En Lerdo de Tejada, la orden de aprehensión en contra de un policía más asesino del joven Brando.
El INEGI revela que los municipios de Xalapa y Coatzacoalcos (ambos con presidentes municipales de MORENA) lideran la incertidumbre, la inseguridad, la zozobra y los sobresaltos en el diario vivir en Veracruz.
Todos los días en los cuatro puntos cardinales del Estado jarocho, la sangre escurriendo aguas abajo.
Sangre humana.
Niños. Mujeres. Ancianos. Jóvenes. Hombres.
En Acayucan, nueva masacre. Dos hombres secuestrados.
Desaparecidos.
Asesinados a tiros.
Los ojos vendados.
Mutilados de las manos.
Cercenados de las extremidades superiores.
Masacre, cierto, de dos ciudadanos. Pero matanza con saña, barbarie, alevosía, ventaja y premeditación.
El primer legado histórico de Huitzilopochtli Cuitláhuac es proyectar su identidad sin ataduras ni respingos.
Un góber frívolo, vanidoso, insulso, insustancial.
Más frívolo, por ejemplo, que el sibarita Antonio López de Santa Anna, aquel que a cada rato nombraba un interino y agarraba mulata con caderas incandescentes de veinte años de edad y se iba a jugar baraja y a bailar y embriagarse de pueblo en pueblo.
Hasta que, bueno, un día se topó en Alvarado con una chica de catorce años de edad, hija de un comerciante español, y casó con ella.
Y, claro, un tiempecito la chica fue dichosa porque Santa Anna era muy bueno para la enagua.
Y el segundo legado, el Veracruz feminicida.
Campeón nacional en feminicidios.
Ene número de niños huérfanos.
Es el Veracruz concreto y específico que orientado y aprobado por AMLO, el presidente, dejará Cuitláhuac.
Uno de los peores gobernadores de la historia y en la historia estatal.
A la altura, digamos, del tiradero de cadáveres y sangre con los góber porfiristas, Teodoro A. Dehesa y Luis Mier y Terán.
“En el lado correcto de la historia”, ajá.

II (Colectivos manipulados por cada gobernador)
Desde su creación y trascendencia social, los Colectivos han sido utilizados por los candidatos a la gubernatura.
En el ejercicio del poder sexenal, Javier Duarte los menospreció y desdeñó.
Miguel Ángel Yunes Linares los apapachó y ofreció “las perlas de la virgen”.
Cuitláhuac García les dispensó las mieles del poder, pero con doble, triple moral.
Los manipuló.
Ahora, la historia repetitiva.
Ellos, claro, con su apostolado familiar, social, cívico y hasta religioso están más allá de cada tribu política en el poder sexenal.
La razón superior de sus vidas es la búsqueda de los suyos asesinados, incluso, y enterrados en fosas.
Y por eso mismo, continúan revoloteando la tierra para dar sepultura a los hijos y parientes en el camposanto municipal y tener un lugar donde prender las veladoras, depositar flores y rezar.
Y en la búsqueda inacabable de la justicia, ni hablar, necesitan caminar al lado de la Fiscalía General para el advenimiento del día más hermosos de sus vidas como es el hallazgo de las hijas y los hijos y los padres y los tíos y los primos y las parejas, incluso.
Ahora, y de cara a la elección de gobernador de Veracruz (y en ocho entidades federativas más), de nuevo la esperanza y la fe soñando con la caridad neurológica y del corazón de la autoridad estatal.
Una búsqueda incesante en el camino al Gólgota lleno de espinas, cardos y abrojos.
Casi casi como si los Colectivos fueran el peor cartel de la delincuencia organizada en un país multiplicado de malandros y malosos, sicarios y pistoleros, jefes capos.
Nadie desearía que un hijo (ni siquiera hijo de un funcionario público) fuera secuestrado, desaparecido, asesinado, destazado, decapitado, maniatado y enterrado en una fosa clandestina por ahí.
El más duro y rudo destino social y sicológico para una familia.
Probado y comprobado que los gobernadores ni son justos, ni tampoco buenos, y menos, mucho menos, generosos, bondadosos y solidarios.
Simplemente, malas personas.

III (Desencanto de Cuitláhuac)
Desde hace ratito, Cuitláhuac, el góber, ha decepcionado.
Incluso, desencantó desde cuando en campaña electoral se escuchó y conoció su vocecita de niño chiqueado por las faldas de su señora madre y las valencianas de su padre.
Entonces, el padre, diputado local de Fidel Herrera Beltrán, profe de educación primaria y según el trascendido, dueño del bar “El Barón Rojo” en San Bruno.
Consentido, él mismo se fue creando (quizá de manera inconsciente) su fama pública de un político, un hombre “de pelo en pecho” frívolo, vanidoso, insulso, insustancial.
Y ni modo de “esperar peras del olmo” con un político (digamos) para aplicar la justicia (simplemente la justicia) a las plegarias de los Colectivos.
Lástima de una generación política más perdida en el Veracruz necesitado y ansioso de una vida digna.