Iglesia incómoda
•Desdén oficial
•La pura discordia
UNO. Desdeñados Ministros de Dios
Quizá por creerse juarista como López Obrador, el góber machetero de Veracruz desdeña a las elites eclesiásticas.
Acaso porque se siente bendecido por López Obrador, el góber fifí menosprecia a los 8 obispos del Estado y al arzobispo de Xalapa.
Luis Velázquez
Quizá porque como Benito Juárez, sueña con separar el Estado (la redención civil) y de la iglesia (la salvación de las almas) y le valen los comunicados de la iglesia católica y apostólica.
DOS. Discordia oficial
Por ejemplo, el arzobispo y los 8 obispos (Tuxpan, Papantla, Córdoba, Orizaba, Veracruz, San Andrés Tuxtla y Coatzacoalcos, y el obispo auxiliar de Xalapa) expidieron un comunicado donde asentaron las siguientes premisas:
Con MORENA en el palacio de Xalapa, “el crecimiento de la tensión social ante el constante uso de un lenguaje polarizado de quienes pretenden el monopolio de la verdad.
La descalificación a cualquier persona o grupo que piense de otra manera, dando lugar a rivalidades, revanchas y actitudes que no posibilitan un mínimo diálogo para acuerdos constructivos ni favorecer la concordia”.
TRES. Resentimientos sociales
Más todavía:
“Una política con poca participación, descalificaciones y no incluyente, con una democracia incompleta marcada por resentimientos sociales.
“Un sistema educativo débil, con una formación que no abarca la integridad de la persona y los auténticos valores”.
Desde hace ratito, la discordia es el eje rector. El estilo personal del poder. La apuesta a fracturar y a clasificar a la población electoral entre buenos y malos, puros e impuros, honestos y pillos, ángeles de la pureza y demonios de la corrupción.
CUATRO. Satanizados desde el Palacio
Y como desde la iglesia se han ocupado en las homilías del discurso del odio en el palacio de gobierno de Xalapa, entonces, el góber fifí habría expedido la orden fulminante del desdén, el menosprecio y el desprecio.
Digamos, cada quien a lo suyo.
Es más, así quedó expresado cuando el secretario General de Gobierno, el boxeador del palacio, se lanzó, primero, contra el arzobispo, y después, contra el vocero de la Arquidiócesis, y los satanizó, marcando línea al resto del gabinete legal y ampliado y a los diputados locales y federales y presidentes municipales de MORENA.
CINCO. Predican en el desierto
Los Ministros de Dios son reiterativos. Pero predican en el desierto. Acaso, los feligreses los escucharán y al mismo tiempo, igual que ellos, lamentarán el estado social de Veracruz.
Pero más allá del consuelo siempre han terminado en el desencanto y la desesperanza.
Acaso la palabra de Dios sigue muriendo en el silencio jarocho. Y por más que suenen y resuenen, digamos, “los tambores de guerra” para enmendarse, ninguna respuesta oficial existe.
Incluso, el día cuando “El dos del palacio” arremetió contra el arzobispo, el vocero le reviró diciendo que Dios también se ocupa de la vida social.
SEIS. Actores in cómodos
La discordia sembrada en el palenque político por las tribus guinda en Veracruz alcanzan y rozan a la iglesia.
Se acertaría si se escribiera que al gobierno estatal le importa un cacahuate el discurso eclesiástico y hasta actores sociales y políticos incómodos e indeseables los considerarían, como si fueran, por ejemplo, priistas, panistas o perredistas, ONG, Colectivos y académicos críticos.
Peor tantito: cuando las tribus políticas desdeñan el análisis frío y sereno de los hechos y las cosas, el pensar diferente, entonces, en el lado oficial se predica con el autoritarismo.
“Aquí mando yo” diría aquella. “Yo soy el Estado” exclamó Luis XIV ungido rey. “No hay más ruta que la nuestra” dijo David Alfaro Siqueiros.