Relato de una daifa
•“Mujer bonita”
•De pueblo en pueblo
UNO. Relato de una cortesana
“Soy trabajadora sexual. He caminado de norte a sur y de este a oeste de Veracruz conociendo antros. También soy bailarina profesional. Y ando en los table-dance.
Años después, soñando con mejores posibilidades, agarré camino
Luis Velázquez
en el interior del país.
He estado en los mejores centros turísticos.
Durante quince años he agarrado una experiencia descomunal en el trato con los hombres. Con una simple mirada descubro cuando un hombre me desea. Y lo exploro y explotó.
DOS. Aquellos sueldos de hambre…
“Me metí a la prostitución luego de varios años de trabajar en oficinas en negocios y empresas, con un sueldo de hambre, insultante.
Ninguna posibilidad de crecimiento sentía ni presentía laborando como secretaria. Por el contrario, caí atrapada en el acoso sexual y llegué a sentirme entre la espada y la espada.
Una compañera de oficina con experiencia me lo dijo así:
”˜Si el jefe te folla, tarde o temprano te dejará, con el riesgo de hundirte si la relación termina mal”™.
Y tenía razón. Entonces, luego de la segunda decepción dejé la oficina para siempre y aquí estoy, como una cortesana.
TRES. Nadie por gusto se prostituye
“Ninguna mujer se prostituye por gusto. Quizá habrá casos que nunca, por cierto, he encontrado.
Uno se mete a la llamada vida galante por necesidad económica. Más, cuando eres divorciada y tienes hijos. Y padres ancianos y enfermos.
Estudié hasta la mitad de la carrera universitaria, Ingeniería, pero la dejé cuando quedé embarazada y mi pareja, compañero estudiante, me abandonó a mi suerte.
Y luego de buscar y buscar una chamba, solo me quedó vender mi cuerpo. Y aquí sigo, soñando con Julia Roberts en “Mujer bonita”, esperando que de pronto, el milagro se haga y conozca a un Richard Gere… que me rescate, ajá.
CUATRO. De pueblo en pueblo
“La movilidad de una cortesana es saludable y estratégica. Andar de pueblo en pueblo permite que nunca el corazón eche raíces.
También conocer pueblos y gente. Amistades profundas y largas, llenas de cariño y afecto, con las compañeras.
Todas, apoyándonos en el conocimiento de los hombres y las circunstancias.
Mi prioridad, mi hijo. Luego, mis padres. Y al último yo. Son el eje rector de mi vida.
CINCO. Ver, oír y callar
“Las mesalinas de Veracruz tenemos nombre y prestigio en el resto del país.
Primero, el carácter alegre y festivo. Segundo, vivir el momento con intensidad. Tercero, inagotables.
Cuarto, el ejercicio de la imaginación. Quinto, la lealtad ciega. Sexto, la discreción.
Séptimo, la inteligencia abierta y plural. Octavo, vemos, oímos y callamos, y lo que el hombre celebra y agradece.
Incluso, con las compañeras integramos un frente común, con asesoría de abogados, para defendernos desde los policías exigiendo una mochada hasta los regidores de Salud de cada pueblo inventando bandos de buen gobierno como parte de la extorsión.
SEIS. Las buenas conciencias
“Mis amigas de la escuela me desconocieron. Se volvieron buenas conciencias y me condenaron porque soy prostituta.
Ahora, sin embargo, tengo amigas sólidas y macizas en la relación. También son daifas. Y entre todas nos apoyamos en lo económico cuando tenemos imprevistos y en lo social y moral para alentarnos y darnos fuerza.
Todavía soy joven y tengo demanda en los antros y casas de cita donde he laborado. Y por eso mismo, ahorro lo más que se pueda y yo misma contraté mi Seguro Social, y cada mes pago mi cuota obrero/patronal para tener derecho a una pensión que me aliviane en la vejez”.