Perder la emoción social
•Lucha por estar y ser
•El fin de una amistad
UNO. “Perdí la emoción social”
En los últimos años de su vida, Juan Maldonado Pereda, ex alcalde jarocho, 4 veces diputado federal, secretario General de Gobierno en la Ciudad de México, secretario de Educación en Veracruz, rector de la Universidad de Tabasco con Carlos Alberto Madrazo como gobernador,
Luis Velázquez
dijo: “Ya perdí la emoción social”.
Lo dijo, cuando meses anteriores había perdido la candidatura priista a gobernador de Veracruz con Miguel Alemán Velasco.
Entonces, dejó de luchar y de continuar soñando con el mundo ideal, el más grande, la silla embrujada del palacio de Xalapa.
DOS. La lucha por estar y ser
Su vida fue una lucha por ganar un espacio. Político inteligente y talentoso, honesto “a prueba de bomba”.
El diputado federal Guinness, Héctor Yunes Landa, fue su compañero en el Congreso de la Unión y ha recordado que cuando Maldonado subía a la tribuna, los 299 diputados federales de entonces callaban para escucharlo con atención dada la experiencia política y el conocimiento de la realidad social del país y sus coyunturales tribales. Y su retórica incandescente.
TRES. “En política llegan los que más convienen”
Hija de su experiencia y de la reflexión política, don Juan dejó frase memorable:
“La política es un tragadero de hombres y de mujeres”, pues cada sexenio el país se reinventa con la nueva dinastía política que llega al poder.
Pero también tenía otra frase más canija:.
“En política, decía, no llegan los más capaces, sino los que más convienen”… a la elite encumbrada en el poder.
Por eso, siempre vivió tocando los extremos, aun cuando nunca pudo lograr el más importante sueño de un político como es la gubernatura de su entidad federativa.
CUATRO. El fin de una amistad
Estuvo en un tris. Fue con Miguel Alemán Velasco, su amigo que se decía o ambos creían.
Un día antes cuando Fidel Herrera Beltrán fue destapado como elegido, Alemán invitó a Maldonado a un viaje en el avión oficial de Xalapa a la Ciudad de México.
Y en las alturas, Alemán le dijo, más o menos, aprox:
“Mañana, Fidel Herrera será destapado”.
Maldonado calló un instante. Luego, preguntó:
--¿Por qué Fidel?
Dijo Alemán:
--Lleva mucho camino andado.
Reviró Maldonado:
--Yo te pedí anuencia para promoverme.
Calló Alemán. Minutos después dijo:
--Pues sí, pero Fidel se movió mucho.
Nunca más, los amigos volvieron a platicar. Ni a reunirse. Quizá la amistad habría terminado ahí.
CINCO. El mundo te acaba y destruye
Don Juan terminó el sexenio alemanista. Quizá, cumpliendo con el deber institucional. Meses después, en un desayuno de picadas y gordas y un lechero, dijo, cuando en una plática amical se le preguntó si continuaría luchando:
“Ya perdí la emoción social”.
Entonces, uno se acordó de una tesis filosófica de Albert Camus en su libro “El verano”:
“El mundo de los demás puede acabarte y destruirte”.
Camus también dijo que “la desesperación humana se da cuando se olvidan las razones por las cuales se lucha”.
SEIS. Una mejor persona
En el caso de Maldonado muchos años pasó luchando “contra los molinos de viento”, abriéndose paso “en el mar proceloso de la política” como le llamaba para estar y ser.
Y cuando estuvo en la antesala, otros intereses políticos, sociales y económicos se atravesaron.
Uno de sus grandes legados fue, es, la honestidad con que siempre se manejó, sin nunca, jamás, pensar en la colección de bienes materiales.
Él, como político. Él, como persona. Persona amable, generosa y solidaria, decente, que era.