los Rojos dominan el mercado de la amapola”.
Y a Veracruz, precisó, “se lo disputan casi todos los cárteles”.
El rí­o de sangre y el valle de la muerte.
La disputa de los barones de la droga por la jugosa plaza jarocha que incluye la autopista de sur a norte del paí­s, tres puertos marí­timos para embarcar y descargar droga de otras latitudes del mundo, pistas clandestinas y la alianza de polí­ticos, jefes policiacos y policí­as con todos ellos.
En medio, una población doliente y ensangrentada que sigue aportando a las ví­ctimas.
Entre ellas, desde jóvenes reclutados para operar como halcones y sicarios hasta mujeres para la explotación laboral y la explotación sexual, de igual modo como las mujeres migrantes de América Central apenas, apenitas ingresan al territorio mexicano.
La investigadora Rosí­o Cordova, en el corazón del sufrimiento y el dolor humano.
Peor tantito si se considera que el duartazgo terminó en la peor impunidad del mundo y que a la yunicidad le restan menos de tres meses y todo sigue igualito al sexenio anterior.

SANGRIENTA HERENCIA

Enrique Peña Nieto deja “una herencia sangrienta” en derechos humanos. “Legado desastroso” intituló Proceso 2018 a un reportaje de Gloria Leticia Dí­az.
Y si el Peñismo tuvo su Ayotzinapa, el duartismo tuvo su Colinas de Santa Fe, su Gibrán, su DJ Patas, su Fernanda Rubí­ y los 5 jóvenes originarios de Playa Vicente y levantados por ocho policí­as quienes los entregaron a los malandros y los desaparecieron.
Y si Ayotzinapa es todaví­a una afrenta para el gobierno saliente, la desaparición forzada de Tierra Blanca, Veracruz, acontecida en el sexenio anterior, también lo es, y más, por la impunidad aún galopante.
Y si Peña Nieto recibió de Felipe Calderón un registro de 22 mil personas desaparecidas, el Peñismo lo dejará con más de 37 mil desaparecidos.
En tanto, de Javier Duarte a la fecha, la estadí­stica es demoledora en Veracruz, pues el Solecito de la señora Lucí­a Dí­az Genao habla de treinta mil desaparecidos, la diputada Marijose Gamboa la reduje a quince mil y la Fiscalí­a a 3 mil quinientos.
La lista es más elevada si se consideran los feminicidios y las mujeres secuestradas y desaparecidas para la trata de blanca y la explotación laboral.
Lo enmarca la investigadora Rosí­o Cordova desde la impunidad y las omisiones de la procuración de justicia en el caso de las mujeres reportadas como desaparecidas.

LOS INTOCABLES DE VERACRUZ

Lo peor del asunto es lo siguiente:
Las ONG protestan por la trata de mujeres.
Unas académicas de la Universidad Veracruzana están integradas y denuncian la bitácora de la muerte y la impunidad.
Los Colectivos (diecisiete en total) también llevan la bitácora de la violencia y siguen buscando a los suyos.
ONG de otras latitudes del continente son solidarias con ellos y les apoyan en varias acciones.
El Solecito continúa organizando tianguis, bazares y venta de antojitos en tiempo turí­stico para avenirse de recursos y seguir su búsqueda en los terrenos con presuntas fosas clandestinas.
La prensa local, nacional y extranjera les da espacios.
El Solecito es premiado en el extranjero por su noble y heroica labor.
Y por desgracia, todo sigue igual o peor, porque entre más tiempo pasa y más denuncias se multiplican, la autoridad responde con el menosprecio y el desdén y con la negligencia y la indiferencia.
Y, en contraparte, la trata de personas sigue fuera de control como un tsunami con traficantes crecidos al castigo, pues saben, están seguros, ciertos, de que casi casi son intocables.


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