Un Veracruz soslayado
I (Candidatos “en dimes y diretes”)
Hay un Veracruz pendiente del que, caray, ninguno de los candidatos a la gubernatura se ocupa.
Y aun cuando en casos excepcionales lo han exhibido en el palenque público, en ningún caso los aspirantes han planteado una estrategia concreta y específica (lo más importante) para combatirlos en los próximos seis años.
Uno: el Veracruz en la incertidumbre, la zozobra, la inseguridad y la impunidad.
Luis Velázquez
El miedo “y el miedo al miedo” en cada nuevo amanecer y anochecer.
El Veracruz ensangrentado.
Campeón nacional en feminicidios, secuestros, extorsiones y fosas clandestinas.
Ranking nacional de desaparecidos.
Incluso, desaparición forzada.
Ninguno del trío de candidatos a la jefatura del Poder Ejecutivo estatal ha ofrecido un programa para disminuir la fuerza inusitada de los carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros, malosos y malandros.
Ninguno de los tres se ha ocupado de integrar un plan de Estado para en verdad, y luego del fracaso de los presidentes Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, abatir a la delincuencia organizada para vivir en paz en Veracruz.
Peor tantito: Nada más efectivo para animar y reanimar la confianza y la esperanza ciudadana en un candidato como, por ejemplo, y entre otras cositas y hechos, anunciar ya, ya, ya, el gabinete legal y ampliado que tendrían.
Pero, sobre todo, revelar el nombre del secretario de Seguridad Pública que los acompañaría en el viaje sexenal y como una premisa universal para que cada ciudadano sepa a qué atenerse.
Cierto, alguno ha referido la inseguridad como un gravísimo pendiente.
Y en términos generalizados ha jurado y perjurado que si gana en las urnas la silla embrujada del palacio de gobierno de Xalapa se recuperará la paz perdida.
Pero tal aseveración es tanto como “la carabina de Ambrosio” porque la mitad de la población electoral y la otra mitad deseamos conocer, primero, un plan, y segundo, el nombre de los operadores a cargo.
Por el contrario, los días son polvorientes en los dimes y diretes y acusaciones de corrupción entre las partes y denuncias penales por enriquecimiento ilícito bajo sospecha.
Y el góber obradorista del Veracruz ensangrentado, “tirando su espada en prenda” por la candidata de Amlo, el presidente, y avalando (ajá) su honestidad.
La vida yéndose por las cañerías con aquello de Tamiahua” y “Tamiagua”.
II (Desempleo, Círculo del Infierno)
El otro pendiente es el desempleo, el subempleo, los miserables salarios de hambre y la migración al extranjero, sobre todo, a Estados Unidos.
Por lo pronto, un millón de paisanos en la nación vecina y cada mes más y más paisanos huyendo, primero, de un Veracruz con limitadas y jodidas oportunidades laborales, y segundo, de la violencia.
Una autoridad estatal incapaz de animar y reanimar la creación de empleos en las regiones indígenas, campesinas y obreras para arraigar a los jefes de familia (madre y padre) en sus pueblos.
Y, claro, con un salario digno pagado con justicia laboral.
Más, cuando de hecho y derecho el sexenio de Cuitláhuac García ya se fue, pues únicamente están operando la elección de Estado en favor de la candidata guinda y marrón.
Y el desempleo… allá que lo pudiera, quizá, resolver, el siguiente.
Por eso, y para amarrar el sufragio en las urnas, lo ideal es, sería, que cada candidato expusiera estrategia económica para garantizar la creación de empleos.
Bastaría referir que solo en el par de años del COVID Veracruz perdió siete mil empleos.
En tanto, la secretaría de Trabajo federal y el Seguro Social documentaron que el Veracruz de Cuitláhuac era la única entidad federativa incapaz de recuperar los miles de fuentes de trabajo diluidas en la pandemia.
Entonces, y conforme caminan las campañas el desencanto y la desesperanza se van diluyendo en el vacío, el limbo y la nada, porque los candidatos prefieren la rebatiña en el palenque público.
Y sin plantear una política económica, social y de seguridad para enaltecer una calidad de vida en los doscientos doce municipios y en la mayoría de los ocho millones 60 (sesenta) mil habitantes del Estado jarocho.
III (Soñar con una vida decente)
Los ciudadanos de Veracruz únicamente soñamos con vivir una vida decente.
Y si de por medio existe una lucha social se debe a la búsqueda frenética de la dignidad humana.
Y la dignidad humana más allá de las tribus políticas sexenales.
Lejos del ingenuo Cuitláhuac quien ha creído que gobernar es bailar salsa, huapango y danzón.
Y comer chicharrones en la vía pública.
Por ahora, y dado el eje rector de las precampañas esta Elección en ningún momento pertenece a los ciudadanos jodidos.
Es una elección de las elites políticas… para apropiarse del poder público.
Simplemente, una elección que no es nuestra.