Los dueños de Veracruz
•La vida con Carteles
•Niños huérfanos
•Mujeres viudas
ESCALERAS: El daño sicológico en la población causado por la guerra del gobierno y los narcos resulta apabullante.
Decenas, cientos, miles de hogares con niños huérfanos. Y mujeres viudas. Y padres ancianos en la deriva económica y social.
En muchos pueblos viven de hecho y derecho en un virtual Estado de Sitio. Virtual Toque de Queda.
Luis Velázquez
Apenas, apenitas oscurece, pardea la tarde, las familias se concentran en sus casas y nadie sale, pues las calles y avenidas son propiedad de los narcos.
PASAMANOS: La vida diaria en Veracruz, como en el resto del país, está en poder de los malandros.
Y la vida de cada persona es demasiado importante para exponerse a un secuestro, una desaparición, un asesinato.
Y como se ha dado en varios confines geográficos, cabezas decapitadas abandonadas sobre la mesa de un bar y un antro y cabezas arrojadas en la vía pública por un lado y el cuerpo humano por el otro.
Ningún lugar queda para depositar la esperanza social.
CORREDORES: Un sicólogo dice que la población ha llegado a un fenómeno social denominado “la fatiga del combate”.
Es cuando, y entre otras cositas, la vida se ha vuelto un infierno y en el paisaje urbano merodea la muerte y vivir cada día es una aventura.
Un solo dato: en los once meses de MORENA en Palacio Nacional han asesinado a treinta mil personas, cierto, muchos malandros, ajuste de cuentas entre ellos, pero al mismo tiempo, muchos civiles. Los 6 niños y las 3 mujeres asesinadas en los límites de Sonora y Chihuahua de la familia LeBarón.
BALCONES: Bastaría referir que la entidad jarocha ocupa el primer lugar nacional en secuestros y el primer lugar nacional en feminicidios, así el gobierno de MORENA asegure en el mejor tono fifí, salsero y catrinero que “el índice delictivo va a la baja y estamos contentos, muy contentos”.
Pero además, cuando AMLO dice que “vamos bien” y cuando su góber en Veracruz exclama en medio de la frivolidad que “vamos a buscar VIVOS” a los tres jóvenes levantados y desaparecidos en Papantla el 19 de marzo del año 2016, según parece, por elementos policiacos, tiempo suficiente (y ojalá estuviéramos equivocados) para que su destino haya sido fatídico.
La frase de Cuitláhuac, más allá “para salir del paso”, parece burla y pitorreo.
PASILLOS: El daño sicológico en la población es tremendo y canijo. Insólito. Imprevisible.
De pronto, ¡zas!, unos niños quedan huérfanos. Y unas mujeres, viudas. Y unos hombres, viudos.
Y si las personas siguen desaparecidos (los 7 comerciantes de Ciudad Mendoza y los 4 jóvenes levantados en Omealca-Cuichapa), entonces, la peor angustia de la vida.
Y si los días y noches pasan sin una señal de vida, el infierno. Y más, con la incertidumbre de saber si están vivos, si ya comieron, si los tratan bien o si están muertos.
VENTANAS: La semana anterior se llegó a las doscientas mujeres asesinadas en los últimos once meses y medio.
“A ojo de buen cubero” se trata de doscientas familias en la orfandad y el desamparo. En el dolor y la tristeza irremediable. En una vida segada así nomás por el tsunami de la violencia descarrilada.
Doscientos hogares más sin una hija, una madre de familia, una esposa.
Doscientas familias que han de llevar flores y veladoras al camposanto y ponerse a rezar para “su eterno descanso”.
Doscientas familias que debieron reordenar su vida cotidiana con el corazón y las neuronas llenas de rencor y odio contra la autoridad, sean morenistas, panistas, priistas o perredistas.