“Yo, Indira”
Desde la senaduría, la panista Indira Rosales ya demostró su identidad. Luego de su meteórica carrera política, pronto llegó tan alto, que por ejemplo, la curul le queda demasiada pequeña. Indira “ya representan mucho más”. De secretaria en el Ayuntamiento de Boca del Río que fuera a secretaria de Desarrollo Social a Senadora, ahora sueña con la candidatura azul a gobernadora en el año 2024.
Luis Velázquez
Igual, igualito, como en la primavera del año 2018 se creían un par de priistas. Una, Carolina Gudiño Corro, y dos, Elizabeth Morales. Ambas, hoy, en la Renata, la Reserva del Talento Nacional, como le llaman.
Por eso, Indira lanzó feroz y sistemática campaña propagandística por su informe senatorial en Boca del Río proclamándose como la enviada de Dios en la tierra. “Yo, Indira”. Casi como Luis XIV cuando dijera “Yo soy el Estado”. O como León Tolstói cuando advirtiera al mundo: “Si Dios no existe, entonces, yo soy Dios”.
Además, en la foto de “Yo, Indira”, posó con una enorme y gigantesca sonrisa, más grande que la sandía de Diego Rivera. Y su sonrisa dio la vuelta al mundo jarocho y mostró, claro, “el tamaño de su ambición”.
Algunos políticos dirían que ya es la política automática, por aquello de que apenas ocupó la curul sueña con el puesto siguiente. Y arriba de la curul, la gubernatura, aun cuando, claro, pudiera entretenerse un ratito como presidenta municipal de Veracruz (que así la miran los Migueles Yunes) o de perdis, alcaldesa boqueña, mientras, claro, sigue creciendo para quedarse con la candidatura panista…, siempre y cuando Joaquín Guzmán Avilés, el presidente del CDE del PAN, lo permitiera.
EN SU SONRISA, EL TAMAÑO DE SU AMBICIÓN
Nadie sabe si “Yo, Indira” será o sería capaz de levantar a una parte de la población con un llamado cívico para, digamos, luchar contra la inseguridad o el desempleo en Veracruz.
Nadie sabe el bienestar social creado bajo su impulso, aun cuando enfrenta una denuncia penal de la secretaría de Desarrollo Social interpuesta en la Fiscalía.
Se sabe, por ejemplo, que en la tribuna parlamentaria la ha pasado despotricando en contra del góber de AMLO en Veracruz, de igual modo como su homóloga Morenista, “Yo, Gloria Sánchez” acusa a los medios de una conspiración en contra de Cuitláhuac para derrocarlo con un golpe de estado periodístico.
Se sabe que desde la tribuna ha defendido con todo y por todo a la yunicidad ante el tsunami de denuncias penales en la Fiscalía.
Pero de ahí a que con su trabajo legislativo habría generado la construcción de un servicio público (una escuela, un salón de clases, un camino pavimentado, un sistema de agua potable, etcétera), nada de nada, quizá porque rechazaría que un legislador sea gestor de bienes sociales.
Y lo que está claro es que igual que el senador Julen Rementería del Puerto, desde la curul mira la gubernatura como el siguiente paso, igual, igualito como fueran los casos de Fidel Herrera Beltrán, Rafael Hernández Ochoa, Rafael Murillo Vidal y Fernando López Arias quienes del Congreso de la Unión pasaron a la jefatura del Poder Ejecutivo Estatal.
Por eso, entronizada en lo más alto del poder parlamentario lanzó su proclama de “Yo, Indira”, como si fuera una nueva iluminada, la mujer enviada por Dios para enaltecer a Veracruz.
Nunca, y por desgracia, se le ocurrió a Carolina Gudiño, Elizabeth Morales, Anilú Ingram, Mariana Dunyaska y Gloria Sánchez intitular su informe “Yo Carolina, Yo Elizabeth, Yo Anilú, Yo Mariana, Yo Gloria”.
PREFERIDA DE LOS YUNES
En uno de sus cuentos en el libro “Cantar de ciegos” de Carlos Fuentes, un personaje literario dice al otro:
“Somos jóvenes y tenemos derecho a vivir sin responsabilidades”.
“Yo, Indira” están en la juventud plena. Y aun cuando la juventud es un tramo demasiado corto de la vida ante la vejez tan perpetua y eterna, Indira es la predilecta de la yunicidad, y ya se verá si trasciende a la dinastía Kennedy del Golfo de México con asiento en Boca del Río, y va más allá de la era yunista brincando para arriba en el tiempo de Guzmán Avilés en el CDE del PAN.
Los Yunes azules siempre han mostrado preferencia por ella. Y a ella, ahora encumbrada, reitera que le gustan los focos y los titulares, como aquella ocasión cuando secretaria de Desarrollo Social fue a la sierra de Zongolica vestida de indita y con unas trenzas de La Malinche y se puso a echar tortillas a mano en un comal sobre una estufita ecológica mientras los fotógrafos y camarógrafos inmortalizaban el momento estelar para difundirlo en Veracruz a través de los medios.
Y, claro, echando tortillas feliz y dichosa y sonriendo ante la mirada impávida de las mujeres indígenas y quienes, de seguro, se habrían sentido “carne de cañón”.
“Yo, Indira”, una mujer empoderada gracias a los Yunes que el año anterior perdieron la gubernatura y este año la presidencia del CDE del PAN, y de postre, enfrentan varias denuncias penales por irregularidades en la Fiscalía.
Si una mujer es frívola por naturaleza, una mujer política en el estrellato mucho más.
“Yo, Indira”, como si se dijera “Yo, el César”, “Yo, Cleopatra”, “Yo, Karime, merezco abundancia”.