COVID en cárceles
•En asilos
•Y albergues
ESCALERAS: Las semanas y los meses han pasado y nadie sabe si en las cárceles, asilos, albergues, colonias populares y comunidades aisladas y lejanas, el coronavirus ha originado estragos.
Tampoco ninguna autoridad tiene la información de si hay infectados en las regiones indígenas y campesinas de Veracruz.
Luis Velázquez
Y si la población migrante de América Central (Honduras, Guatemala, Salvador y Nicaragua) y los ilegales procedentes de ífrica camino a Estados Unidos y en su paso por la tierra jarocha están contagiados.
PASAMANOS: Los penales, unos veinte parece, significan el secreto sanitario y político y social mejor guardado.
Quizá, como todos desearíamos, están ilesos por tan confinados que están.
Pero al mismo tiempo son, parecen ser, unas ínsulas aisladas del resto de Veracruz, un estado más grande que algunas naciones del continente.
Ojalá que las medidas anunciadas por la contingencia estén operado en los CERESO.
Es el mismo caso, por ejemplo, de los asilos, muchos funcionando en casas particulares.
Más impenetrables las zonas indígenas. Ocho en Veracruz. Huayacocotla, Chicontepec, Otontepec, Papantla, Zongolica, Soteapan y valles de Santa Martha y Uxpanapa.
Todavía peor, porque confluyen y limitan con otras entidades federativas, y como lo decidiera el Ayuntamiento de Chalma, prohibir el acceso a la población porque de Hidalgo vienen zumbando.
CORREDORES: Ha de tenerse la paciencia de un buey y la estrategia del topo de Carlos Marx para esperar, pero más aún, para mantenerse alerta, porque el covid ha sido convertido en el peor mal de la caja de Pandora que inderrotable se extiende y multiplica, y es tan provocativo, bragado y peleador callejero que ha fragmentado a las elites políticas del mundo.
Y como si estuviéramos en la tercera guerra mundial, cada día en los medios se ocupan de la danza macabra con el número de infectados, pero también con la estadística de la muerte, el informe de partes de los generales en el campo de batalla.
BALCONES: En los medios han publicado por ahí una que otra relación de los asilos y en el mejor de los casos gritoneando que están controlados.
Sabrá el chamán la realidad. Y más, porque hay asilos para ricos y asilos para pobres y jodidos, y nada garantiza que en las últimas semanas la política sanitaria sea aplicada con severidad, pero más aún, con honestidad, “honestidad valiente” le llaman desde la purificación moral.
PASILLOS: Más, digamos, porque en los asilos están internadas las personas de la sexta, séptima y octava década, según la secretaría de Salud los más expuestos a contraer el bicho expuestos a la muerte.
Ni se digan, claro, los riesgos de los indígenas en sus pueblos, en muchos casos, comunidades aisladas (hay 2,500 en Veracruz) donde solo habitan una y dos familias, y en donde, claro, hay ancianos.
Si ya de por sí, los abuelos indígenas viven y padecen el peor de los mundos y cuando enferman son trasladas sentados y amarrados a una silla con reatas para amarrar burros y que los vecinos cargan en sus espaldas camino al pueblo con clínica de salud, peor, mucho peor, ahora.
VENTANAS: La secretaría de Salud se ha concentrado en los estragos del covid en las ciudades. Veracruz, Coatzacoalcos, Xalapa, Boca del Río, Minatitlán y Poza Rica, declarados con el mayor número de casos.
Pero con todo y que doce municipios indígenas de Veracruz fueron declarados “Municipios de la esperanza”, ¡vaya consuelo!, el estado de salud de los compitas está muy bien guardado, como si vivieran en otro planeta, el más lejano.