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Martes 31 mayo, 2022

Investigar a políticos

•Reporteros vigilados
•Tomar precauciones

UNO. Bitácora de políticos

Los políticos y funcionarios públicos suelen investigar a los trabajadores de la información incómodos e indeseables y tienen hasta una bitácora de las flaquezas y debilidades, listas para cualquier eventualidad.

Luis Velázquez

Entonces, antes que investigar otros hechos sociales, cada reportero debiera, digamos, tener, la bitácora de cada político y funcionario, considerando además que en las figuras públicas la vida política incide en la privada y la privada en la pública.
Con todo y el riesgo de que la vida pueda volverse un riesgo “entre tirios y troyanos”.

DOS. Seguir la pista cada día

Los políticos rastrean la pista de los reporteros y de las tribus políticas adversarias y enemigas.
Es más, mientras pocos, excepcionales, periodistas tienen el expediente privado, íntimo, de los políticos, los políticos suelen tener el expediente completo de las tribus políticas y periodísticas.
Un día, en el sexenio de Patricio Chirinos Calero, el diputado federal, Jorge Uscanga Escobar, fue invitado a un cafecito por el secretario General de Gobierno, Miguel Ángel Yunes Linares.
Y cuando Uscanga entró a su privado, Yunes abrió la computadora y le dijo, sonriendo y triunfante.
“Esta mañana estuviste en tal lugar a tal hora y en tal otro lugar a tal hora”.
Yo, decía Uscanga Escobar, quedé petrificado.

TRES. Calambres a enemigos y adversarios

El peor calambre de un político y/o funcionario público a un reportero se da cuando se meten en su vida privada.
En el sexenio de Fidel Herrera Beltrán había un periodista incómodo que asestaba madrazos “a tiro por viaje”.
Y ninguna razón lo hacía desistir.
Una mañana llegó a su oficina un enviado especial y le dijo:
“De parte del jefe te traigo estos documentos”.
Y el enviado se retiró.
El reportero aquel abrió el sobre tamaño oficio y eran unas fotos donde la semana anterior había estado en un bar nocturno de puros trabajadores sexuales, todos hombres, todos gays y galanes.
Y santo remedio. El reportero se dedicó entonces a hablar de los viajes interplanetarios.

CUATRO. Tomar precauciones

La mejor conseja para evitar desaguisados es que “si la persona no desea ver fantasmas, entonces, que nunca salga de noche”.
Y, bueno, si el periodismo se ejerce de manera puntual y se escriben y publican historias sórdidas y truculentas sobre el político, como dice el proverbio tan popular, “el que se lleva… se aguanta”.
En aquel tiempo del Watergate, el director general de The Washington Post dijo a los jóvenes reporteros Bob Woodward y Carl Bernestein, primero, que arreglaran sus asuntos fiscales.
Segundo, que a partir del momento quedaba prohibido ir a las cantinas y los moteles.
Tercero, salir lo menos, lo menos, lo menos posible en la noche.
Y cuarto, si tenían problemas con su pareja, arreglar todo antes de que pudiera estallar.
Únicamente así puede ejercerse el periodismo a plenitud.

CINCO. Escribir notas de sociales

Lo de menos es que el reportero tenga bien investigado al jefe político.
Pero sucede que como el político tiene el aparato gubernamental de su lado, puede enviar desde un calambre fiscal hasta, digamos, un susto dado por la policía y/o civiles vestidos de policías o policías vestidos de civiles.
Incluso, y de acuerdo con el brío de cada reportero hasta un secuestro, una desaparición, un crimen y una fosa clandestina.
Peor tantito cuando el político arremete contra la familia del reportero. La esposa. Los hijos. Los hermanos.
Es el momento cuando cada trabajador de la información decide seguir disparando letras y palabras a los políticos pillos, ladrones y corruptos, o de lo contrario, mejor escribe notas de sociales.


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