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Miércoles 17 diciembre, 2014

En el ojo del huracán

Una vez más, el nombre de Veracruz está en el ojo del huracán.
El Banco Nacional de Datos e Información sobre Casos de Violencia contra las Mujeres, BANAVIM, ha dado a conocer su balance, y las entidades federativas donde más violentan sus derechos son las siguientes:

Luis Velázquez

En primer lugar, Veracruz. En segundo, el Distrito Federal. En tercero, Campeche, y en cuarto, Chiapas.

“Los estados, dice BANAVIM, no están cumpliendo con su deber de proteger a las mujeres ví­ctimas de violencia”.

Y más, como en el caso de la tierra jarocha, donde la directora del Instituto de la Mujer, Edda Arrez, declaró al procurador de Justicia, Luis íngel Bravo Contreras, como un tipo misógino (quizá porque está enamorado de sí­ mismo), luego de rechazar que existieran desaparecidas, porque todas se habí­an fugado con el amante.

Se ignora, pues faltó el detalle, si tal violencia contra la población femenina se ubique en Veracruz, digamos, en las regiones obreras, campesinas e indí­genas, aun cuando, claro, tampoco resulta una excepción el territorio urbano.

Pero cuando se habla de violencia también se incluye, entre otros tópicos, el abandono familiar, donde las ocho regiones étnicas locales mantienen el ranking, pues dada la migración de los hombres a la frontera norte y Estados Unidos, en el otro lado inician una nueva aventura amorosa y terminan por quemar sus naves en Veracruz dejando a la esposa con hijos en el desamparo.

BANAVIM de igual manera incluye en su reporte los feminicidios, y por supuesto, los llamados “feminicidios í­ntimos”, para referirse a los perpetrados por las parejas y ex parejas de las mujeres, incluso, y en algunos casos, hasta los hijos malosos.

Y, bueno, en el feminicidio, ya se sabe, el estado de México con Eruviel ívila conserva el primer lugar desde el sexenio de Enrique Peña Nieto.

Veracruz, en contraparte, también está en la lista, aun cuando a partir de la opacidad de la secretarí­a de Seguridad Pública y la Procuradurí­a de Justicia, la estadí­stica frí­a y real se oculta.

En todo caso, bastarí­a dar seguimiento a la prensa escrita para registrar la adversa y cruda realidad de las mujeres secuestradas, desaparecidas y asesinadas aquí­, entre nosotros.

Por eso, el Observatorio Nacional del Feminicidio ha concluido que ni al gobierno federal y tampoco a los gobernadores “interesa proteger el derecho de las mujeres a la vida”.

Y más como en el caso de Veracruz cuando Felipe Calderón era presidente y Fidel Herrera el góber fogoso y gozoso, en que la anciana de la sierra de Zongolica, doña Ernestina Ascensio Rosario, fuera ultrajada por unos militares y abandonada en despoblado, y a partir de lo que, incluso, hasta llegaron a manipular el reporte médico.

En el sexenio que corre bastarí­a referir el caso, por ejemplo, de la chica de 17 años secuestrada, desaparecida, violada, asesinada y tirada y quemada en Nanchital, y de la otra chica de 16 años, de Atoyac, secuestrada, desaparecida, violada, ejecutada y tirada en un lote baldí­o atrás de la comandancia policiaca y en donde los zopilotes tuvieron espacio y tiempo para picotear y tragarse sus ojos, pues así­ entregaron el cadáver a su señora madre.

Se trata, pues, de cara al V año del sexenio próspero de una materia pendiente, por ahora, reprobada.

RÉCORD GUINNESS DE VERACRUZ

Son varios los premios Guinness obtenidos por Veracruz en los últimos cuatro años.

Entre otros, y por ejemplo:

El cementerio de migrantes más extenso y largo del paí­s.

El peor rincón del mundo para el ejercicio reporteril.

El segundo lugar en secuestros y fosas clandestinas.

El segundo lugar en SIDA y cáncer de mama.

El paraí­so terrenal de los carteles de la droga.

El sótano en la calidad educativa, a excepción del primer lugar en el certamen nacional de bailable regional con el tilingo tilingo.

El primer lugar nacional en analfabetismo, sobre todo, en la población indí­gena.

Primeros lugares nacionales en polí­ticos ligados al narcotráfico.

Los rí­os Blanco y Coatzacoalcos, los panteones flotantes más largos del paí­s para los señores de la droga.

Uno de los primeros espacios nacionales en la impunidad.

Entre otros.

Y ahora, el primer lugar nacional en violentar los derechos de las mujeres.

Además, claro, de la discriminación polí­tica contra la población femenina, pues de 18 secretarios del gabinete legal solo una es mujer, y de las 212 presidentas municipales solo 22 son mujeres, y de los 50 diputados locales solo 13 son mujeres y de los 33 diputados federales sólo doce son mujeres y de los tres senadores de Veracruz los tres son hombres.

Además, en la estructura burocrática del gobierno de Veracruz hay unas 6,500 mujeres con maestrí­as y doctorados a quienes nunca, jamás, los gobernadores han volteado a mirar y sopesar en sus capacidades y por tanto, jamás les han dado una oportunidad en los mandos medios y altos.

Salvo, claro, el equipito privilegiado de las barbies.

Ahora, de cara a la elección de diputados federales, el priismo duartista está obligado a otorgar el 50 por ciento de candidaturas a mujeres porque así­ lo establece la ley de Enrique Peña Nieto.

Pero, bueno, si existiera voluntad polí­tica, ahora cuando la mitad del gabinete legal ha sido nominado para la curul federal, el duartismo enviarí­a un mensaje singular, fuera de serie, si en todos los cargos públicos vacantes nombraran a mujeres.

A partir de ahí­, digamos, el escenario de la violencia contra las mujeres en la tierra jarocha podrí­a cambiar. Podrí­a, quizá, acaso.


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