El nido de unas pepenchitas
•Dulce espera de la hembra
•El macho acarrea ramitas
EMBARCADERO: Todas las mañanas, antes de que el solecito cuaje, y en las tardes, con la tibieza de la brisa marina del Golfo de México, un par de palomitas, una hembra y un macho, llegan a un poste de luz y se paran... Entonces, otean el horizonte y clavan los ojos chiquitos, de colibrí, en un nudo gordiano que hacen los cables de la luz... Algún día, quizá, volando y sobrevolando lo miraron desde las alturas y eligieron para hacer su nido
Luis Velázquez
La hembra, lista para echar el huevito, y el hombre, como escribió Salvador Díaz Mirón, “tú como paloma para el nido y yo como león para el combate”…
ROMPEOLAS: El par de pepenchitas mira el cableado y luego, vuela del poste de la luz al nudo gordiano… Y se planta… En tanto, el macho se le queda mirando y luego vuela… Y se va… Y se pierde en el cielo cuando la mañana apenas va comenzando, tibia y fresca… La hembra mira y vuelve a mirar, digamos, pasea la mirada en el cielo y en la tierra y se centra en el nudo de los cables que parece un platito minúsculo como para la natilla del bebé…
Al rato, el palomo regresa… Y desciende de su viaje al poste… Y en el pico trae la hija minúscula de una ramita y que apenas, apenita, puede cargar… Y con dulzura, la pepenchita haciéndose a un lado, la deposita en el nudo.. Y luego, la hembra y el macho se juntan y entre los dos la acomodan con sus patitas… Después, intercambian la mirada llena de amor… Y parece, hasta donde desde aquí se ha observado, que se besan… Un besito rápido y tierno de piquito… Y el macho vuela de nuevo en el cielo azul, sin nubes…
ESCOLLERAS: Sabrán los astros el lugar hacia donde vuela el palomo… Quizá a un árbol cercano… Acaso a otros árboles, digamos, frente al Golfo de México… El caso es que sabe con exactitud el lugar donde un árbol florece y puede arrancar la hojita de una rama para poco a poco, pian pianito, ir haciendo el nido… Y es que, dice el veterinario, luego del romance y el fuego amatorio, la pepenchita está lista para poner el huevito que dará vida a una nueva vida…
PLAZOLETA: La palomita queda ahí, en el nudo gordeano, esperando a su galán, cuidando el espacio y el lugar para el nido… Temería, quizá, que otra pareja de pepenchas se los quitara… O que un hombre, lleno de soberbia y envidia, se los tirara… O acaso que un viento inesperado se los tumbara… Ella, madre al fin, madre que será, es una hembra recelosa y procura la cuna del hijo…
PALMERAS: Desde hace varios días, el ritual del par de pajaritos construyendo el nido alegra las horas como un espectáculo maravilloso de la naturaleza… Hay veces hacia el mediodía cuando el sol está en su apogeo que los dos regresan, siempre juntos, acompañándose en el cielo… Y desde luego, supervisan el nidito, checando si todavía está por si las dudas algún viento imprevisto lo habría movido o removido… Y es que ellos, todo indica, se programaron para que el pajarito nazca en primavera, antes, mucho antes de las lluvias, siguiendo su instinto y la experiencia de los años vividos… Por fortuna, desde la recámara de la casa se les mira y admira y uno vive espiando la hora puntual en que llegan en la mañana y la tarde…