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Martes 18 febrero, 2020

23 crí­menes de odio

El primer intelectual de México en reconocer su homosexualidad fue el escritor Salvador Novo, y el segundo, el pintor Juan Soriano.
Una vez, Novo y sus amigos viajaban en un autobús urbano y cuando se acercaba la calle donde debí­an bajar, gritó con su voz de locutor y con el tono en el más alto decibel:
“¡Putos, ya llegamos!”.

Luis Velázquez

Y jaló el timbre del autobús. Y sus amigos, todos gays, ocultaron la cabeza en el pecho y solo Novo se bajó y ellos se bajaron cuadras más adelante uno por uno.
Juan Soriano descubrió su homosexualidad pues fue el único hermano con cuatro hermanas más y fue creado por trece tí­as.
De entonces a la fecha, el camino de la diversidad sexual ha estado lleno de espinas, abrojos y cardos.
Por ejemplo, en el año anterior, tan solo en Veracruz hubo veintitrés crí­menes de odio, todos, igual que los feminicidios (genocidios les llama la diputada federal de MORENA, Lorena Villacicencio), en la impunidad.
Uno de los últimos asesinados fue Abiram, el joven licenciado activista de Xalapa cuyo homicidio de pronto cayó en el abismo de la impunidad cuando una ONG de gays declaró que habí­an asesinado a uno de los suyos.
Fueron, son, como les denominan ellos mismos, crí­menes de odio.
Y como dice Villavicencio, “si a las mujeres las están matando en el paí­s por el único delito de ser mujeres”, a los homosexuales por ser gays.
Y es que, además, han sido ejecutados todos con saña y barbarie, “alevosí­a, ventaja y premeditación”, la última, por ejemplo, de 17 años, en Catemaco, asfixiado con un cable y sangrando por la nariz.
Es el Veracruz más sórdido y siniestro en la historia local. Y sombrí­o, porque la ola de violencia está descarrilada, fuera de control en la ruleta rusa, y por añadidura, en la peor impunidad del mundo.
Y más peor todaví­a cuando el góber jarocho de AMLO predica y repite en el púlpito polí­tico que los feminicidios van a la baja, aun cuando ninguna palabra expresa sobre los crí­menes de los gays.
Y el secretario General de Gobierno exclama que “allí­ van… en materia de feminicidios”.
Y la Fiscal cacarea en la cancha pública con toda la insensibilidad del mundo que los feminicidios van a la baja en caí­da libre, aun cuando va al cine en plaza comercial de Xalapa a ver la pelí­cula “Mujercitas” un dí­a lunes en la noche escoltada por un montón de policí­as.

LOS GAYS SON CULPABLES
A partir de los feminicidios y los crí­menes de odio, el machismo está en su decibel más elevado en Veracruz.
Los hombres, cualesquiera sea su naturaleza y nivel cultural, social y económico, convertidos en unos sátrapas.
Y como dijera el sicólogo, atrapados y sin salida en la perversidad sexual.
Uno, secuestran a la mujer y al gay. Dos, los violan. Tres, abusan de ellos con violencia, saña y barbarie.
Cuatro, los torturan. Cinco, los matan. Seis, en unos casos los decapitan. Y siete, arrojan el cadáver en la ví­a pública, en despoblado, a orilla de carretera, en el monte, en un pozo artesiano de agua dado de baja.
Y en unos casos, de ñapa, les colocan una narco/cartulina para desviar la atención sobre el asesinato en sí­ mismo.
En las últimas semanas del año anterior, por ejemplo, en la zona conurbana Veracruz-Boca del Rí­o, se concitaron una serie de asesinatos de mujeres en serie y aun cuando de pronto, y por fortuna, fueron suspendidos, nunca trascendió si hubo detenidos de por medio.
Y en el caso de los homosexuales asesinados, en todos los casos, y como dicen en sus ongs, la impunidad.
Y si las mujeres son asesinadas, como proclama la iglesia, por culpa de ellas al vestirse de manera provocativa, también, y por añadidura, los gays son culpables de sus muertes por aceptar, digamos, la convivencia sexual con los hombres.
Un riesgo de por sí­ exponerse en las noches en ciudades y a orilla de las carreteras a ser levantados por el primer postor aventurero.

MATRIMONIO IGUALITARIO… PUEDE ESPERAR
Una de las peores sañas en contra de la familia gay ocurrió en el Porfiriato cuando el famoso baile de “Los 43” en una casa en la Ciudad de México y en donde, siempre trascendió, uno de los asistentes era el yerno de Porfirio Dí­az Mori.
Entonces, la policí­a les cayó y detuvo a todos y uno de ellos, el yerno de Porfirio Dí­az, pudo escapar (ajá) trepando a la azotea de la casa y huyendo de brinquitos de azotea en azotea.
Los otros 42 fueron exhibidos al dí­a siguiente en la ví­a pública barriendo las calles de la Ciudad de México y luego enviados a los campos henequeros de Yucatán donde se viví­a la peor esclavitud de aquel tiempo como la describe el periodista John Kennet Turner en el libro de crónicas “México bárbaro”.
Más de cien años después, Veracruz ocupa uno de los primeros lugares nacionales en los crí­menes de odio, con todo y que en los carnavales jarochos la familia gay también elige su reina, en uno de las cuales, por cierto, la reina fue la diputada Marí­a Josefina Gamboa Torales, opositora hoy al matrimonio igualitario porque, como dijo, hay otros pendientes sociales prioritarios.


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