Más todaví­a: AMLO, cuyo primer trabajo fuera con los indí­genas chontales de Tabasco, está más pendiente de la calidad de vida del millón de indios de Veracruz y por eso mismo anuncia (y ratifica) los programas sociales.
Y es que, además, con 212 municipios, el gobierno local apenas, apenitas se da abasto y sus funcionarios del primer nivel deberí­an estar pendientes.
Sobre todo, porque para AMLO el pendiente social número uno son “los pobres entre los pobres”, es decir, los indí­genas.

PASAMANOS: Es más: si el Instituto Nacional Indigenista aplicara un examen a los secretarios del gabinete legal de Veracruz sobre las regiones étnicas y los municipios y sus caracterí­sticas geográficas y orográficas y hasta sobre la identidad polí­tica de cada poblado, “veinte y las malas” que el 99 por ciento saldrí­an reprobados.
Peor tantito: con todo y que en sus apariciones públicas, la secretaria de Turismo gusta de vestir ropita folklórica, ni siquiera tendrá idea del total de municipios en Huayacocotla y Chicontepec, Otontepec, Papantla, Zongolica, Valles de Santa Martha y Uxpanapa y Soteapan.
Bastarí­a preguntarle, por ejemplo, sobre Ixhuatlán de Madero donde naciera el prócer de la izquierda, el ingeniero Heberto Castillo Martí­nez, el gran lí­der moral del movimiento estudiantil del 68.

CORREDORES: AMLO ha estado más, mucho más cerca de los indí­genas de Veracruz.
En algunas regiones, como el norte (Huayacocotla-Chicontepec) y el sur (Soteapan) ha estado, incluso, en un par de ocasiones.
Y en contraparte, desde que los indí­genas de Soteapan a propósito de la presa Yuribia (pesadilla para los gobernadores desde su construcción con Agustí­n Acosta Lagunes), el gobierno de Veracruz dio marcha atrás y solo por accidente, digamos, cuando AMLO llega de gira y de pueblo en pueblo, el gabinete estatal se acerca.
Pareciera que los indí­genas fueron borrados de la agenda pública.

BALCONES: Desde hace unos dieciocho años, AMLO ha sembrado en el surco indí­gena del paí­s. MORENA, por ejemplo, alcanzó vida cuando el tabasqueño caminaba en las regiones étnicas. Los pobres “y los pobres entre los pobres” lo dimensionaron como el mesí­as esperado por todos.
Y por eso figuran en la prioridad número uno de su agenda.
Pero los chairos y Siervos de la Nación aterrizados de pronto en el gobierno de Veracruz, incluidos “los arribistas” como, por ejemplo, los polí­ticos foráneos coronados secretarios de Estado y que confundieron municipios de Puebla con los de Veracruz, andan en una dimensión extraterrestre.
Los indios de Veracruz les valen.

PASILLOS: Ha de revisarse el resultado concreto y especí­fico de las giras de AMLO en las zonas indí­genas.
Y es que si el presidente de la república anda por allí­ pero sin que las dependencias federales aterricen en los hechos ninguna razón existe de por medio, y por el contrario, la vida pública quedarí­a reducida a demagogia pura.

VENTANAS: Y con todo sea gobierno federal, el gobierno de Veracruz habrí­a de estar pendiente, además, claro, de la secretarí­a de Bienestar Social.
Lo importante de todo, cierto, es garantizar empleo y seguridad para los indios, pero más aún, tener como objetivo central enaltecer su calidad de vida de por sí­ y durante tantos sexenios en la precariedad.
Un mundo aparte de Veracruz. El submundo. El subsuelo del mundo como dirí­a Fiódor M. Dostoievski.