La lealtad ciega
•Emboscó y mató
•A Emiliano Zapata
EMBARCADERO: Otro personaje de la historia a quien la fe ciega y la lealtad ciega hundieron y llevaron, incluso, a la muerte, fue Emiliano Zapata... Desconfiado por naturaleza, siempre dudó de Pancho Villa, por ejemplo... Y sin embargo, tuvo fe ciega en el coronel Jesús Guajardo, y en su jefe, Pablo González... Incluso, su asesor, el intelectual Gildardo Magaña, “el gordito sabio y mediador”, le advirtió que ambos “tenían en marcha una traición cuidadosamente maquinada”
Luis Velázquez/Parte IV
(Enrique Krauze, Biografía del poder), y a Zapata le pasó lo mismo que a Francisco I. Madero con su hermano y su señora madre… Nunca le creyó…
ROMPEOLAS: Zapata puso a prueba a Guajardo cuando por vez primera se le acercó… Le dijo que si era zapatista, entonces, que ajustara cuentas con la gente de Victoriano Bárcena, “un antiguo subordinado” que lo había traicionado… Y Guajardo los fusiló… Entonces, regaló a Zapata un caballo alazán tostado llamado el “As de Oro”… y Zapata quedó conmovido… Y lo peor, convencido, como si de pronto hubiera olvidado las veinte monedas de oro de los realistas al indio yaqui, guardaespalda de Miguel Hidalgo, para cortarle la cabeza a su cadáver ya fusilado…
ASTILLEROS: Zapata, el político ranchero desconfiado, cree en Guajardo y acepta la invitación a comer en su hacienda de Chinameca para, entre otras cositas, le dice, entregarle doce mil cartuchos para su ejército campesino, la mayoría, armados con palos y rifles para cazar patos y pájaros, incluso, en la ridiculez total, poniendo una estampita de la Virgen de Guadalupe en el sombrero de ala ancha porque así, creían, detendrían las balas…
ESCOLLERAS: En la mañana del diez de abril de 1919, Emiliano Zapata montado en el As de Oro, y con su escolta, rondaban la hacienda de Chinameca… Y en su corazón y neuronas late todavía la desconfianza… Una y otra y otra vez da vueltas a la hacienda, pero sin entrar y “sin morder el anzuelo”… Hacia la una y cuarenta y cinco minutos, toma la peor decisión de su vida… Confía en Jesús Guajardo, ordena que únicamente lo acompañen diez hombres y los otros esperen afuera, y entra a la hacienda…
PLAZOLETA: El mayor Reyes Avilés, cuenta Krauze, lo describió así… “El clarín tocó tres veces llamada de honor, y al apagarse la última nota, y al llegar el general Emiliano Zapato al dintel de la puerta, de la manera más alevosa, más cobarde, más villana, a quemarropa, sin dar tiempo para empuñar las pistolas, soldados que presentaban armas descargaron dos veces sus fusiles y Zapata cayó para no levantarse más”… Todo, porque Emiliano Zapata, el caudillo del Sur, el hombre que seducía a mujeres y hombres por su gran figura de charro, tuvo fe ciega en un coronel y lealtad ciega en su palabra…
PALMERAS: Vestido siempre de charro, “pantalón ajustado de casimir negro con botonaduras de plata, sombrero charro, espuelas y pistola al cincho”, tuvo un momento de debilidad política y fue emboscado… La lealtad y la fe ciega en un hombre lo llevó a la tumba… Igual, igualito, que a Francisco Ignacio Madero… La moraleja es sencilla… El día cuando terminas creyendo en otro, tarde o temprano, la deslealtad y la traición se cruzan… Bastaría referir que al momento, “haiga sido como haiga sido”, dieciséis funcionarios del Obradorismo han renunciado y/o han sido renunciados, entre ellos, los secretarios de Hacienda y Crédito Público, Medio Ambiente y Comunicaciones y Transportes…