Sacerdotes imborrables
•Modestos y austeros
•Amigos privilegiados
UNO. Sacerdotes imborrables
Hay dos sacerdotes admirados y admirables en Veracruz. Uno, don David Constantino García. Y el otro, José Benigno Zilli.
Los dos ya fallecieron. Pero sus vidas y sus historias son ejemplares. Mejor dicho, insuperables.
Luis Velázquez
Mejor dicho, salvan y redimen a los llamados Ministros de Dios.
Nunca en sus vidas manchas negras, sombrías, oscuras, sórdidas. Siempre, regidos por los Diez Mandamientos, y además, lejos de las candilejas.
Bajo perfil. Y entre más incandescente era su inteligencia y talento, más discretos.
DOS. Cura austero
Don David Constantino fue presbítero en Soledad de Doblado y en el puerto de Veracruz.
Vivía con la más radical de las austeridades y vivía solo en un modesto y sencillo departamento lleno de libros y cuadernos y revistas y periódicos.
Pero crítico, ejerciendo su libertad a plenitud. Y por añadidura, incomodaba a los curas rodeólogos del obispo José Guadalupe Padilla Lozano.
Y lo intrigaron. Y difamaron. Y calumniaron. Y el Obispo casi casi lo satanizó y excomulgó.
Primero, le quitó la parroquia a su cargo. Y después, lo dejó a la deriva. Y como todo sacerdote está obligado a oficiar una misa cada día, entonces, se la pasaba solicitando una oportunidad a los curas amigos para oficiar.
TRES. Hombre institucional
Y, sin embargo, era un hombre institucional que nunca reviró al Obispo.
“Aguantó vara”. Se mantuvo firme. Sin quejarse ni dolerse. Respetuoso de la investidura obispal.
Cada semana leía dos o tres libros. Y su inteligencia era lúcida y radiante.
Un día, el Obispo le levantó el castigo y asignó una iglesia. Y allí pasó los últimos días de su vida, a tal grado que al morir los feligreses pidieron que su cadáver fuera sepultado en la parroquia.
CUATRO. Maestro de periodismo
José Benigno Zilli fue maestro en el Seminario Menor y el Mayor de Xalapa.
Y académico en la facultad de Filosofía de la Universidad Veracruzana.
Y articulista en el semanario “Punto y Aparte” del maestro de periodismo, don Froylán Flores Cancela, el columnista más respetado y respetable del siglo pasado en Xalapa, por cierto, un gran autodidacta.
En el Seminario Menor auspiciaba la publicación de un periódico impreso en mimeógrafo y que aparecía los viernes. Se llamaba “Clarín” y el director era Rodolfo De Gasperín.
Siempre andaba con un libro en la mano. Y leía en todo momento posible.
Organizaba tertulias con los seminaristas y a quienes facilitaba libros de su gigantesca biblioteca.
Impartía la materia de “Taller de Redacción” y enseñaba a escribir con rigurosidad gramatical y pulcritud literaria.
CINCO. Cura realizado
Era José Benigno Zilli un hombre feliz, un maestro dichoso, un sacerdote realizado.
Por ejemplo, se le advertía y notaba y sentía en una risa fácil que tenía. Siempre, sonriendo, como si nunca hubiera tenido necesidad de cargar la cruz en el camino al Gólgota.
Y sonreía, contengo consigo mismo. Contento de hacer lo que hacía y vivir a plenitud el oficio, la vocación elegida.
Un sacerdote transparente. Sencillo. Modesto. Discreto. Ultra contra súper talentoso.
SEIS. Amistades privilegiadas
Ninguno de los dos se ocupó ni vivió obsesionado con los bienes materiales.
Vestían de manera sencilla y modesta. Ni siquiera, vaya, un reloj de marca. Menos, mucho menos, ropa de marca, zapatos de marca ni trajes ni corbatas de marca, pues ni siquiera, vaya, las utilizaban en el día con día. Tampoco en ceremonias oficiales.
En contraparte, usaban su dinerito para comprar libros. Libros que, con frecuencia, ya leídos, obsequiaban.
La amistad de los dos honró y privilegio a los amigos.