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Miércoles 26 junio, 2019

Asesinadas 124 mujeres

•¡Vaya Alertas de Género!
•El reino de la impunidad

ESCALERAS: La tercera Alerta de Género fue descarrilada. Quizá, con razón suficiente. Las dos Alertas decretadas cuando Javier Duarte y Miguel íngel Yunes Linares, de nada, o poco, sirvieron. Peor, claro, es en la era Cuitláhuac. Hacia el dí­a 200 de su sexenio de izquierda, ciento veinticuatro mujeres asesinadas. Primer lugar nacional. Además, del primer lugar en el ranking de secuestros.

Luis Velázquez

Nada más canijo que la ola de violencia se ensañe en contra de la población femenina. Bastarí­a recordar que 6 de cada 10 habitantes de Veracruz son mujeres.

PASAMANOS: Y en la lista de la muerte hay mujeres originarias de Veracruz y del paí­s y del extranjero.
Por ejemplo, dos mujeres migrantes asesinadas en unas emboscadas, una de ellas, de 19 años.
La primera, en los lí­mites de Isla y Rodrí­guez Clara. Y la segunda, en Agua Dulce. El sur de Veracruz polvoriento, turbulento, huracanado. El infierno.
Además, en la lista siniestra, desde niñas y jóvenes hasta señoras y ancianas ejecutadas. En varios casos, para robar. En otros, para violar y matar. Y decapitar, unas veces, con todo y el rescate pagado. Y otras, porque la familia declaró su incompetencia económica para cubrir el pago.

CORREDORES: Con todo y el par de Alertas, más de cien mujeres asesinadas.
Pero a la luz de los hechos y el Estado Delincuencial rigiendo la vida cotidiana por encima del llamado Estado de Derecho, la tercera parecerí­a improcedente.
Y es que la Alerta de Género significa garantizar la seguridad en la vida de las mujeres.
Y nunca como ahora el Estado Fallido para que la población femenina viva con tranquilidad y en paz.

BALCONES: Según el Fiscal, han aclarado el 40 por ciento de los feminicidios. Es decir, 4 de cada 10.
Claro, eso dice Jorge Wí­nckler, pero sin aportar pruebas, evidencias, testimonios, relatorí­as. Y si el ciudadano quiere creer en el Fiscal, o cree, es su rollo. Lo expresó con firmeza el director general de Proceso, don Julio Scherer Garcí­a al gobernador Javier Duarte:
“No le creemos”.
Y “no le creemos” porque si los asesinos de las 124 mujeres asesinadas estuvieran detenidos, sujetos a proceso penal, sentenciados, era para cacarear la detención y los años de cárcel de igual manera como, por ejemplo, anuncian los refrescos de cola y la leche Lala en la televisión…, solo con un objetivo, como es el escarmiento para frenar, reducir, acabar con el rencor y el odio desorbitado en contra de las mujeres.

PASILLOS: Ninguna ong ni activistas o académicas levantaron la voz para inconformarse porque la tercera Alerta de Género fue congelada.
La iniciativa estaba en la cancha de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, maestra jubilada de la UNAM y como magistrada de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Todos callaron. Ni un diputado local o federal de Veracruz, tampoco el trí­o de senadores, se ocuparon del graví­simo pendiente social.
Tampoco, claro, se han inconformado ante el asesinato de mujeres y que está fuera de control, incluido lo que algunos teóricos del desastre aseguran que se deben a la violencia intrafamiliar, hombres machos y bragados, borrachos iracundos, celosos irracionales.

VENTANAS: Hay un par de Alertas de Género. Entonces, la presión social ha de centrarse en el cumplimiento de la ley. Y ha de ser exigiendo su efectividad al gobernador y al secretario de Seguridad Pública, SSP, y al Fiscal.
De acuerdo con la ley, por ejemplo, la primera instancia para garantizar la seguridad es la SSP y que para el objetivo tiene más de veinte mil policí­as, además de la Fuerza Civil.
Y la segunda instancia es la Fiscalí­a, encargada de procurar justicia, de hacer justicia, de aplicar la justicia, simple y llanamente.

PUERTAS: Es más, la ola de violencia está acercando a la era Cuitláhuac a los mil asesinatos. Pronto lo serán. Será un récord Guinness ganado en poco tiempo.
Y mientras Veracruz sigue chorreando sangre, secuestros, desaparecidos, asesinatos y fosas clandestinas, el góber y el fiscal continúan en su pleito verdulero, “tirándose la pelota” uno al otro, de espaldas al grave pendiente de la incertidumbre y la zozobra.

CERRADURAS: Y lo más grave es que a las dos partes les vale. Habrí­an de releer la novela “El arlequí­n” de Morris West donde un par de magnates se trenzan en una pelea a muerte para quedarse con el mercado, sus escoltas y pistoleros se matan entre ellos y luego ellos se matan y un tercero en discordia queda victorioso.
El destino social de los 8 millones de jarochos está por encima, mil años luz de distancia, del gobernador y el fiscal.
Pero a ninguno de los dos les importa. Ellos solo viven en cada nuevo amanecer para sus rencores y odios.
Y al paso que van, casi 7 meses de fracaso en el operativo, solo quedarí­a un duelo a muerte, como en el viejo oeste o en una pelí­cula de los hermanos Almada.
“Muerto el perro se acaba la rabia” dirí­a el chamán.

PATIO: Ninguna acción firme y eficaz se siente, mira, advierte, olfatea del gobierno de Veracruz para disminuir y/o desaparecer el feminicidio.
Dirí­ase que la población femenina está indefensa. “A la buena de Dios” para librar cada dí­a y cada noche.
Y aun cuando AMLO sostiene que constituye una bendición de Dios que Cuitláhuac gobierne Veracruz, las bendiciones están tardando demasiado para llegar, vaya, ni por ósmosis, a las mujeres.
Nadie pensarí­a, claro, que el góber es machista y por eso aplica la lección francesa de la polí­tica de “dejar hacer y dejar pasar”.


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