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Viernes 24 agosto, 2018

El hombre nuevo

Desde hace 54 dí­as, AMLO y Cuitláhuac Garcí­a se la pasan anunciando el nacimiento del hombre nuevo. Las mujeres y hombres que vivirán en el paraí­so terrenal. Nadie sabe, claro, cómo será el dí­a anunciado. Y preguntar un perfil es tanto como insistir si todaví­a hay en el mundo dinosaurios, por ejemplo.
Muchos caminos hay para alcanzar el cielo. Pero de igual manera, para terminar en el infierno.

Luis Velázquez

Jesucristo, Carlos Marx, Federico Engels, Lenin, Trostky, León Tolstói, Tomás Moro, José Vasconcelos, Emiliano Zapata, Pancho Villa, Benito Juárez, Francisco Ignacio Madero, Lázaro Cárdenas y Carlos Pellicer, entre otros, predicaron, mejor dicho, profetizaron la creación del hombre nuevo.
Y murieron en el intento, aun cuando otros bien podrí­an decir que fracasaron.
En otros tiempos, el cristianismo con Jesús, el socialismo con Ernesto ”˜El che”™ Guevara, la izquierda delirante, se miró como la gran posibilidad humana para el advenimiento del dí­a del hombre, el hombre nuevo.
Y el hombre nuevo es aquel, por ejemplo, que será feliz, totalmente feliz en el paraí­so terrenal, teniendo lo básico para vivir.
Es decir, empleo seguro y estable y pagado con justicia laboral. Salud para la familia. Educación para los hijos. Seguridad en el diario vivir. Procuración de justicia. Expectativas para mejorar.
Es, claro, el paraí­so anunciado desde hace casi dos meses por AMLO y Cuitláhuac.
Bien dice el viejito del pueblo. Cada 6 años, el paí­s, y Veracruz, por añadidura, se inventan y reinventan.
Y cada seis años, el mismo fracaso social, y al mismo tiempo, otra vez la misma historia repetida.
Así­, y por ejemplo, 75 gobernadores han pasado por la silla embrujada del palacio principal de gobierno de Xalapa.
Cuitláhuac Garcí­a será el número 76. Y la misma cantaleta.

75 GOBERNADORES DESPUÉS…

La historia es lacónica. Luego de 75 jefes del Poder Estatal de Veracruz, 6 de cada 8 millones de habitantes están en la miseria, la pobreza, la jodidez, el desempleo, el subempleo y los salarios de hambre y mezquinos.
Y si después de 75 gobernadores estamos como estamos, resulta difí­cil creer, así­ nomás, porque lo están predicando, en que con AMLO en la presidencia de la república y Cuitláhuac en el trono imperial y faraónico como jefe máximo de la vida pública, todos seremos felices.
Un indí­gena, por ejemplo, de alguna de las 8 regiones indí­genas de Veracruz, hijo de un indí­gena, nieto de un indí­gena, tataranieto de un indí­gena, indí­genas en la jodidez total, será un iluso si cree que con las nuevas elites en el poder público, la terrible y espantosa desigualdad económica, social, educativa, de salud y de seguridad acabará por completo.
Y si algún indí­gena cree, entonces, caray, sólo quedarí­a reproducir el primer párrafo con que León Tolstói inicia su novela estelar, Anna Karénina, publicada en 1877:
“Todas las familias felices se parecen, pero cada familia infeliz lo es a su manera”.
Nadie con tanto liderazgo social y moral como Marx, Lenin, El ché, Juárez, Madero y Lázaro Cárdenas, soñaron con el hombre nuevo y jamás se acercaron a la posibilidad, y acaso, quizá, quizá, quizá, habrí­an cambiado el destino social de un pueblo, una rancherí­a, una comunidad, porque el paí­s es un pueblo pródigo en recursos naturales, pero habitado por gente jodida.
Y, en contraparte, cada seis años aparecen nuevos ricos, más fortunas familiares, y la mayorí­a quedan en la impunidad.
Jean-Jacques Rousseau lo escribió en “El contrato social”, en 1762:
“El hombre ha nacido libre y en todas partes se halla encadenado”.
Marcelo Montiel Montiel, el cacique sureño, cuya fortuna personal sus amigos calculan en dos mil millones de pesos luego de sus cargos priistas, lo resume así­:
“Los pobres son pobres… porque quieren”.

UN PUEBLO JODIDO

En 1824, Guadalupe Victoria juramentó como el primer gobernador de Veracruz. Eran años convulsos, en que antes fue perseguido por las fuerzas del virrey Juan Ruiz de Apodaca, y huyendo en las selvas de Veracruz, comiendo hierbas, animales y frutas para sobrevivir, abandonado por su ejército, muchos años después, a los 56 años, murió en 1843 de epilepsia en la vieja fortaleza de Perote.
Y con tanta adversidad encima, Guadalupe Victoria sabí­a tanto del dolor social de la población como de la ingratitud y la soledad.
Y por eso mismo, la población de entonces (como la de ahora) miró en Victoria la posibilidad de la redención humana.
Pero Veracruz siguió igual y ni siquiera, vaya, mejoró cuando Guadalupe Victoria se convirtió en presidente de la república, inaugurando así­ la historia de otros ex gobernadores como Antonio
López de Santa Anna, Miguel Alemán Valdés y Adolfo Ruiz Cortines, de llegar a la jefatura máxima del Poder Ejecutivo Federal.
Veracruz es un pueblo jodido. Rico, cierto, en recursos naturales. Pero con doscientas familias dueñas de más del 60 por ciento de la fortuna estatal. Y lo peor, con la mayorí­a de empleos pagados con salarios de hambre, mezquinos como les llamaba Carlos Marx.
Por eso, cuando AMLO y Cuitláhuac cacarean el advenimiento del hombre nuevo pareciera que están hablando del regreso de los dinosaurios.
Es decir, puro chorizo.
¡Ay de los jarochos que les crean!
Nada más populismo barato y ramplón como el actor Sergio Mayer, legislador federal electo por MORENA, repitiendo la frasecita de moda en la cancha polí­tica:
“Por el bien de México… voy a cambiar el paí­s”.


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