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Malecón del paseo
Viernes 10 agosto, 2018

La musa de Octavio Paz

•Murió en la soledad
•Marie José Tramini

EMBARCADERO: Marie José Tramini acaba de morir... Ella fue la segunda esposa de Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura, fallecido el 19 de abril del año 1998... Marie José murió en la soledad... Sola, digamos, acompañada de quince de los treinta y dos gatitos que llegó a tener... Los gatitos fueron llevados por los amigos a un veterinario y después los repartieron en albergues para su posible adopción... Desde la muerte de Octavio Paz, Marie José se aisló

Luis Velázquez

de los amigos… Incluso se negó a recibir ayuda y tratamiento médico…Estaba, y viví­a, llena de miedos y angustias… Ella se fue alejando y alejando porque padecí­a, entre otros males, una terrible y espantosa depresión… Era, sin embargo, una mujer jovial y alegre… Pero llena de temores y miedos… Y con la depre pajareando en su vida; todaví­a peor, la soledad… Ella creí­a que mejorarí­a de sus achaques, pero nunca pudo… Sola, sin amigos, con un reducidí­simo personal, su calidad de vida fue disminuyendo hasta que “prácticamente no se moví­a de un sillón”…

ROMPEOLAS: A la muerte del poeta se fue distanciando cada vez más de los amigos… Marie José quedó atrapada y sin salida en uno de los peores males de la tercera edad, como es la soledad, aun cuando, claro, la soledad suele carcomer la vida en todas las edades… Es más, el sicólogo dice que se puede estar acompañado de la familia, de una persona amada, de un amigo probado y comprobado, y al mismo tiempo, sentirse solo… Es lo que llaman la soledad de dos… Y, por el contrario, puedes estar solo, pero acompañado, por ejemplo, de un libro, una pelí­cula, unos animalitos, como en el caso de la esposa de Octavio Paz, de quince gatitos, su razón de vida… Igual, igualita, digamos, que Nahui Ollin (Carmen Mondragón), la mujer más bella de su tiempo en el siglo pasado, la musa de poetas y pintores, desde el Dr. Alt hasta Diego Rivera y José Clemente Orozco, y que hacia el final de su vida siempre tení­a un montón de perritos callejeros a los que alimentaba…

ASTILLEROS: Por eso, incluso, en algunas estaciones de radio tienen programas nocturnos llamados, entre otros nombres, como el club de los corazones solitarios y en donde la persona que así­ se sienta puede llamar por teléfono simple y llanamente para dialogar… En el caso de Marie José, por ejemplo, después de ser pareja de Octavio Paz, el único mexicano con el premio Nobel de Literatura, el resto de los mortales le parecí­an intrascendentes… Y nada mejor que vivir con el recuerdo, encerrada en la nostalgia de los años idos… Con todo y el espantoso riesgo de la soledad fí­sica… Y más cuando ya se tiene una edad avanzada, como en el caso, en que ella tuvo accidentes caseros en un par de ocasiones y se lastimó una rodilla y una pierna… Peor aún, si se considera que ella siempre rechazó la atención médica… Desde que conoció a Octavio Paz en la India, donde era embajador, nunca, jamás, Marie José se separó de él y vivieron juntos el resto de sus vidas…

ARRECIFES: En “El llano en llamas”, Juan Rulfo tiene un cuento donde un par de comadritas se quieren tanto que ambas juran morir juntas para acompañarse en el camino al más allá y corretear a la soledad… Por el contrario, Marie José buscaba la soledad y se encerró en un atroz aislamiento… Llegó un momento cuando prohibió más ediciones de los libros del poeta y cerró su archivo literario a los estudiosos de su obra… Es más, cerró la Fundación Octavio Paz… Siempre se negó a tener una secretaria argumentando que “no podí­a soportar la presencia de una persona en su casa” (El Universal, Alida Piñón), pues sólo deseaba estar en compañí­a de los recuerdos vividos con el Premio Nobel… En España habí­a pendientes editoriales que debí­a atender y nunca viajó porque tení­a un miedo terrible a los aviones...En un accidente aéreo murieron su única hermana y sobrinos...

PLAZOLETA: Aislada y temerosa pasó sus últimos años la musa de Octavio Paz… Peor tantito, claro, la soledad, cuando se llega a la senectud sin una pensión digna y en la pobreza total y absoluta… Y lo peor, de acuerdo con los geriatras el paí­s será en unos veinte años una nación habitada por personas de la tercera edad y por niños… Y sin prestaciones económicas, sociales y médicas… Bastarí­a referir que en Veracruz hay ochocientos mil ancianos, la mayorí­a de los cuales sin una jubilación… Y en la mayor parte de los casos con pensión, una pensión oscilante entre mil 500 a tres mil pesos, cuando, por ejemplo, una cajita de medicinas para curar la próstata cuesta 900 pesos y dura treinta dí­as… Ni se diga ya, entonces, la calidad de vida de los ancianos en las ocho regiones indí­genas de Veracruz, todos en la miseria y la pobreza… Y de ñapa, y por lo general, abandonados por los familiares que andan con prisas para llevar el itacate y la torta a casa…

PALMERAS: Marie José murió entre las 7:30 horas y las 10 de la mañana el 26 de julio… Sin hijos procreados con el Nobel, sin familiares cercanos y lejanos, lejos de los pocos amigos que restaban, enferma depresiva, alejada de la vida cultural y del activismo social y polí­tico, el final fue cien por ciento difí­cil… Y si en la vida es importante la plenitud cuando, por ejemplo, se está en la juventud, más, mucho más significativa es la calidad de vida en el último tramo… Y más porque, como escribió Rulfo, los dí­as y las noches están poblados de fantasmas, a veces fantasmas que resucitan como en Pedro Páramo… La vejez ha de ser, entonces, una polí­tica de seguridad nacional, una polí­tica de Estado, como en los pueblos indí­genas donde los adultos mayores formaban parte de un venerable Consejo de Ancianos, la máxima autoridad en la comunidad…


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