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Martes 03 diciembre, 2019

“Narcos” en Netflix

•Crueldad humana
•Control de polí­ticos

UNO. “Narcos” en Netflix

La pelí­cula “Narcos México” en Netflix, seduce y fascina. El cinéfilo es capaz de pasar la noche en vela... para terminar de mirarla y admirarla y quedar alucinado.
Es la historia de los orí­genes del narcotráfico.

Luis Velázquez

Tiempo aquel de los grandes barones de la droga. Miguel íngel Félix Gallardo, el capo de capos, el jefe de jefes, originario de Sinaloa, interpretado por Diego Luna.
Pero al mismo tiempo, el filme describe la cruenta y atroz realidad, la saña y barbarie de los narcos y los malandros… para ajustar cuentas entre ellos.
Por ejemplo, y entre otros hechos propios del infierno están los siguientes:
Rafael Caro Quintero, interpretado por Tenoch Huerta Mejí­a, ganador del Ariel 2021 por su pelí­cula “Dí­as de gracia”, mata a una persona, primero, a madrazo limpio, y luego enseguida, toma un picahielo y lo va ejecutando poco a poco, un picahielazo tras otro, todos en el corazón, con fiereza animalesca, el coraje en su más alto decibel.

DOS. Matar con toda la frialdad
En otra parte de la pelí­cula, Miguel íngel Félix Gallardo, el jefe y maestro, entre otros, de Caro Quintero, don Neto Fonseca, Amado Carrillo (El señor de los cielos), los hermanos Arellano Félix, Joaquí­n Guzmán Loera, René Verdugo, Gabino Salcido, Pedro Avilés y Pablo Acosta, mata a ladrillazo limpio, uno tras otro, todos los golpes en la cabeza, a un jefe de la Policí­a Federal, a quien pagaba en dólares millonarios su silencio y complicidad, todo, porque se vuelve insaciable y cada vez exige más y más y más.
Joaquí­n Cosí­o, el protagonista principal de “El infierno”, el famoso Cochi-loco, interpreta a don Neto Fonseca, uno de los capos sucesores de Félix Gallardo.
Un dí­a, un tipo, amigo de su hijo, lo mata. Y Neto Fonseca lo rastrea, lo detiene y se lo lleva a una casa de seguridad.
Ahí­, platican. Y Neto Fonseca le cuenta su infancia y adolescencia y juventud en la pobreza y la miseria. Y la lucha feroz para ser y hacer. Y le dice que aquel tiempo sufrió mucho, y por eso mismo, perdona, le dice, al homicida de su hijo.
Pero apenas se levanta de la silla donde platican, trepa a su automóvil y ordena a su chofer, su escolta, que lo asesine.
“Ni modo, se dice Neto Fonseca, que perdone al asesino de mi hijo. Ni yo mismo me lo perdonarí­a”.

TRES. Someter a polí­ticos y policí­as
Félix Gallardo, el jefazo de jefazos, es el más desalmado. Por ejemplo, a cada amigo, socio, aliado, cómplice que lo traiciona… él mismo los mata. Incluso, por la espalda. Y con un tiro derecho, derechito al corazón.
Y sin el menor remordimiento de conciencia pues ex policí­a municipal que habí­a sido estaba habituado a matar.
La saña y la barbarie desde entonces entre los capos y sus pistoleros y sicarios, hace más de cincuenta años cuando el narcotráfico iniciara su desarrollo insólito en Sinaloa y de ahí­ se multiplicara.
Y si en el pasado los carteles se mataban entre ellos ahora derivaron a la población civil como una estrategia sórdida y sombrí­a para atemorizar a la población y desafiar a la autoridad.
Por cierto, desde Félix Gallardo, los capos han sometido a los polí­ticos y funcionarios públicos a partir del billete fácil, pues, y como en su caso, llegó a tener el control de hasta 5, 6 gobernadores, y ni se diga de las policí­as federales y el ejército y hasta del procurador de Justicia de la República de entonces.


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