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Malecón del paseo
Viernes 27 marzo, 2020

El nido de unas pepenchitas

•Dulce espera de la hembra
•El macho acarrea ramitas

EMBARCADERO: Todas las mañanas, antes de que el solecito cuaje, y en las tardes, con la tibieza de la brisa marina del Golfo de México, un par de palomitas, una hembra y un macho, llegan a un poste de luz y se paran... Entonces, otean el horizonte y clavan los ojos chiquitos, de colibrí­, en un nudo gordiano que hacen los cables de la luz... Algún dí­a, quizá, volando y sobrevolando lo miraron desde las alturas y eligieron para hacer su nido

Luis Velázquez

La hembra, lista para echar el huevito, y el hombre, como escribió Salvador Dí­az Mirón, “tú como paloma para el nido y yo como león para el combate”…

ROMPEOLAS: El par de pepenchitas mira el cableado y luego, vuela del poste de la luz al nudo gordiano… Y se planta… En tanto, el macho se le queda mirando y luego vuela… Y se va… Y se pierde en el cielo cuando la mañana apenas va comenzando, tibia y fresca… La hembra mira y vuelve a mirar, digamos, pasea la mirada en el cielo y en la tierra y se centra en el nudo de los cables que parece un platito minúsculo como para la natilla del bebé…

Al rato, el palomo regresa… Y desciende de su viaje al poste… Y en el pico trae la hija minúscula de una ramita y que apenas, apenita, puede cargar… Y con dulzura, la pepenchita haciéndose a un lado, la deposita en el nudo.. Y luego, la hembra y el macho se juntan y entre los dos la acomodan con sus patitas… Después, intercambian la mirada llena de amor… Y parece, hasta donde desde aquí­ se ha observado, que se besan… Un besito rápido y tierno de piquito… Y el macho vuela de nuevo en el cielo azul, sin nubes…

ESCOLLERAS: Sabrán los astros el lugar hacia donde vuela el palomo… Quizá a un árbol cercano… Acaso a otros árboles, digamos, frente al Golfo de México… El caso es que sabe con exactitud el lugar donde un árbol florece y puede arrancar la hojita de una rama para poco a poco, pian pianito, ir haciendo el nido… Y es que, dice el veterinario, luego del romance y el fuego amatorio, la pepenchita está lista para poner el huevito que dará vida a una nueva vida…

PLAZOLETA: La palomita queda ahí­, en el nudo gordeano, esperando a su galán, cuidando el espacio y el lugar para el nido… Temerí­a, quizá, que otra pareja de pepenchas se los quitara… O que un hombre, lleno de soberbia y envidia, se los tirara… O acaso que un viento inesperado se los tumbara… Ella, madre al fin, madre que será, es una hembra recelosa y procura la cuna del hijo…

PALMERAS: Desde hace varios dí­as, el ritual del par de pajaritos construyendo el nido alegra las horas como un espectáculo maravilloso de la naturaleza… Hay veces hacia el mediodí­a cuando el sol está en su apogeo que los dos regresan, siempre juntos, acompañándose en el cielo… Y desde luego, supervisan el nidito, checando si todaví­a está por si las dudas algún viento imprevisto lo habrí­a movido o removido… Y es que ellos, todo indica, se programaron para que el pajarito nazca en primavera, antes, mucho antes de las lluvias, siguiendo su instinto y la experiencia de los años vividos… Por fortuna, desde la recámara de la casa se les mira y admira y uno vive espiando la hora puntual en que llegan en la mañana y la tarde…



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