El centro del mundo
•París en los años 20
•Capital cultural
EMBARCADERO: Hacia 1920, París se volvió la ciudad más famosa del mundo... Capital cultural de Europa, un mundillo de gays y lesbianas, la mayoría intelectuales de prestigio, al lado de escritores, pintores, escultores, cineastas y políticos... Todavía muchos años después, quizá veinte, más de veinte, Adolf Hitler solo tenía la obsesión de tomarse una fotografía posando ante la torre Eiffel y que lograra la madrugada cuando sus tropas entraron a la ciudad y hacia las 3 de la mañana cumplió su antigua
Luis Velázquez
obsesión…
La loca pasión entre Paul Verlaine y Arthur Rimbaud, los creadores del surrealismo, alcanzó la plenitud en París… También, la de Getrude Stein y su pareja homosexual… Y de Sylvia Beach, la benefactora de un montón de escritores, desde Ezra Pound hasta Ernest Hemingway, viviendo “el amor que no se atreve a pronunciar su nombre” con sus parejas lesbianas… La llamada “Generación perdida” (Hemingway, Francis Scott Fitzgerald, John Dos Pasos, William Faulkner, John Steinbeck, Arthur Miller, Henry Miller y Sinclair Lewis, entre otros) repuntó en el mundo literario desde París…
ASTILLEROS: Pablo Picasso y Modigliani competían por un espacio, aun cuando Picasso era el más exitoso, además del número insólito de mujeres que caminaron en su vida… Octavio Paz llegó a París deslumbrado por el surrealismo y fue amigo, entre otros, de André Bretón, pero también de John-Paul Sartre, Simone de Beauvoir y Albert Camus… Años después, llegarían el argentino Julio Cortázar, el mexicano Carlos Fuentes Macías, el colombiano Gabriel García Márquez y el peruano Mario Vargas Llosa… Tres de ellos (Paz, el Gabo y Vargas Llosa), premios Nobel de Literatura…
ESCOLLERAS: Una tarde, deslumbrado con Julio Cortázar, García Márquez encontró el café donde cada tarde llegaba el cronopio y tomarse un lechero… Y lo esperó en el rincón más arrinconado… Y cuando llegó se le quedó mirando absorto, pleno, en el éxtasis… Y Cortázar ocupó como siempre la misma mesa y la misma silla y fue atendido por el mismo mesero y le sirvió el mismo café… Y el cronopio sacó su libreta de taquigrafía y un lápiz y se puso a escribir sin levantar la mirada… El Gabo quedó hipnotizado, alucinado, mirándolo… Y nunca se atrevió a interrumpir aquel momento mágico…
PLAZOLETA: En París, en la azotea de un edificio donde vivía porque la plata se le había pagado para cubrir la renta, haciendo una o dos comidas, máximo al día, García Márquez escribió “El coronel no tiene quien le escriba” y que consideraba su obra maestra en la literatura… Más, mucho más allá de “Cien años de soledad” llamada la novela clásica luego de “El Quijote de la Mancha”… En París, Albert Camus fue jefe de Redacción de un periódico clandestino, Combat, cuyo solo nombre indica la filosofía de ser y estar y vivir y luchar del Premio Nobel de Literatura… Y en París, Sartre convirtió en amantes a sus alumnas, algunas de las cuales compartía con su esposa Simone de Beauvoir, pues ambos apostaban al amor libre, sin ataduras ni celos…
PALMERAS: En París, un mediodía, la amante de José Vasconcelos, a quien Francisco I. Madero llamaba “El súper muchacho”, Angélica Rivas Mercado, se pegó un tiro con la pistola que ocultaba en la bolsa de mano, incapaz de seguir tolerando sus celos arrebatados… En París, en el barrio latino, empezó el movimiento estudiantil del 68 y que se extendió a Checoslovaquia, Estados Unidos y México… Por eso, la leyenda aquella de que “París bien vale una misa”…