Tampoco los 650 mil analfabetos de 14 años de edad en adelante figuran en los planes de un gobierno que busca privatizar el agua con el SAS, Sistema de Agua y Saneamiento Metropolitano y con las CMAS de Xalapa, Cosoleacaque, Minatitlán y Coatzacoalcos.

Menos, mucho menos, el millón de paisanos con escuela primaria inconclusa y el millón con secundaria incompleta y los 600 mil con el bachillerato a medias están en el proyecto de un gobierno que busca vender el agua del rí­o Pánuco al gobierno de Nuevo León; pero además, con una obra pública que ha sido concesionada al grupo Higa, el consorcio de la llamada Casita Blanca, propiedad de la esposa del presidente de la república.

Tampoco los 2 millones de campesinos de Veracruz figuran en los planes de un gobernador que arrastra muchas, demasiadas leyendas negras y blancas por culpa de una parte del gabinete legal y ampliado que ha sido perdonado una y otra vez en el incumplimiento de su tarea.

Y menos los migrantes de Veracruz y de América Central en su paso por Veracruz están incluidos en el Plan Estatal de Desarrollo 2011-2016 de un gobierno que nombra subsecretaria de Fomento Ambiental a una chica de 23 años y también nombra directora de Espacios Educativos de la SEV (¡vaya moral pública!) a una exitosa estrella erótica de las redes sociales, quizá, acaso, por sus encantos personales.

El millón de seniles del territorio jarocho, la mayorí­a sin seguridad social, sin pensión, aunque sea de 2 mil pesos como la mayor parte, tampoco han sido considerados por un gobierno que viaja a Japón con una comitiva de reporteros para gastar “el erario como si fuera confeti” en un periplo sin ningún sentido social para los millones de indí­genas, campesinos y obreros con un destino económico y social incierto.

GOBERNAR ES ROBAR…

Los cientos de familiares con parientes secuestrados, desaparecidos, ejecutados y sepultados en fosas clandestinas tampoco han figurado ni estarán en la prioridad de un gobierno que se mofa de las irregularidades millonarias detectadas por la Auditorí­a Superior de la Federación por más que un montón de legisladores federales y locales (desde la bancada completa de panistas hasta los senadores) llamen a la transparencia y la rendición de cuentas.

Los curas asesinados en Veracruz y las cien iglesias a las que han robado igual número de campanas y hasta el obispo amenazado de muerte en ningún lado ocupan la A la generación priista en el poder sexenal, cierto, le valen los grandes y graves pendientes sociales y económicos de los 8 millones de habitantes de Veracruz; pero, oh paradoja, también se pitorrean de ellos, pues de tal dimensión es su indiferencia agenda pública de un gobierno que dobla al ORFIS y a la Comisión de Vigilancia del Congreso para dejar de investigar tropelí­as polí­ticas y que, por el contrario, y además, lanza como El borras a su contralor a decir que los medios linchan a los polí­ticos, como si tal discurso contestatario, irreflexivo, sin bases, fuera la verdad universal en la que creerí­a la población.

Tampoco los familiares de los cadáveres tirados en los rí­os Blanco y Coatzacoalcos y en los pozos artesianos dados de baja en la ruta Omealca/Tezonapa están en la agenda pública de un sexenio obsesionado con cacarear en el altiplano que aquí­, entre nosotros, no pasa naaada, porque, ni hablar, vivimos en el paraí­so terrenal.

Ni tampoco la honestidad en el manejo del erario está en el ánimo de una generación polí­tica, menor de los 40 años cuando iniciara el sexenio, que ha concebido la tarea de gobernar como el arte de robar más y más, y lo más pronto posible.

DESACREDITAR AL MENSAJERO, MENOSPRECIAR EL MENSAJE

Tampoco la rendición de cuentas está en los planes de un gobierno que cada vez que es evidenciado en una parte de la prensa incómoda lanza en automático a sus boletineros para desacreditar al mensajero en vez de sopesar el mensaje y, en todo caso, y en nombre del buen gobierno, sopesar las cosas y, si es necesario, enmendar la plana, pues, además, nunca les ha interesado ni ocupado.

Y más cuando hay funcionarios públicos más, mucho más ocupados con una liposucción y una operación plástica en la naricita y en mirarse todos los dí­as dos horas frente al espejo en su arreglo personal como unos kens que administran, digamos, un antro.

Los desempleados, los subempleados con salarios de hambre (un indí­gena gana 70 pesos en la faena agrí­cola que inicia antes de que el sol sale y termina cuando la luna alumbra el surco) y la migración creciente, nunca, jamás, han figurado ni lo serán en la agenda pública de un sexenio que ha satanizado al sacerdote José Alejandro Solalinde Guerra, a fray Tomás y al activista Rubén Figueroa, todo porque han exhibido a Veracruz como el peor rincón de la nación para el paso de migrantes de América Central en su camino a Estados Unidos.

Por eso mismo, y entre otras cositas, decepciona y desencanta la generación fidelista en el ejercicio del poder y en la tarea de gobernar.

Y porque, además, son unos cí­nicos, que trepados en la soberbia y la petulancia, el valemadrismo y la egolatrí­a, se pitorrean de los graves y grandes pendientes sociales y económicos, educativos y de salud y de seguridad de la mayorí­a de los 8 millones de habitantes.

POSDATA: A cada rato el secretario de la Función Pública, Virgilio Andrade Martí­nez, habla y habla del conflicto de intereses de los funcionarios públicos… Y, entonces, ¿cómo andará la generación fidelista en el gobierno de Veracruz, traficando influencias con sentido patrimonialista?...

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