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Jueves 30 mayo, 2019

Cuitláhuac, “ni los ve ni los oye”

•Resistencia pací­fica de curas
•Burda venta de esperanzas

ESCALERAS: El obispo de Córdoba y el arzobispo de Xalapa siguen clamando parar la violencia. Pero igual que Carlos Salinas, el gobernador “ni los ve ni los oye”.
A: Ante la manifiesta incompetencia, mejor calla.
B: Le vale.
C: La inseguridad no es objetivo ni prioridad.
D: Le da pena y mejor guarda silencio.

Luis Velázquez

E: Al momento, ningún trascendido de un acercamiento entre las elites eclesiásticas como era caracterí­stico en tiempos panistas y priistas. En todo caso, quizá cónclave de Cuitláhuac con bajo perfil. Mejor dicho, discreción total.
Y más, porque si se reúne con la cúpula católica también con la evangélica y más, mucho más, la cristiana, ya se sabe, la religión profesada por AMLO, el jefe máximo.

PASAMANOS: El obispo de Córdoba, Eduardo Patiño, siempre tan leal a la feligresí­a, dijo:
“Se desborda la violencia y no hay nadie que la enfrente”.
El arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, con una sobrina secuestrada y asesinada y un sobrino plagiado, dijo:
“No salgan de noche. Y a cuidarse, por favor (por favor, por favor) ustedes mismos”… y que de hecho y derecho es la misma consigna del presidente municipal de Xalapa desde hace ratito.

CORREDORES: El obispo de Córdoba ha tomado las calles y avenidas de la ciudad con feligreses y el Santí­simo por delante clamando tranquilidad en la vida cotidiana.
El arzobispo se ha reducido a las homilí­as en el púlpito, a los comunicados y a la declaración mediática.
El obispo de Coatzacoalcos, no obstante el municipio más conflagrado, un pueblo sublevado, en silencio.
De cualquier manera, y aun cuando el vocero de la Diócesis de Veracruz, pidió “planes realistas y eficaces”, la respuesta oficial es el silencio.
El góber, en su principio de Peter. Simple y llanamente, no puede. Está rebasado. Su incompetencia es manifiesta. Y solo, digamos, y cuando es inevitable, vende esperanzas.
Mientras, Veracruz chorrea sangre en el rincón más arrinconado del infierno.

BALCONES: La iglesia, los ministros de Dios, los mensajeros del Vaticano y Francisco en Veracruz, claman parar la violencia.
Pero el poder terrenal finge demencia.
Se ignora si se deberá a que en la era Cuitláhuac, las elites eclesiásticas ya perdieron la fuerza polí­tica y social que Javier Duarte y Fidel Herrera Beltrán les vieron y sintieron en sus tiempos.
Se ignora si la iglesia católica vive con Cuitláhuac el tiempo de las vacas flacas a diferencia de las vacas gordas en el duartazgo y el fidelato.
El caso es que los obispos y arzobispo protestan y protestan y protestan por el tsunami de inseguridad y la incertidumbre y la zozobra siguen campeonas, invictas, dueñas de la agenda pública, recreando el Estado Delincuencial frente al frágil y debilucho Estado de Derecho.

PASILLOS: Dijo el arzobispo:
“Vamos a pedir a Dios que pronto estas cosas se vayan normalizando porque ya son muchas y muy frecuentes”.
Pero de seguro, veinte y las malas, Dios estará demasiado atareado y ocupado con otros peores males del mundo (el mundo árabe, el mundo africano, la tensión cardiaca entre Rusia y Estados Unidos, Venezuela con Nicolás Maduro, etcétera) para mirar a Veracruz.
Además, nada tiene que ver Dios con los carteles… por más y más que AMLO, (“AMLO tiene mucho parecido a Dios” según Solalinde) diga que pactará con los carteles, soñando que se portarán bien… cuando, caray, es tanto como esperar que Luzbel se purifique.

VENTANAS: Si el góber desoye a los ministros de Dios, entonces, ninguna posibilidad hay de que el paraí­so terrenal, “la noche tibia y callada” de Agustí­n Lara, regresen lo más pronto y lo más lejano posible.
Y es que si las elites eclesiástica significan, digamos, la gran esperanza para que el mundo, para que Veracruz, puedan ser mejores, caray, se necesita mucha, demasiada fe.
Y si el góber no pela a los obispos y arzobispos, entonces, solo queda volverse guardia comunitaria, armarse como el ganadero de Jaltipan que mató a tres malandros defendiendo a su familia y hacer justicia por mano propia como los vecinos de Soledad Atzompa que detuvieron, lincharon y quemaron vivos a 6 secuestradores.

PUERTAS: En algunos pueblos, los vecinos se han organizado y participado en marchas de inconformidad social clamando tranquilidad.
Algunos diputados locales han puesto la inseguridad en la agenda legislativa.
Los obispos han elevado sus oraciones a su Dios.
Y el góber “encerrado en su laberinto”, festinando su pasecitos maravillosos de salsero, feliz de comer ceviche en un puestecito del mercado de Coatzacoalcos aderezado con la estampita de “La Santa Muerte” colgando de una pared y más feliz que cualquier mortal porque el jefe máximo lo vitoreó y levantó la mano.

CERRADURAS: Dice el obispo Patiño Leal:
“Extorsiones, cobros de piso, secuestros, balaceras, asesinatos afectan a la sociedad, destruyen la vida de las familias y destruyen la esperanza de los jóvenes”.
¿Y?
Y nada pasa.
Pasarí­a, digamos, si los obispos y el arzobispo se declararan en huelga de hambre con feligreses solidarios como parte de la resistencia pací­fica.
O que los obispos cerraran las iglesias como medida de presión religiosa y social.
O que de cada una de las diócesis de Veracruz (Tuxpan, Papantla, Córdoba, Orizaba, San Andrés Tuxtla y Coatzacoalcos), los obispos partieran con los feligreses de sus pueblos en una caminata a Xalapa, la sede de los tres poderes, tipo AMLO de Villahermosa a la Ciudad de México.

PATIO: Y es que predicar desde el púlpito, desde el comunicado o desde la declaración mediática, es insuficiente.
La homilí­a ha perdido su fuerza social. Por eso Jesús agarró el látigo y a latigazos expulsó del templo a los mercaderes.
Con sus homilí­as en el púlpito quizá los obispos ganen el cielo, pero los feligreses siguen quedando a la deriva, expuestos a un secuestro, una desaparición, un asesinato y a una fosa clandestina, tarea de la secretarí­a de Seguridad Pública, y a la impunidad, tarea de la Fiscalí­a.


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