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Lunes 02 julio, 2018

El desafí­o

Hay gobernador virtual. Cada 6 años, la esperanza social se inflama. Pero luego de 75 mandatarios en Veracruz y con 6 de los 8 millones de habitantes en la pobreza, la miseria y la jodidez, en el largo y extenso túnel social... ninguna lucecita.
Un lugar común es retratar una catástrofe económica, educativa, de salud y seguridad, pero ya lo decí­a Andrés Gide, “como nadie hace caso es necesario repetirlo”.

Luis Velázquez

Bastarí­a referir lo siguiente:
En la última encuesta Veracruz fue ubicado en el cuarto lugar nacional de pobreza, después (serí­a paradójico que los rebasáramos) de Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Tlaxcala e Hidalgo.
Absurdo: todos los dí­as medio millón de personas solo hacen dos comidas al dí­a dada la precariedad milenaria y tradicional.
Del 58 por ciento de la pobreza en la penúltima encuesta del Inegi ahora la tierra jarocha alcanza el 62.2% por ciento.
El investigador y académico de la Universidad Veracruzana, Alberto Olvera, retrata el escenario con 6 palabras:
“Un desastre social y corrupción rampante”.
Y si el paí­s ocupa el primer lugar de corrupción polí­tica en América Latina y uno de los primeros lugares mundiales, Veracruz canta muy bien las rancheras.
Javier Duarte, claro, fue canonizado como el polí­tico más corrupto en la historia nacional, pero al mismo tiempo, sus antecesores también lo fueron.
Ninguna generación polí­tica ha podido “amarrar las manos” a los polí­ticos pillos y ladrones.
Y por añadidura, la población está atrapada y sin salida en la muerte de la esperanza, la muerte de la ilusión, la muerte de la utopí­a.
Nada, absolutamente nada indica que con el gobernador virtual la vida social cambie si se considera que 75 gobernadores han repetido las mismas promesas y estamos peor.

EL DESASTRE SOCIAL

La desigualdad social estremeció a Alejandro de Humboldt en 1800 cuando desembarcara en Veracruz para escudriñar el paí­s.
Veracruz fue el espejo de la disparidad social y económica entre pobres y ricos.
Desde entonces, desde antes mejor dicho, los jinetes del Apocalipsis son los mismos, aun cuando más recrudecidos.
Pobreza, miseria, jodidez, desempleo, subempleo, salarios mezquinos, baja calidad educativa, peor calidad de salud y siniestra inseguridad y procuración de justicia.
Lo peor: los carteles y cartelitos adueñados de la vida cotidiana, al grado de cobrar el llamado “derecho de piso” hasta las señoras con puestos de fritangas en la ví­a pública.
El desastre social como dice el maestro Alberto Olvera.
Tal es el desafí­o de quien será ungido el gobernador número 76 en la historia local.
Un Veracruz rico y pródigo en recursos naturales como durante muchos años fue el discurso priista, pero habitado por gente pobre.
Uno de cada tres jefes de familia lleva el itacate y la torta a casa con el puesto de antojitos (picadas, gordas, empanadas, tamales, tacos y refrescos de cola) en la calle.
Cientos, miles quizá de hombres (y hasta mujeres) cooptados por los malandros para ganar el dinero fácil con todo y los riesgos de cada dí­a.
Un millón de paisanos en Estados Unidos como migrantes ilegales.
Según la investigadora Patricia Ponce, Veracruz en el primer lugar nacional en la producción y exportación de trabajadoras sexuales, tanto mujeres como hombres.
Salarios mezquinos en la mayor parte de los empleos y que orillan a muchas cosas ilí­citas, y más cuando en casa hay cinco, seis, siete hijos cada uno sentado en la mesa extendiendo las manos para tomar una tortilla, un pancito, un vaso con leche, un platito de frijoles o de arroz.
El gran fracaso de la polí­tica económica en Veracruz y en el paí­s pegando en el corazón social por encima de todos los otros pendientes sociales, pues nada más terrible un pueblo con hambre y con niños de las regiones indí­genas, por ejemplo, dormidos en el salón de clases por la anemia y la desnutrición milenaria.

TENER FE EN LOS POLíTICOS, AJí

En el otro lado de la cancha social está la corrupción polí­tica.
Javier Duarte y treinta y cuatro polí­ticos, jefes policiacos y policí­as del sexenio anterior están presos acusados de desví­o de recursos y desaparición forzada, el delito de lesa humanidad siempre vigente.
Pero… en las últimas semanas fue puesto en el carril la corrupción yunista con el presidente del CDE del PAN, Pepe Mancha, de puntero.
Y mientras el dirigente azul se escondió como los pavorreales lanzó al ruedo polí­tico y mediático a sus lobistas Julen Rementerí­a del Puerto, ex secretario de Infraestructura y Obra Pública, y a su diputado local, He Man Sergio Hernández Hernández, para denunciar, ajá, una guerra sucia en su contra por el tiempo electoral vivido.
Pero, además, y en la lógica de Julen, alardeando la legalidad absoluta de Pepe Mancha con el derecho total a tener (y usufructuar) compañí­as constructoras.
Otra cosita, sin embargo (Julen lo olvidó ex profeso) es el tráfico de influencias con un gobierno panista, y más, luego de destapar al primogénito “como la única carta fuerte para la candidatura a gobernador” e imponer, por dedazo, a su esposa como diputada local pluri.
Hace 499 años Moctezuma II envió monedas de oro y veinte doncellas, todas ví­rgenes, a Hernán Cortes cuando desembarcara en las playas de Chalchihuecan, expresando así­ uno de los primeros imborrables actos de corrupción polí­tica y nada indica que con el virtual gobernador, el destino social de la población de Veracruz cambie en automático.
En cada sexenio la pobreza, la miseria y la jodidez se multiplica, en tanto aparecen nuevos ricos con fortunas familiares.
Y lo peor, todos en la impunidad.
Bendiciones, sin embargo, para todos quienes crean y sigan teniendo fe en los polí­ticos.


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