La Patrulla Fronteriza, trepada en caballos, persiguiendo a los migrantes haitianos, gente de color, como si acarrearan ganado en el potrero llano.
Los elementos de la Patrulla Fronteriza jugando carreras entre ellos, sonando y resonando la reata de lazar en el aire, para ganar con más haitianos detenidos.
Entre ellos, mujeres embarazadas y padres cuidando a los hijos menores.
Y en las márgenes del Río Bravo, montón de patrullas en fila india con el motor encendido y cada policía migratorio a la ofensiva y contraofensiva para entrar al campo de batalla.
¡Ay, las películas norteamericanas del viejo oeste!
Los cazadores de pillos, delincuentes y asesinos persiguiendo a todos ellos encaramados en los caballos para cobrar la recompensa.
Los rangers de Estados Unidos, fogueados en la guerra de EU en el mundo, desde Vietnam hasta Afganistán, cazando a migrantes en el desierto como en la película "Desierto" con Gael García Bernal.
Rancheros de Texas, organizados para la cacería de migrantes como un día de caza cualquiera para cazar patos, palomas y conejos.
El demócrata Joe Biden.
El republicano Donald Trump.
Los dos, cortados "por la misma tijera".
Y de ñapa, las corporaciones policiacas de México cazando migrantes de América Central (Honduras, Guatemala y San Salvador) pero también de Haití, Venezuela y África para evitar sigan caminando a la frontera norte soñando con la posibilidad de ingresar a la tierra prometido, el paraíso terrenal, la utopía norteamericana.
Lo que la policía migratoria y la Patrulla Fronteriza hacen a los mexicanos en la frontera norte y también, claro, a los haitianos como el miércoles 22 de septiembre, las policías de México hacen a los ilegales en el territorio nacional y en la frontera sur.
Todos, repatriados. Todos, para atrás.
México, haciendo "el caldo gordo" a Estados Unidos.
Ahí quedan, entonces, las fotografías y los videos tan deplorables para los derechos humanos en el país vecino.
Policías encaramados a caballo persiguiendo a los haitianos como quien corretea el ganado a los corrales.

CACERÍA DE SERES HUMANOS

Haitianos, centroamericanos y mexicanos, migran a Estados Unidos por la fama pública de la libertad y el respeto a la dignidad y los derechos humanos.
Y, claro, la tierra prometida.
Huyen de sus pueblos, primero, por la pobreza, la miseria, la jodidez, la errática política económica en sus naciones, el desempleo galopante y la baja, pésima calidad de vida, donde por ningún concepto se puede ni se vale soñar.
Y segundo, huyen de la violencia, los carteles y cartelitos, narcos y pistoleros, malosos y malandros.
Y por la incapacidad oficial para garantizar la seguridad en la vida.
Y por las bandas juveniles.
De hecho y derecho, son los judíos del siglo XXI y que durante treinta años huyeron en el relato bíblico atrás del paraíso terrenal, guiados por Moisés, su líder fiel y leal.
La película "Desierto" con Gael García Bernal estremeció a los cinéfilos de México y del continente.
Los cazadores de migrantes en el desierto ocultos entre las piedras y con fusiles de largo alcance como los utilizados en las guerras de EU en el Medio Oriente.
Simple y llanamente, una cacería de seres humanos.
Estados Unidos con Joe Biden y Trump, una vergüenza para el mundo.
Y todavía en México, guardando el protocolo diplomático, cuando, caray, luego de la Patrulla Fronteriza persiguiendo a caballo a los haitianos es hasta para una ruptura diplomática.
Un llamamiento internacional en la ONU, Organización de las Naciones Unidas.
Más porque todos los países del mundo han sido fundados por migrantes, entre ellos, claro, lógico, EU.

EL CAPATAZ DEL MUNDO

El maltrato, vejaciones y humillaciones, ofensas y agravios, de la población blanca y con ojos de color y millonaria de Estados Unidos a la gente de color es legendario, mítico y bíblico.
¡Vaya, hasta Abraham Lincoln tuvo esclavos en la hacienda familiar!
En Estados Unidos les llamaban esclavos y hasta los vendían.
En Rusia les llamaban "almas" y cada pudiente era evaluado a partir del número de almas de su posesión.
Los trescientos años de los Romanov.
En todos los países de América Latina, la esclavitud alcanzó páginas inverosímiles.
El propio Simón Bolívar tenía hacienda porfirista con esclavos.
En "Pedro Páramo" de Juan Rulfo, el hacendado tenía esclavos y ejercía, como todos, el llamado derecho de pernada hacia las mujeres de color.
El cacique gordo de Cempoala tenía cincuenta efebos como esclavos sexuales, todos chamaquitos de veinte años.
A los 10, 11 años de edad, Pancho Villa quitó la pistola al hacendado quien intentaba violar a su hermana y le disparó y como cayó al suelo y creyó que lo había matado huyó a la montaña y fue donde su leyenda se formara y trascendiera hasta tener un ejército, la División del Norte, con treinta mil hombres luchando en la revolución al lado de Francisco Ignacio Madero, otro latifundista que también tenía esclavos.
Tres veces gobernador de Veracruz, cada vez que Antonio López de Santa Anna se aburría en el palacio imperial y faraónico de Xalapa nombraba un interino y elegía a una sabrosa mulata de veinte años de edad y se iba de pueblo en pueblo a jugar baraja y apostar en peleas de gallo y hacer el sexo intenso y volcánico con la nueva doncella virgen en su tálamo.
Incluso, y si es cierto que todos los seres humanos llevamos dentro una vocación dictatorial, entre otras cositas, para tener servidumbre a las órdenes, entonces, el trato del gobierno de Estados Unidos a los haitianos perseguidos a caballo como quien acarrea ganado alcanza dimensión estelar.
Más, mucho más, en un EU alardeando el campeonato mundial en los derechos humanos y ni se diga la libertad y la democracia.
EU, el capataz del mundo.