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Sábado 14 julio, 2018

El PRI, decapitado

•Sólo tres diputados locales
•“Ya ni llorar es bueno”

UNO. El PRI, decapitado

El PRI en Veracruz, en el peor momento de su historia. Solo priistas “a prueba de bomba”, con una fe inconmovible en Plutarco Elí­as Calles y la revolución seguirán “al pie del cañón”. Crisis geopolí­tica en el Congreso local, por ejemplo. De 50 diputados, sólo tres del viejo dinosaurio.

Luis Velázquez

Y con tres de los 50 diputados, el partido tricolor está decapitado. Casi casi al nivel del PT, el PES, el PVEM. O el PAN en su peor tiempo.
MORENA será avasallante con 29 legisladores. El PAN podrá mostrar el puño y el músculo con 17. Una curul para el PVEM.
Terrible si se recuerda, por ejemplo, que el tricolor perdió las 50 diputaciones locales. Ninguno de sus treinta candidatos a la curul ganó en las urnas. “Ya ni llorar es bueno” dice la canción ranchera, tan sabia.
Además, el trí­o de legisladores rojos que serán, sin una fuerza popular, sin un arrastre social y sin consistencia ideológica.
Juan Carlos Molina Palacios, lí­der de la CNC, ocupado en sus experimentos genéticos de exportación y en ganar otro premio internacional de ganado cebú.
Érika Ayala, con la compañí­a constructora en alianza con sus hermanos.
Y Jorge Moreno Puga, con tantos años en la RENATA, Reserva Nacional del Talento, su resurrección será, digamos, con sentido patrimonialista.

DOS. “Adiós al PRI”

Es el peor de los tiempos para el viejo partido. Perdió la gubernatura, perdió la mayorí­a de diputaciones locales y federales y perdió las senadurí­as.
Y si ganó algunas curules fue por la ví­a pluri.
Y sin embargo, nadie dirí­a como Gabriel Zaid en 1975 con su libro, “Adiós al PRI”.
En polí­tica, ha dicho Jorge Uscanga Escobar, no hay un polí­tico muerto como tampoco un partido.
Pero de aquí­ a resucitar en el ánimo y en las neuronas de la población electoral de Veracruz se antojan años luz.
De entrada, y si el gobernador electo de MORENA hace un buen papel y dignifica la calidad de vida de los 6 millones de habitantes del estado jarocho declaradas por el INEGI en la pobreza, la miseria y la jodidez, entonces, en el año 2024 el partido de AMLO ganarí­a de calle otra vez la gubernatura.
Y más, si AMLO aterriza lo que llama la cuarta transformación del paí­s, a la altura de la guerra de Independencia, la guerra de Reforma y la Revolución.
En 1997 cuando el PRI perdiera 107 presidencias municipales, el mundo en Veracruz supo que el tricolor era derrotable.
La corrupción polí­tica, el desví­o de recursos públicos, el enriquecimiento ilí­cito y la soberbia de los priistas los fue expulsando de palacio poco a poco con las presidencias municipales hasta llegar a la gubernatura y al Congreso local y federal.
Ahora, caray, de 50 diputados locales… solo tres. Y por la ví­a pluri.

TRES. “Ahí­ viene el lobo”

En el derrumbe partidista, unas elites están pidiendo la renuncia del presidente del CDE, Américo Zúñiga Martí­nez.
Y Américo, por lo pronto, ha anunciado la expulsión de los priistas a quienes llama traidores porque cuando miraron el barco huyeron al PAN y MORENA, además de otros, soterrados, que operaron desde el PRI para los candidatos de oposición.
Se ignora si el ajuste de cuentas ayudarí­a al tricolor a recomponerse.
Y más, cuando Américo anuncia la barredora, en tanto, y por ejemplo, en el CEN del PAN simple y llanamente anunciaron la expulsión de Ernesto Cordero sin preámbulos y sin rodeos, incluso, en la ví­spera de la elección presidencial del primero de julio.
En el PRI, sin embargo, se están pareciendo al pastorcito de Oaxaca. “Ahí­ viene el lobo”, te vamos a expulsar, y la noticia sale en portada de los medios y siguen titubeando en la decisión.
Y, bueno, si el PRI ha cacareado un voto duro de entre 800 mil y 900 mil electores y Pepe Yunes Zorrilla solo alcanzó 528 mil 204, significa, entonces, que Américo habrí­a de expulsar a unos, mí­nimo, 280 mil priistas, o más.
Serí­a, por añadidura, “la crónica de una muerte anunciada”.
Además, nada se gana con la expulsión. En todo caso, está la parábola del hijo pródigo.
Y más aún, reinventar al partido.
Más todaví­a, porque de nuevo perdieron la presidencia de la república.
Y en Veracruz, dos veces seguiditas perdieron la silla embrujada de palacio.

CUATRO. Hora de levantar cadáveres

Queda mucho tiempo por delante para resucitar. Mí­nimo tres años cuando de nuevo se diriman las curules en el Congreso local. Cuatro años, en el caso de las alcaldí­as. Seis años para la gubernatura.
Cierto, la lucha partidista será bí­blica porque tendrán todas las llaves cerradas y quedarán sin el financiamiento a raudales de otros tiempos.
Y más, porque los priistas se acostumbraron a operar con el billete por delante y al que, y por desgracia, solí­an ordeñar.
Y si Renato Alarcón perdió 170 presidencias municipales y Américo Zúñiga otra vez la gubernatura, las curules locales y federales y las senadurí­as, solo un militante ferozmente priista aceptarí­a la presidencia del CDE pues sabe que le corresponde levantar los cadáveres, y al mismo tiempo, resucitarlos y reconquistar la confianza de la militancia.


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