Por ejemplo, en el café polí­tico de la ciudad de México los llamados profetas del desastre hablan de otros secretarios del gabinete Peñista en la cuerda floja, ya por negligencia y/o desidia y/o una visión limitada de los hechos que alternaron con la masacre de Tlatlaya y la rebelión estudiantil en el Politécnico.

Entre ellas, las siguientes:

1. El trabajo bajo sospecha y evidencia del secretario de Educación, Emilio Chuayffet Chemor, un polí­tico de la tercera edad que iniciara, más o menos, en el sexenio de Luis Echeverrí­a, y ahora estarí­a cansado, rebasado incluso por las circunstancias.

De entrada, el caso del Politécnico.

Luego enseguida, las marchas estudiantiles y populares en 18 estados del paí­s en solidaridad con los alumnos pobres y jodidos de Ayotzinapa.

Y antes, mucho antes, la rebelión de miles de profesores (cien mil, 200 mil, 300 mil, etcétera) cuando la reforma educativa del presidente Enrique Peña Nieto.

2. El procurador de Justicia, Jesús Murillo Karam, quien de igual manera habrí­a tenido su Principio de Peter, primero, en el caso de Tlatlaya, y segundo, en Ayotzinapa.

Por ejemplo, la versión de que una regidora de Iguala, cuyo esposo, lí­der social, fue asesinado por órdenes del alcalde y su esposa, reveló que desde hace un año entregó a la Procuradurí­a de Justicia de Guerrero y de la república la historia documentada de que el narcotráfico estaba metido hasta el tuétano en Iguala, empezando por el presidente municipal.

Y no obstante, ninguna de las dos procuradurí­as asumió una postura, por el contrario, todo indica el caso fue archivado.

Y más, cuando trascendió que la esposa del alcalde de Iguala, la que en realidad gobernaba, era amiga í­ntima del gobernador íngel Aguirre según publicara el columnista Carlos Loret en el periódico El Universal en “Historias de un reportero”.

Y, por tanto, Murillo Karam también se estarí­a descarrilando, por más y más amigo que sea del presidente.

DESPLOMADA IMAGEN PRESIDENCIAL

3. En Radio Priista del altiplano también perciben que el secretario de Gobernación, Miguel íngel Osorio Chong, habrí­a sido rebasado con el caso de los alumnos Ni con las reformas energética, fiscal, hacendaria, educativa, laboral y de telecomunicaciones, y menos ahora con Tlatlaya y Ayotzinapa, ha levantado la imagen presidencial del Politécnico, aquel dí­a cuando trepado en un templete afuera del palacio de Bucareli dialogara con los estudiantes, quienes le ganaron el mandado porque advirtieron que su propuesta serí­a analizada.

Y con todo el Politécnico siguió en huelga, sin que nadie haya contenido el desbordamiento.

Y más cuando en la prensa internacional publican que el crimen de 22 civiles en Tlatlaya, cometido, según parece, por militares, fue ocultado durante tres meses por el gobernador del estado de México, Eruviel ívila, y por Osorio Chong y el secretario de la Defensa Nacional.

4. En el paquete de Peñistas desplomados en las horas dramáticas, revueltas y turbulentas de Tlatlaya y Ayotzinapa también desfila en la pasarela el secretario de Relaciones Exteriores, José Antonio Meade, uno de los amigos entrañables del titular de Hacienda, Luis Videgaray Caso.

Y es que en varias latitudes del mundo los estudiantes, y la población, también se adueñaron del escenario polí­tico, social y mediático exigiendo, incluso, la renuncia de Peña Nieto a Los Pinos.

Y en contraparte, Meade fracasó en una estrategia para orientar y reorientar la temperatura efervescente, pues ante él mismo en Berlí­n y China hubo protestas.

5. El liderazgo de Peña Nieto en la encuesta está de capa caí­da, desplomado.

Por ejemplo, en aquellas semanas cuando el Congreso de la Unión aprobara sus reformas educativa, laboral, energética, fiscal, hacendaria, de telecomunicaciones y electoral, el director de Comunicación Social de la presidencia de la República, David López, fue incapaz de aprovechar el momento para levantar la imagen presidencial.

Y ahora, con Tlatlaya primero, y Ayotzinapa después, la imagen del señor de Los Pinos se ubica en el sótano, sin que el vocero fuera capaz de frenar y/o desviar el curso de los vientos adversos.

INEVITABLE UN CONTROL DE DAÑOS

Se ignora, claro, el destino de los cinco peñistas anteriores; pero de entrada significarí­a un huracán polí­tico que todos fueran despedidos como parte de un control de daños.

Desde luego, la percepción es que con todo y renuncia de íngel Aguirre (desde hace ratito era la única salida), el presidente quedó deteriorado porque dejaron pasar mucho, demasiado tiempo, para su dimisión, hasta que de plano fue imposible mantenerlo.

Pero, por eso mismo, resulta inverosí­mil que Peña Nieto y/o su equipo polí­tico y de seguridad haya esperado hasta el último momento para proceder cuando las calles y poblados de la nación y del extranjero estaban llenos de rabia.

Sin embargo, el control de daños se impone y en el altiplano apuestan a que algunos peñistas serán relevados…

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