Desastre epidemiológico
•Entre asustados y gozosos
•Cadenas de oración
UNO. El mundo, asustado
La vida es así en el tiempo del coronavirus: la mitad del mundo sigue asustada, aterrorizada con morir. Y la otra mitad quedó harta de 7, 8, 9 meses de encierro y anda en la calle, como si nada.
La mitad, confinada en casa.
Luis Velázquez
La otra mitad, en las plazas comerciales, los restaurantes, los cines, los antros.
La mitad, encomendándose a su dios celestial, y la otra mitad, dichosa y feliz con sus dioses terrenales.
DOS. Desastre epidemiológico
La mitad, purificándose cada día para sobrevivir, y una parte sustancial de la otra mitad contratando el servicio de table-dance a domicilio.
La mitad, con tapabocas y la sana distancia, y la otra mitad, atiborrando las playas, los ríos y las albercas.
La mitad, enclaustrada como nunca, y la otra mitad, viajando en autobuses de pasajeros, en aviones y hasta en cruceros turísticos en barcos alrededor del mundo.
La mitad, leyendo la estadística oficial de la muerte, segura de que los contagiados y los fallecidos suman dos, tres veces más, y la otra mitad, desafiando el rebrote del desastre epidemiológico.
TRES. Cadenas de oración
La mitad, sin hacer el amor y el sexo en casa, y la otra mitad, escapando a los moteles porque “la calentura es canija”.
La mitad, bebiendo agua en casa a la hora de la comida, y la otra mitad, empinando el codo en la cantina, el bar y el antro preferido.
La mitad, haciendo cadenas de oración para que el bichito se vaya, y la otra mitad, en el pachangón y el desmadre, el Súper Saturday.
CUATRO. De compras en plazas comerciales
La mitad, hasta con caretas y tapaboca y botellita de gel en la bolsa de mano y del pantalón y en el coche, y la otra mitad, zambulléndose en el Golfo de México, como en el cualquier día normal, un fin de semana cualquiera.
La mitad, cuidando de sus padres y abuelos de la séptima, octava y novena década para posponer la vida hasta donde sea posible, y la otra mitad, en las plazas comerciales de compras adquiriendo con tiempo y a tiempo los regalitos navideños para los suyos.
CINCO. Salida salomónica
Mientras, 3 de cada diez enfermeras y médicos están “atrapados y sin salida” en las enfermedades mentales como el estrés, la angustia y la depresión.
Y lo peor, la depresión, porque significa la antesala del suicidio.
Y la mitad del mundo alardeando que ya descubrieron vacunas antídoto contra la pandemia.
Mientras, ni modo, una que otra autoridad municipal suspendiendo carnavales, fiestas religiosas patronales, eventos masivos, fiestones familiares… esperando que la población les haga caso.
Pero diez meses después, la mitad de los ciudadanos de a pie está hasta la coronilla de vivir encerrado y por eso mismo, las tribus gobernantes habrían de buscar una salida salomónica antes, mucho antes de que el rebrote empeore anunciando, digamos, el fin del mundo.
SEIS. Generación suertuda
Con todo, somos afortunados. Una pandemia suele presentarse cada cien años en el mundo. Y, bueno, nos has tocado la oportunidad del COVID para aprender a vivir en medio del desastre y tener la experiencia que, mínimo, nueve generaciones anteriores nunca tuvieron.
En los últimos cien años hemos asistido a muchos cambios y vivencias en el planeta. Quizá, el celular y el IPAD como la gran revelación tecnológica, por ejemplo, como en otro tiempo fue la peste negra.
Tal cual podemos morir tranquilos, dichosos y felices…