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Martes 07 agosto, 2018

Descrédito de la UPAV

•Tuvo 77 mil alumnos
•Ahora, caray, sólo 7 mil

UNO. Descrédito de la UPAV

La UPAV, Universidad Popular Autónoma de Veracruz, la única, digamos, obra educativa de Javier Duarte, está en el peor momento de su vida.
De 77 mil estudiantes que llegó a tener en la euforia duartiana, ahora, está en unos 7 mil.
El descrédito total.

Luis Velázquez

Significó, como toda novedad, una esperanza para los más más de veinte mil jóvenes rechazados cada año de la Universidad Veracruzana y que ha sido rebasada en la posibilidad económica para abrir las puertas a un creciente número de estudiantes.
Entonces, abrieron campus de norte a sur y de este a oeste de Veracruz hasta en las recámaras y garajes de las casas de profesores interesados.
El anuncio de la UPAV ofertando carreras universitarias y posgrados fue puesto hasta en la corteza de los árboles en las esquinas de las calles y avenidas.
Sólo faltó que el anuncio apareciera en el aviso económico de la prensa escrita.
“Tú dime la carrera que desees en tu pueblo y la UPAV la pone” ofrecí­an los apóstoles educativos del duartazgo.
Más aún, se enorgullecí­an de tener alumnos en el otro extremo del mundo ví­a Internet.

DOS. La gloria efí­mera…

La UPAV abrió filiales en varias entidades de la república y desde el Estado de México y Tabasco llegó el primer guamazo cuando la declararon inválida, y por añadidura, un fraude.
De pronto, en los pueblos aparecieron alumnos inconformes con la técnica pedagógica, pero también la deficiente calidad de los profesores.
Un dí­a, hasta los maestros se sublevaron porque les dejaron de pagar.
Entonces, el gobierno del estado compró espacios en la prensa para publicar boletines oficiosos sobre la Universidad Popular.
Pero de nada sirvió.
La UPAV iba en picada y en caí­da libre hacia abajo.
De un (presunto) modelo educativo defendido a ultranza por sus creadores con todo el orgullo del mundo (carreras en dos años, telesecundarias, telebachilleratos, etcétera) convertida en la gran estafa.
En los últimos veinte meses de la yunicidad lleva tres rectores.
Y de ñapa, en el carril educativo, polí­tico, social y mediático apareció un fraude millonario cometido en el primer año de la yunicidad.
De 77 mil estudiantes… a 7 mil ahora.
El simple dato expresa el sótano educativo en que cayó…, en tanto su creador, Javier Duarte, está preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México acusado de desví­o millonario de recursos públicos.

TRES. Universidades AMLO

Algunos dí­as en la prensa publicaron un anuncio que decí­a más o menos así­:
“Necesitamos contadores… menos de la UPAV”.
Y la gran obra educativa de Duarte siguió “haciendo agua”.
En el sexenio anterior, el maestro Atanasio Garcí­a, padre de Cuitláhuac Garcí­a Jiménez, el gobernador electo, impartí­a clases en la UPAV los fines de semana, en tanto el resto de la semana era académico en la Universidad Veracruzana.
Y desde entonces, le habrí­a cobrado el suficiente cariño para que ahora en el carril educativo sientan, huelan, presientan, olfateen, que los próximos 6 años, Atanasio será una especie de mecenas, gurú, tlatoani, tótem de la Universidad Popular para entrar, digamos, “en su segundo aire”, pues en la yunicidad, ni fu ni fa, dejada a la deriva para caminar como una oficina más del gobernador.
Quizá.
Y quizá, porque en el otro lado del charco están las Universidades AMLO.

CUATRO. Casa Veracruz para la UPAV

Se trata de un graví­simo problema de la educación superior.
Por ejemplo, cada año, la UNAM rechaza a más de cien jóvenes aspirantes a estudiar una carrera profesional en la casa de estudios públicos más prestigiada de la nación.
Cada año, la UV rechaza a más de veinte mil. En el último ciclo escolar los rechazados sumaron 25 mil.
Y en ambos casos se debe a la insuficiencia presupuestal pues abrirse más significan más instalaciones y plazas magisteriales.
Por eso, quizá, el virtual presidente de la república, AMLO, también quiso crear sus UPAV desde cuando fue jefe de Gobierno en la Ciudad de México y ahora, más que nunca, pues ha anunciado la creación de cien universidades.
Según las versiones, en los municipios de Coatzacoalcos y Poza Rica habrí­an creado la primera facultad, Ingenierí­a Petrolera, pero hasta donde se sabe si se sabe bien quedaron en el mero anuncio, las buenas intenciones, el deseo utópico.
En todo caso, a partir del primero de diciembre del año que corre, el nuevo gobierno estatal estarí­a entre la espada y la espada con la UPAV (alentada por el maestro Atanasio Garcí­a, llamado a desempeñar un gran papel rectoral en la vida pública) y las Universidades AMLO.
Nadie dudarí­a de que la UPAV serí­a convertida en Universidad AMLO, aun cuando el góber electo ha anunciado que la Casa Veracruz, la residencia oficial que fue del jefe del Poder Ejecutivo, será la sede de la UPAV y con salones de clase.

CINCO. Fracaso de Javier Duarte

La vida se reinventa cada seis años, pues cada gobernador trae su librito y sus razones existenciales y sus cariñitos y sus filias y fobias.
Y así­ como anda el gobernador electo indeciso, por ejemplo, si en la secretarí­a de Seguridad Pública nombra a un militar retirado o a una mujer, y dando a conocer su gabinete con tensión cardiaca y en suspenso jugando con las elites polí­ticas, quizá divirtiéndose, el destino educativo de la UPAV estarí­a, digamos, en la encrucijada.
Mientras, la caí­da ya no puede empeorar cuando de 77 mil estudiantes sólo le quedan 7 mil.
El gran fracaso de Javier Duarte y su asesor polí­tico estrella, José Murat Casab, el exgobernador de Oaxaca, que lo convenciera de la UPAV.


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