Una, porque a pesar de su gran obra literaria nunca se ocupó de andar por ahí buscando premios y condecoraciones.
Dos, porque nunca en la vida “perdió el piso” y fue siempre un escritor modesto, sencillo, prudente y mesurado.
Incluso, como jamás se ganó la vida como escritor pues las regalías eran insuficientes, trabajaba como una secretaria con turnos laborales como traductor en la ONU, políglota que era.
En las tardes, siempre, con una disciplina militar, escribía, jugando con un gatito, su preferido.

DOS. Solidario con los guerrilleros

Tercera, porque Julio Cortázar siempre fue solidario con “las causas justas, difíciles y desesperadas”.
Así, por ejemplo, viajó de París, primero, a Cuba, y en repetidas ocasiones, luego del triunfo de la Revolución de los hermanos Fidel y Raúl Castro Ruz y de Ernesto “El che” Guevara”.
Luego, viajó a Nicaragua, al triunfo de los sandinistas derrocando al dictador Anastasio Somoza.
Y cuarto, porque era solidario con ellos, pero nunca, jamás, intentó cambiar el mundo.

TRES. Vida digna para todos

Claro, claro, claro, siempre soñó con una mejor calidad de vida y una vida digna y libre para todos, sin excepción.
Pero mil años luz de distancia enfrentarse, por ejemplo, “a tambor batiente” con el rifle en la mano luchando por una causa.
En todo caso, su R-15 era su pluma, sus letras, sus palabras, sus libros, sus crónicas.

CUATRO. Ruptura con Fidel Castro

Le tocó vivir y padecer muchos horrores. Por ejemplo, cuando montón de intelectuales rompieron con Fidel Castro por el caso del poeta cubano, Heberto Padilla.
Entonces, Cortázar fue con Gabriel García Márquez de los pocos en negarse a la ruptura, pensando siempre, en el caso de Cortázar en los cubanos, y en el caso del Gabito, en Fidel Castro, quien era su héroe del momento, hombre de poder, con poder y del poder.
Y desde luego, la negativa de Cortázar a romper con Cuba significó una actitud política, digamos, para “cambiar el mundo”.
Pero al mismo tiempo, y en todo caso, de manera pacífica, tranquila, reposada, y sin armar reality-shows.

CINCO. Hombre íntegro

En París, fue generoso con los escritores. Fue el primero de sus contemporáneos en residir en la ciudad más bella del mundo. Y como traductor de la ONU tenía amigos.
Entonces, cuando un escritor tocaba a su puerta siempre lo apoyaba y lo relacionaba.
Y lo más indicativo, sin esperar nada a cambio. Ni siquiera, vaya, gratitud o “lealtad ciega”.
Simplemente actuaba así como ser humano cabal, íntegro y honesto.

SEIS. Leer a Cortázar

Por eso, el club de seniles formaron la “Sociedad de Amigos de Julio Cortázar”.
Y la encomienda superior es leer y releer sus libros (más de treinta) y luego en sesiones y tertulias con puro café pasar una tarde, la mitad de la noche, intercambiando barajitas sobre esas historias.
Algunos seniles, y como es lógico y natural, nunca habían escuchado hablar sobre Cortázar. Pero otros que lo han leído se han encargado.
Además, facilitando los libros para que en este tiempo de la recesión y la inflación nadie se exponga.
Más cuando la mayoría vive pensionado, pero con pensiones que apenas, apenitas, llegan a unos tres mil pesos en un tiempo cuando los precios de las tortillas y los panes “están en las nubes”.