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Martes 04 septiembre, 2018

Vidas deshechas

Todos en Veracruz hablan de los feminicidios, pero nadie de los niños huérfanos y los padres ancianos.
Todos hablan de los hombres asesinados, pero nadie de la tragedia humanitaria con viudas, huérfanos y padres ancianos.
Todos hablan de los ajustes de cuentas entre malandros y malandros y sicarios y policí­as, pero nadie de las vidas segadas y deshechas.

Luis Velázquez

Todos hablan de los asesinos fí­sicos, pero nadie de los homicidas intelectuales.
Pelean Fiscalí­as por el número de desaparecidos (3,500 según Jorge Wí­nckler, 4,200 según Eduardo Coronel junior, 30 mil según el Solecito, 15 mil según la diputada local, Marijose Gamboa), pero los desaparecidos siguen.
Llevan las ONG listas de mujeres ejecutadas, pero nadie, y menos la Fiscalí­a, se detiene en la vida de cada dí­a, el dí­a con dí­a, de los niños huérfanos, la comida, la ropa, la escuela, los útiles escolares, el uniforme y la medicina si enferman.
Los padres buscan a los hijos y de su dolor y sufrimiento nadie se ocupa, una tragedia humanitaria, digamos, postergada, quizá arrumbada, condenada a la intimidad en el silencio sombrí­o de la recámara con la familia y en familia.
Todos llevan flores y veladoras y rezos a sus muertos en el panteón, pero los padres con hijos desaparecidos ningún espacio tienen para confortar el dolor.
Seis años de Javier Duarte y casi dos del gobernador Yunes no son muchos, pero en la historia de cada vida frustrada constituye una eternidad multiplicada al infinito por la impunidad.
Es el otro Veracruz. El Veracruz sangriento, adolorido, flagelado, vejado, humillado, menospreciado, desdeñado.

ASESINATO DESDE EL PODER

La Fiscalí­a se la pasa expidiendo boletines “para curarse en salud” mientras los padres de los muertos y desaparecidos continúan buscando a los suyos en los terrenos, lotes, ranchos, pozos artesianos, cañaverales y fosas clandestinas financiadas con sus propios recursos.
Y lo peor, todos satanizados por la Fiscalí­a, pues la Suprema e Impoluta Autoridad los trata como enemigos.
Los padres, perdiendo el miedo a la Fiscalí­a, al gobernador en turno, al secretario de Seguridad Pública, a los policí­as, a los narcos y a los sicarios.
En otros paí­ses del continente, la muerte encarnada en las dictaduras con su guerra sucia, policí­as, militares, marinos.
El asesinato colectivo desde el poder.
Aquí­, en Veracruz, como en el resto del paí­s, la alianza de polí­ticos y carteles, jefes policiacos y jefes malandros, cometiendo el delito de desaparición forzada, el delito que nunca prescribe.
Y, no obstante, seguir luchando cada dí­a para vivir pues en todo caso significa el precio de la libertad y cada dí­a es un nuevo comienzo y en cada amanecer se empieza de cero.

EL TIGRE ESTí SUELTO…

Derrocado, Porfirio Dí­az Miró huyó al exilio dorado en el barco Ypiranga, partiendo de Veracruz. Trepado en el barco, pronunció su frase bí­blica:
“Francisco Madero, dijo, soltó al tigre”.
Pero el tigre y el jaguar y el león y la hiena, etcétera, continúan sueltos en la tierra del “Tilingo Lingo” y de “La bamba”.
Hay tigres, claro, que se vuelven gatos apapachados en casa, unos dulces.
Pero el tigre de la violencia y la muerte y los desaparecidos es insaciable y con nada sacian el hambre.
Y todos los dí­as hay ciudadanos de Veracruz jugando a domar el tigre, mejor dicho, a librar su tigre encarnado en el vandalismo, tierra sin ley como un oleaje violento del Golfo de México, un zarpazo fuera de control y en donde por lo regular cada uno queda sin estribos y riendas con el caballo sin freno, desbocado, vientos huracanados soplando desde el año 2010 con Javier Duarte trepado en el poder.
En Veracruz se vive todos los dí­as con el tigre acechando y los caballos desbocados y los vientos torrenciales luchando con fuerzas superiores, más grandes y poderosas que todos, de tal forma que ni siquiera la autoridad ha podido, en ningún momento, digamos con esperanza, como dice el escritor Ricardo Ravelo Galo, porque cada presidente y cada gobernador tiene su cartel preferido.
La muerte y la impunidad han dejado en la tierra jarocha almas solitarias, la soledad que para un artista y una pareja al amanecer, por ejemplo, constituye una bendición de Dios, pero para las ví­ctimas es un martirio.
Entre ellas, los familiares de la mujer que la mañana del jueves 30 de agosto del año que corre apareció flotando en las aguas del rí­o Sedeño, a la altura de “La ermita”, en la colonia Rafael
Hernández Villalpando, en Xalapa, y cuya única identidad es que tendrí­a entre 30 a 35 años, un tatuaje de media luna en el cuerpo.

VIVIR SOBRESALTADOS

Durante los seis años de Duarte y los casi dos de Yunes hemos vivido en el sobresalto. Todos atemorizados de que un dí­a un sicario llame a la puerta en el dí­a, en la tarde, en la noche, en la madrugada.
Y a pesar del rí­o de sangre y el valle de la muerte en que está convertido Veracruz, la calidad de la vida cotidiana ha empeorado a partir del momento en que cada dí­a, cada mes, cada año, se ha recrudecido, y todo pareciera que los carteles siguen ganando la batalla.
La vida, una pesadilla.


1 comentario(s)

Alejandro Soto Domínguez 06 Sep, 2018 - 23:24
Todo inicio con Fidel. Aten Soto

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