Cuitláhuac, a prueba
A mediados del año 2018, Cuitláhuac García quedó con la gubernatura. Derrotó en las urnas a los candidatos del PAN y PRI. Ganó, como lo dice el senador Ricardo Monreal, “todos ganamos porque AMLO iba en la boleta”.
En un principio, el señor García aceptaba con humildad su triunfo gracias a López Obrador.
Luego, vaya paradoja, góber electo, cambió el discurso. Y aseguraba que había ganado por López Obrador, cierto, pero también por él.
Luis Velázquez
Fue cuando se declaró el redentor de todos los males con los que acabaría.
La corrupción, el pillaje, el saqueo, el nepotismo, el tráfico de influencias, el conflicto de intereses, la obra pública por dedazo y favoreciendo a empresas foráneas.
En dos años, dijo, pacificaré Veracruz, ajá.
Entonces, por todos lados buscó culpables de que 6 de los 8 millones de habitantes de Veracruz vivan en la miseria, la pobreza y la jodidez.
Se perfiló como el hombre providencial que recuperaría la gloria de Veracruz como en aquellos tiempos, digamos, de Guadalupe Victoria, Antonio López de Santa Ana, Cándido Aguilar, Adalberto Tejeda Olivares, Teodoro A. Dehesa, Heriberto Jara, Miguel Alemán Valdés, Adolfo Ruiz Cortines, Fernando Gutiérrez Barrios y Dante Delgado Rannauro.
Mesiánico, iluminado, egocéntrico, fifí y sabadaba, a mediados del año entrante, Cuitláhuac enfrentará solo, solito, realidad avasallante, con la elección de presidentes municipales y diputados locales y federales.
Una. López Obrador no irá en la boleta.
Dos. Las elecciones serán cien por ciento locales.
Tres. Los 2 años y medio que para la fecha habrán transcurrido serán medidos en las urnas. Si MORENA gana, buen gobierno y operación política de Cuitláhuac. Si MORENA pierde, entonces, el pésimo ejercicio del poder de Cuitláhuac.
Con todo, incluso, y que Ricardo Monreal ya lanzó su profecía de que en Veracruz y Puebla corren el riesgo de que el partido político de López Obrador sea derrotado en las urnas por culpa de su par de gobernadores.
Por ahora, muchos flancos débiles de Cuitláhuac (Cui le llaman de cariño y hasta pitorreo) evidencian el triunfo avasallante en las urnas como fue a mediados del año 2018.
CARTELES, DUEÑOS DE LA AGENDA SETTING
El PAN, PRI y PRD, sobre todo, también el Movimiento Ciudadano de Dante Delgado y Sergio Gil Rullán, están ardidos, deseosos, los primeros tres, de recuperar el paraíso terrenal que antes de MORENA usufructuaban, lanzados como fue del edén.
Y como ellos están dolidos (el PRI lanzado del palacio de Xalapa desde hace 3 años y medio, y el PAN y PRD desde hace un año y medio), más resentidos que nunca, viven obsesionados con recuperar los espacios perdidos.
Y el primer paso es ganar las alcaldías y curules locales, y a partir de ahí, la posibilidad de quedarse con la silla embrujada del palacio en el año 2024.
Entonces, y desde ahora, la pelea preelectoral y electoral es y será sórdida, siniestra, sombría, implacable, devastadora.
Es todo o nada.
Y si el góber bendecido de López Obrador sigue con sus aires circenses vendiendo esperanzas sociales sin sentido a la población, más aún, alardeando en el tendedero público que la violencia va hacia la baja y que ya identificaron a los homicidas físicos e intelectuales y que pronto harán justicia, entonces, los vientos se le volverán más huracanados.
Simple y llanamente, los 19 meses en el reino estatal revolotean en un ciclo político inestable, quizá el más inestable de las últimas décadas.
El góber jactancioso, “incontenible criatura política de los reality-shows” (Jan Martínez Ahrens), sintiéndose bendecido por López Obrador, el dios terrenal, casi casi juramentando sobre la Biblia la garantía del bienestar común, ha quedado “atrapado y sin salida” en su propia imaginación vislumbrando un Veracruz utópico.
Los carteles y cartelitos, la pesadilla social que más lo ha enlodado y desdibujado, dueños del día y de la noche.
Lo peor: el gobierno de Veracruz con una política reactiva siguiendo cada día los hechos violentos del día y la noche anterior.
Los malos, estableciendo la agenda setting.
Nada más terrible que perder a un familiar por un secuestro, una desaparición y un asesinato.
En el año 2016, Javier Duarte perdió la gubernatura para su candidato priista, entre otras cositas, por el oleaje de inseguridad y que llegara a la desaparición forzada.
En el año 2018, Miguel íngel Yunes Linares perdió la gubernatura para su primogénito, entre otras razones, por la inseguridad y la impunidad.
La campana de la incertidumbre y la zozobra sigue tañendo, enlodando y salpicando la vida en Veracruz.
El gran fracaso de Cuitláhuac García y su secretaría de Seguridad Pública y su Fiscalía General.
AGRIO DISCURSO DE CUITLíHUAC
El discurso del góber se ha vuelto agrio para la población. Cae mal subastando utopías, ilusiones, sueños, esperanzas, demagogia, por ejemplo, con los graves pendientes sociales que siguen dejando cada vez más hogares enlutados con niños huérfanos y esposas viudas y más cruces en los panteones municipales.
Ahora sí, y como él mismo replica, “por el bien” de su sexenio aprieta con más fuerza el acelerador o la oposición seguirá operando, incluso, en el subsuelo de la conciencia social y las neuronas electorales.
El hombre providencial del año 2018 que recuperaría la gloria… en el peor tobogán de su vida.
Su legítimo sueño político para pulverizar los fantasmas del pasado fracasados por completo.
Una cosita es la bendición reiterada de López Obrador y otra la operación política. Quizá esté confiando en que el llamado súper delegado federal, Manuel Huerta Ladrón de Guevara, aplique bien los programas sociales del obradorismo para amarrar los votos en las urnas, igual, igualito que en el tiempo priista y panista solían avasallar en las urnas.
Más, porque Huerta se ha declarado el más leal feligrés, acólito y apóstol de la capilla cuitlahuiana.