También la miseria y la pobreza, la jodidez y el desempleo, los salarios de hambre y la migración a la frontera norte y Estados Unidos, alcanza su más alta dimensión.

Un niño, un anciano, una mujer suelen morir por diarrea mal tratada y/o un espantoso dolor de cabeza pues, además, los médicos y enfermeras, igual que los profes, llegan el dí­a martes a trabajar y el jueves se regresan, argumentando la inseguridad.

Igual que en Papantla, Juan Zimbrón sólo es utilizado como una figura icónica para el populismo y el mesianismo oficial, también el resto de los indí­genas.

Peor tantito, el gobierno de Veracruz, a través de la Secretarí­a de Desarrollo Social (Marcelo Montiel Montiel) y el DIF (Juan Antonio Nemi Dib), sin escrúpulo alguno, sin el mí­nimo respeto a la decencia, atropellaron los derechos humanos de los indí­genas de Mixtla de Altamirano y a partir de una estufita ecológica, y un piso firme y un techo de lámina, declararon que Mixtla se llamarí­a ahora Mixtla de Carlos Slim, porque habí­a brincado de clase baja a clase media.

Tantito peor, hasta cabildearon un premio, digamos, internacional, al gobierno de Javier Duarte para “lavar el cerebro” al gobernador y a su esposa como unos queda/bien, fascinerosos de los programas sociales.

Y, bueno, casi al cierre del cuarto año del duartismo está claro que los indios de Veracruz (así­ tituló Fernando Bení­tez, el escritor y periodista, cuatro tomos de una serie) en absoluto interesa al sexenio próspero.

NI UN METRO FUERA DEL PAVIMENTO

Y si alguna duda existiera bastarí­a convocar la relación de giras que el gobernador efectuó en el último mes, del dí­a 17 de septiembre al 17 de octubre, como un testimonio de que sólo le interesa el mundo urbano y para nada voltea a las regiones étnicas de Veracruz.

Claro, tal encomienda queda a los secretarios de Gobierno (Érick Lagos), Desarrollo Social (Jorge Carvallo junior), Infraestructura y Obra Pública Al duartismo para nada interesa una polí­tica indigenista y eso que las ocho regiones étnicas de Veracruz están habitadas por 800 mil personas. En el último mes el gobernador nunca, jamás, programó un periplo en aquellas latitudes..., con todo, incluso, con la indignación social de Soledad Atzompa (Gerardo Buganza Salmerón), Desarrollo Económico (Érick Porres Blesa), de Seguridad Pública (el defeño Arturo Bermúdez) y el procurador de Justicia (Luis íngel Bravo Contreras).

Pero ellos andan en el goce y el usufructo del poder y existen casos entre ellos que en los últimos 48 meses jamás se han plantado por aquellas zonas habitadas por los pobres entre los pobres.

Simple y llanamente, les vale.

Su mundo es la frivolidad y cuando han ido (por ejemplo, el último, Jorge Carvallo, el hijo pródigo) ha sido para la foto, acompañado de un montón de reporteros.

He aquí­, pues, el periplo de Javier Duarte en un mes, el último, donde ni por accidente aterrizó en alguna región montañosa de Veracruz, integrada, se recuerda, por 70 municipios.

Tuxpan, Papantla (para recibir el premio de la Fundación Miguel Alemán a la Excelencia Turí­stica), Boca del Rí­o, Veracruz, Xalapa y Perote (para inaugurar la tercera semana nacional de Salud, quizá, acaso, allí­, porque es la tierra del senador Pepe Yunes).

También viajó a Coatzacoalcos, Teotihuacán (para el pebetero de los Juegos Centroamericanos) y Aguascalientes (para una reunión de la Conferencia Nacional de Gobernadores, CONAGO).

Pánuco, Córdoba, San Luis Potosí­, Minatitlán y a Puebla (para la inauguración, 25 años después, de la autopista Tuxpan/México).

Es decir, en 30 dí­as, la agenda pública fue concentrada en la relación polí­tica/polí­tica, digamos, institucional, y en cortar listones y recibir premios.

Y eso que en el transcurso del mes (del 17 de septiembre al 17 de octubre), los indí­genas de Soledad Atzompa caminaron de la sierra de Zongolica y fueron detenidos en Fortí­n por 300 policí­as del secretario de Seguridad Pública, y en donde, ni hablar, era la única salida, los atendieron los secretarios de Gobierno, Infraestructura y Finanzas.

UNA INDíGENA SEDUJO A UN GOBERNADOR

La última ocasión que un gobernador se ocupó de los indí­genas fue Rafael Hernández Ochoa, 1974/1980, entonces, Carlos Brito Gómez, asesor de Javier Duarte, despachaba como el poderoso, poderosí­simo subsecretario General de Gobierno, y por tanto, encargado de la polí­tica interna.

Entonces, en Tehuipango, enclavado en la montaña negra de Zongolica, en los lí­mites con Puebla, los pistoleros de un cacique se embadurnaron la cara de negro y en la tarde/noche entraron al poblado y dispararon a diestra y siniestra, sin contemplaciones, todo como parte de una disputa por la tierra, un conflicto que ahora, como el de Atzompa, se fue agravando por la negligencia oficial para enfrentar el problema cara a cara, frente a frente.

Entonces, Hernández Ochoa “sintió pasos en el tejado” porque los cables con Los Pinos de Luis Echeverrí­a ílvarez se le cortaron, de igual modo como meses después también dejarí­an de contestarle el teléfono rojo a partir de la matanza de campesinos en un poblado de Martí­nez de la Torre, ejecutado por los sicarios de un cacique de apellido Arámburo.

Claro, con frecuencia Hernández Ochoa caminaba en la sierra de Zongolica porque allí­ tení­a una novia preciosí­sima, indí­gena, hija de un cacique, a la que designarí­a presidenta municipal y diputada local, pues ni hablar, el amor y el deseo así­ son.

De allí­ pa'el real, la polí­tica indigenista de cada sexenio en Veracruz ha sido omisa y occisa, y por eso mismo, y como dijera un funcionario de la SEDESOL jarocha, existen pueblos indí­genas a punto de extinguirse y desaparecer, como ocurre en la sierra de Otontepec y, por supuesto, también en otras latitudes.

TIPS PARA VIVIR MEJOR

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Un misterio leucemia de Fdo. Charleston. Vivito y coleando se mueve en curul fed.
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