10 años buscando a su hijo
•A los 14 años partió a EU...
La hondureña Blanca Lidia Valenzuela, de 60 años, lleva diez años buscando a Víctor Manuel Hernández Valenzuela, su hijo, un centroamericano a quien vieron por última vez sus amigos y conocidos en Coatzacoalcos.
Nativa del departamento de La Paz, relata que el hijo se fue a los 14 años a los Estados Unidos. Allá formó familia de manera muy prematura; pero fue alcanzado por la Migración y deportado.
Cuenta que al arribar a México el chico se comunicó y le juró que regresaría...
Texto y foto: Ignacio Carbajal.-Especial
a Honduras, claro, una vez que ingresara de nuevo a los EU. Del otro lado del río Bravo había dejado a su esposa embarazada.
La madre le dio la bendición; pero transcurridos algunos meses, no se comunicó de nuevo. Los números telefónicos que le dio no sonaban o habían sido dados de baja.
Fue entonces que se puso a investigar. "Muchos me decían que le habían visto en Coatzacoalcos, que por allí andaba, y también le habían mirado en Tierra Blanca", y tomó la decisión de salir a buscarle en los pueblos de la ruta migratoria.
Ella está hoy en Coatzacoalcos por enésima ocasión con la caravana de migrantes que días atrás partió de la frontera con Guatemala y que hoy tocó suelo veracruzano en este puerto.
Los centroamericanos quieren seguridad en su paso por la entidad jarocha rumbo al norte del país, así como un compromiso serio por parte de Javier Duarte de Ochoa para el cese a las hostilidades.
"No puedo pasarme más de un año sin venir a México a intentar dar con él. Aunque ya estoy perdiendo la esperanza", retoma Blanca lidia, quien reconoce que "era católica, después me pasé a la iglesia evangélica con la esperanza de encontrar a Dios y ayuda… ya tengo como cuatro años que ni voy al templo".
Con esta visita a Veracruz -asegura- son 17 las ocasiones en las cuales ha ingresado al país en la búsqueda de su hijo. Siempre anda con unas fotos de él: en una se mira solo y en la otra abrazado de su esposa, una mujer de rasgos anglosajones, más alta que él y de piel blanca.
"Mi intención es que le tomen muchas fotos en todos los sitios a donde voy y que con tanta foto se ayude a dar con él, eso pienso".
Entrevistada mientras come pollo en los bajos del puente Coatza I, mira alrededor: docenas de jóvenes centroamericanos descansando tras el viaje. En cada uno de ellos, expresa, mira a su hijo, por eso se siente dichosa en este tipo de eventos.
"Mis hijos me dicen que ya no venga, tengo seis en total, esos cinco me aconsejan resignación; pero no puedo, algo me dice que sigue vivo".
Ataviada con unas prendas humildes, quemada por el sol, con los pies hinchados de caminar, dice: "no le tengo miedo a nada, me subo a La Bestia cuando ya no tengo para el pasaje. Los pícaros (delincuentes) me han quitado el dinero en dos ocasiones, pero no me hacen nada, a lo mejor me respetan por mi edad".
Actualmente no existen datos fiables sobre el número de migrantes extraviados en México. Algunas organizaciones no gubernamentales los estiman en 70 mil.
Finalmente, asegura que no dejará de buscar al chico: "Yo me salgo por las noches de mi casa, cuando ya junté el dinero suficiente para el viaje, me voy de madrugada en el autobús, de allí a Guatemala. El dinero sólo me dura a Tenosique, allí ya tengo que subirme al tren".