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Viernes 06 julio, 2018

Cuatro goleadas al PRI

El PRI de Veracruz ha sufrido la cuarta goleada electoral. Más que herido, el viejo paquidermo está noqueado en el centro del ring polí­tico. Quizá serí­a la hora, como los elefantes viejos, de retirarse a la montaña, buscar una cueva y encerrarse el resto de su vida.
La primera derrota fue en 1997. Miguel íngel Yunes Linares era presidente del CDE. Y en un domingo perdió 107 presidencias municipales y, de paso, descarriló su proyecto de la candidatura a gobernador con Patricio Chirinos Calero como su ángel de la guarda.

Luis Velázquez

En el año 2016, el PRI, con Felipe Amadeo Flores Espinoza, trepó al tobogán derrotista. Por vez primera perdió la gubernatura y la mayorí­a en el Congreso. Desde el otro lado de la cancha, Yunes, mudado en panista, fue su Narciso Mendoza, su Niño Pí­pila, El Niño Artillero.
En 2017, fue la tercera. Renato Alarcón abrió más la caja de Pandora. 170 alcaldí­as en un dos por tres.
Y el primero de julio, la cuarta. Américo Zúñiga Martí­nez como presidente del CDE, predestinado a una mejor suerte, lo refundió en el sótano de la desesperanza partidista. Perdió la gubernatura. Perdió todas las diputaciones locales y federales. Y las Senadurí­as.
Un PRI en caí­da libre, estrepitosa. La masacre fue de antologí­a. Por fortuna, no estuvieron solos. Los acompañó el PAN yunista y que de igual manera sufrió, padeció, experimentó las mismas derrotas.

FILOSOFíA DE LAS MULAS

Serí­a el Efecto Javier Duarte. Serí­a el Efecto Enrique Peña Nieto. Serí­a el saqueo al erario y la desaparición forzada de personas y cadáveres el sexenio anterior.
Acaso la corrupción histórica. El desví­o de recursos oficiales. Las empresas fantasmas. El enriquecimiento ilí­cito. La impunidad.
La soberbia y la petulancia. El cinismo. El abuso del poder. El reparto del poder público entre familiares. Las barbies frí­volas.
La pobreza, la miseria y la jodidez. El desempleo. El subempleo. Y los salarios mezquinos. La baja calidad educativa. La peor calidad de salud pública. La inseguridad en la vida y en los bienes.
Todo junto, vaya el lector a saber.
La población terminó fastidiada y solo reprodujo la filosofí­a de las mulas. Harta de la carga excesiva se detiene a la mitad del camino en la montaña, se sacude, tira la leña y ningún paso pa´lante ni pa´atrás.
Un partido polí­tico, MORENA, con cuatro años de edad, arrasó con el PRI y el PAN.

VAPULEADA SOCIAL

En el PAN, el 75 por ciento de los gobernadores se han integrado en un frente común para lanzarse al rescate del partido antes, mucho antes de que Ricardo Anaya, el fallido candidato presidencial, se adueñe.
En el PRI, un ex gobernador, Ulises Ruiz, de Oaxaca, está convocando a las elites rojas para formar un bloque ante Enrique Peña Nieto y arrebatar al grupo Atlacomulco la propiedad del partido.
En el PRD hay silencio. Siguen sin reponerse de la masacre electoral.
Tampoco ni una palabra en el PVEM.
De algún modo la derrota tricolor encarnó en la vapuleada social que el domingo electoral sufrió Fidel Herrera Beltrán cuando en la Ciudad de México llegó en silla de ruedas para votar y en vez de formarse en la cola se brincó a todos y el mundo se le fue encima.
Todo se desfondó en el PRI y que, claro, lo esperaban. Desde un principio, el mal fario. El peor karma. La vibra en contra.
Peor le fue al PAN de Veracruz, pues estaban segurí­simos de su triunfo. Y nunca esperaron una derrota cruenta y sórdida.
Muchas mujeres azules terminaron llorando. “A moco tendido”. Las caras desencajadas. El corazón destruido.

NINGÚN POLíTICO ESTí MUERTO

Jorge Uscanga Escobar, un hombre sabio, ex de todo, menos de gobernador, dice que en polí­tica ningún polí­tico está muerto. Tampoco ningún partido. Y menos, un PRI considerando, con uno de Vietnam, uno de los institutos más viejos del mundo.
Es la hora de refundarse. Pero…, en el año 2000, cuando perdieran Los Pinos con Vicente Fox, lo dijeron. Y nada. Lo repitieron en el 2006 con Felipe Calderón y puro palabrerí­o. Festinaron en el año 2012 con Peña Nieto y la corrupción pública alcanzó el decibel más alto, probado y comprobado, entre otros casos, con Javier Duarte y los duartistas, más diecisiete ex gobernadores (unos presos, otros prófugos, otros indiciados) acusados del desví­o de recursos oficiales.
Ahora, sin embargo, es la única salida.
Por fortuna, tienen unos diez mandatarios en el paí­s suficientes para levantar expectativas y recuperarse para las próximas elecciones.
El Peñismo fracasó. Lo peor, hundió más al PRI. Ernesto Zedillo se deslindó por completo del tricolor, pero Carlos Salinas vive obsesionado con seguir mangoneando. Y está claro que su tiempo caducó.
Y en Veracruz, Fidel Herrera ya se jubiló. Y está enfermo. Javier Duarte está preso. Los Américo Zúñiga, Renato Alarcón, Adolfo Mota, Alberto Silva, Jorge Carvallo, Érick Lagos, Elizabeth Morales, Ricardo Landa, Alfredo Ferrari Saavedra y Ranulfo Márquez, entre otros, tuvieron su tiempo y fueron golondrinas anunciando un verano que nunca llegó.
En todo caso, las elites priistas reinventan al partido o terminarán absorbidos por la fuerza telúrica de MORENA que con AMLO arrasara en treinta estados del paí­s y en la Ciudad de México y solo perdiera en Guanajuato.


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