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Crónicas
Miércoles 23 julio, 2014

“La noche y niebla” de Hitler en Veracruz


En 1941, el Fí¼hrer publicó un decreto ordenando la desaparición de los disidentes y los judí­os sin dejar huella, ni un pista, ni un rastro, de igual manera como está ocurriendo en la tierra jarocha con tantos y tantos secuestrados

El 7 de diciembre de 1941, Adolf Hitler firmó un documento. Se llamaba “Noche y niebla”. Su objetivo era desaparecer a los disidentes y a los judí­os.
Y desaparecerlos sin dejar huella para ser buscados y localizados. Sin pistas para la familia y los amigos. Incendiar sus documentos personales.
Desde luego, a todos los deportaban. En secreto, Sin un registro, un testimonio, una acta.
Unos eran llevados al exterminio en las cámaras de gases.
Otros eran enviados “a un campo de concentración bajo prisión preventiva. Hasta el fin de la guerra”.
Decí­a una cláusula: “En caso de producirse alguna defunción no habrá de comunicarse a los parientes mientras no se disponga otra cosa”.

Luis Velázquez

Años después, a tal hecho les llamarí­an desaparición forzada y forzosa.

Una estrategia de terror y miedo, zozobra e incertidumbre, para atemorizar a la población.

Así­, en su libro “Ni vivos ni muertos” el reportero italiano, Federico Mastrogiovanni, radicado en México desde hace varios años, editorial Grijalvo, cuenta historias truculentas de los desaparecidos de norte a sur del paí­s, entre ellos cita a Veracruz, y dice que de algún modo asistimos a una desaparición forzada como el operativo “Noche y niebla” de Hitler en la Segunda Guerra Mundial.

Una estrategia siniestra que Hitler ideó para desaparecer a sus adversarios, sin dejar huella.

Y es que aquí­, en México, tampoco los desaparecidos han dejado rastros ni pistas.

Por ejemplo, si nos atenemos a los 692 desaparecidos en Veracruz, de los cuales 144 son menores de edad, aceptados por el tercer procurador de Justicia, Luis íngel Bravo Contreras, ninguna pista existe hasta el dí­a de hoy.

Por más que los familiares los han buscado.

Y por más que una parte ha publicado sus fotografí­as en los medios.

Y por más que han paseado sus fotos en cartulinas en las marchas en Xalapa y Veracruz.

DESAPARECIDAS 5 MIL 231 NIÑAS Y MUJERES

Y si nos atenemos a la Comisión Estatal de Derechos Humanos, entonces del año 2012 a marzo de 2013, se registraron 106 personas desaparecidas de las que nadie tiene una pista, una señal, un datito que lleve a su posible localización, como también ocurrió con “Noche y niebla” de Hitler, en aquellos los dí­as más oscuros en la historia de la humanidad.

Y si nos vamos a la Procuradurí­a General de la Republica entonces en Veracruz hay 300 desaparecidos, todos, de igual manera, en la opacidad, que en el fondo significa impunidad.

Y si nos detenemos en el Colectivo de Investigación, Desarrollo y Educación entre Mujeres, CIDEM, sólo en la última década (2000-2010) en Veracruz desaparecieron 5 mil 231 niñas y mujeres, de las que de 4 mil jamás se volvió a saber de ellas; del resto la autoridad ministerial reportó que aparecieron; pero sin especificar si vivas o muertas.

Incluso, según la titular del CIDEM, Mayela Garcí­a Ramí­rez, las edades de las 5 mil mujeres desaparecidas oscilaban de cero a la mayorí­a de edad, 80 años, incluso, aun cuando el término medio era de entre los 12 a los 25 años.

Desaparición, pues, forzada y forzosa, como deseaba Hitler, sin dejar huellas para ser rastreadas.

Entonces, era la Segunda Guerra Mundial y, por supuesto, nada justificaba la barbarie y la atrocidad.

Menos, mucho menos, ahora, en un Veracruz que Fernando Gutiérrez Barrios pudo pacificar en tan sólo 40 dí­as de su gobierno, del primero de diciembre de 1986 al diez de enero de 1987.

Todaví­a peor hoy si se considera la tesis del tercer procurador de Justicia, Luis íngel Bravo Contreras, cuando declaró que “apenas tomé posesión… los carteles huyeron”.

Por supuesto, nadie le creyó. Y hasta se mofaron de su petulancia mesiánica.

El caso es que vamos en el cuarto año de gobierno y de los desaparecidos, nada. Incluso, igual que con Hitler, hasta sepultados en fosas clandestinas, para que como dijera el Fí¼hrer, “nadie supiera el lugar del entierro, porque el lugar del entierro podrá ser utilizado para manifestaciones”.

¡Ay, procurador, ha querido parecerse a Hugo Hefner y está terminando como Hitler!


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