habrían generado los aspirantes y suspirantes a la candidatura partidista a gobernador en el año 2024.
Un repaso, digamos, a la mejoría en la calidad de vida que todos ellos habría generado en los diferentes cargos públicos desempeñados.
Incluso, si varios de ellos han sido legisladores locales y federales, las leyes de su autoría y sus resultados sociales en el terreno concreto y específico de los resultados para enaltecer y dignificar la vida colectiva.
Y es que, bueno, una cosita es alardear de las letras y las palabras “curándose en salud” y cultivando su ego y súper ego, y otra, mil, dos mil, tres mil años luz de distancia la herencia social que habrían dejado para los ciudadanos de a pie en un Veracruz donde luego de 79 (setenta y nueve) gobernadores, hay seis millones de los ocho millones de habitantes en la miseria, la pobreza, la jodidez, el desempleo, el subempleo, los salarios de hambre y la migración, además, de un diario vivir con sobresaltos en el día y la noche.
De ser así, caray, y como premisa universal equivaldría tanto “a buscar una aguja en un pajar” y que, insólito, más fácil sería ubicar... apenas por ahí se pringara la piel.
Más en un Veracruz, un país, donde la cultura del sistema política trasciende que los candidatos a la gubernatura serán elegidos por el Dedazo, en el caso de MORENA, del presidente AMLO, y en el caso de los otros partidos, en las componendas tribales bajo el principio universal de la democracia.
El siguiente: E’to pa’tí y e’to pa’mí.

II (Crema a sus tacos...)
Mucho ganaríamos los ciudadanos de a pie si en vez de andar ofertando esperanzas si los aspirantes y suspirantes a la gubernatura efectuaran un resumen de sus logros sociales.
Juan Manuel Diez Francos, Manuel Huerta Ladrón de Guevara, Rocío Norma Nahle García, Sergio Gutiérrez Luna, Patricia Lobeira de Yunes, Julen Rementería del Puerto, Miguel Ángel Yunes Márquez, Fernando Yunes Márquez y José Yunes Zorrilla, quizá Lorena Piñón y Anilú Ingram Vallines (incluidas en la lista priista de Alito) trascenderían mucho más en la vida pública si escribiendo una biografía política de sus vidas ventilaran sus hechos.
Y a partir de ahí, entonces, que cada elector sometiera sus dichos a la lupa social para ir tomando decisiones de cara al año 2024.
Desde luego, serviría para detectar los nombres de quienes “pusieran demasiada crema a sus tacos”.
Y de quienes expresaran la verdad y/o ventilaran mentiras.
Más porque una cosita es que los votos en las urnas sean comprados con chequecitos bimensuales del llamado (hoy) Bienestar Social y nos expongamos, una vez más, a una Elección de Estado (como dice el priista José Yunes), y otra cosita es que el futuro gobernador sea elegido con un sufragio razonado que aprobara “la prueba del añejo” social.
Desde luego, la posibilidad de conocer al derecho y al revés a los aspirantes serviría para cotejar en Internet y con la lupa el (presunto) historial de corrupción.
En todo caso, afianzar más el conocimiento de una vida pública modelo, íntegra, honesta, intachable.
“Ta’gueno”.

III (Hacer pública la vida pública)
Nada imposible se está planteando, más, considerando que una de las premisas de la democracia es hacer pública la vida pública.
Más en una república que ni es amorosa ni tampoco humanística y en donde por sexenios los políticos han tendido a ocultar trastupijes y llegado, incluso, a las patrañas como por ejemplo, manejando empresas fantasmas, primero, a nombre de terceros, y segundo, de terceros que son hasta indígenas y campesinos, y tercero ubicando el domicilio fiscal de las compañías constructoras hasta en lotes baldíos.
Además, el nepotismo, el tráfico de influencias y el conflicto de intereses.
Además, la fama pública en el continente de que en México existe la clase política más corrupta de América Latina.
Y más porque en ningún momento se trata de resbalones en la vida pública de los priistas, panistas y perredistas, sino también de los Morenos en los últimos cuatro años y cuatro meses.
Lo peor de todo, cuando ningún político ni tribu política ni partido político gobernante ha descubierto un remedio definitivo y categórico para disminuir el índice de gente en la miseria y la pobreza.
Y más en un tiempo tan duro y rudo como el COVID y sus secuelas (y que todavía anda por aquí), la recesión y la inflación descarrilada y fuera de control.
Mientras en cada sexenio aparecen nuevos ricos y nuevas familias pudientes, la desigualdad económica y social se multiplica a grandes pasos en todos los rincones de la república.