Descargan policías furia contra reportero en Orizaba
•Gabriel Lagos, de El Sol de Orizaba, fue esposado, golpeado y encarcelado tras grabar revisión a un camión
•La Policía de Orizaba, la Policía modelo, lleva ya varios casos de agresiones a civiles
•Un reportero que lo mueve la pasión de informar y luchar contra las injusticias, dice
Por ANTONIO OSORIO
"Cállate hijo de tu puta madre", le gritó un policía al reportero de El Sol de Orizaba, José Gabriel Lagos Martínez, mientras le soltaba un manotazo en la cara, ya esposado, en la Inspección de Policía de Orizaba, donde quedó detenido, por haber grabado a unos policías cuando revisaban el camión de unos vendedores de follaje.
La fuerza de la Policía volvió a descargarse, ahora sobre la humanidad del periodista, luego de que en días pasados elementos de la corporación, la misma que el año pasado fue puesta como ejemplo de Policía modelo por el Gobierno del Estado, tundieron a golpes a un joven y se lo llevaron por estarlos grabando, mientras que a otro joven, cantante, también lo retiraron de afuera de Plaza Valle.
Gabriel Lagos fue acusado por el alcalde Igor Rojí, de querer mediar para liberar a sus amigos, pero además fue violentado en sus derechos, al ser esposado, golpeado y encarcelado, sin poder llamar por teléfono a sus familiares o pedir ayuda de conocidos, porque también le quitaron el teléfono y le borraron sus contactos, fotos, videos, notas periodísticas, entrevistas de las notas que llevaba para su periódico.
En la denuncia que presentó en la Fiscalía, mediante la carpeta de investigación UIPJ/915/2018/F6, refirió que el 15 de junio del 2018, como a las 19:00 horas, sus amigos, Josué Olguín y otro de nombre Gaspar, le avisaron por teléfono que los policías municipales habían detenido sin motivos el camión de redilas en el que acarrean follaje, lo habían detenido en la avenida Poniente 5 y calle Sur 16, en el centro de Orizaba, por lo que fue en su ayuda.
Al llegar a ese lugar, el reportero encontró a los policías de la patrulla PA-74, y les preguntó el motivo por el que detenían a mis amigos, a lo cual los uniformados respondieron que sólo era por revisión, pero junto con el camión se los llevaron a la Inspección de Policía, esposaron a Gaspar y a tres de sus trabajadores, citó en la querella.
Por tal motivo, agrega, “me trasladé a la Inspección, donde empecé a grabar con mi teléfono, por lo que uno de los policías me esposó y me pasó con otro elemento, diciendo que estaba obstruyendo su trabajo y me metieron hacia el sótano”.
Como reportero de la Organización Editorial Mexicana, señala, “sólo pregunté el motivo de la detención de mis amigos e intenté grabar lo que estaba ocurriendo, pero me golpearon y me metieron a la cárcel, y el oficial calificador me impuso una multa de 1,335 pesos para poder salir de la cárcel”.
En la denuncia, Lagos Martínez, solicitó también que se lleven a cabo las medidas de seguridad de acuerdo con el Protocolo de Investigación para la Atención de los Delitos cometidos en agravio de los Periodistas, ya que lo despojaron de su teléfono y le borraron toda la información que ahí tenía.
*Narra reportero la golpiza que le propinaron los uniformados.
Dos días después de la agresión, y con las marcas de los golpes y el maltrato que sufrió, el reportero cuenta que el pasado viernes 15, poco antes de las 7 de la noche le habla un vecino y le explica que habían detenido un vehículo de otro amigo suyo, por lo que fue a pedir informes.
El vehículo, un camión torton, había sido detenido en la calle Sur 16 y avenida Oriente 5. Ahí venía la persona que se llama Gaspar y que está mencionada en la denuncia, cuenta.
“Llego a preguntar y me informan que estaban presentados por vehículo sospechoso, todavía no estaban detenidos, pero cuando le dicen a Gaspar y a sus empleados que tienen que ir a la Inspección de Policía, los esposan, cosa que es ilegal, porque iban presentados”, señala, mientras sostiene un sobre con los documentos de la denuncia.
Y luego prosigue, “llego a la Inspección y volteo hacia mi izquierda, ahí tienen el camión estacionado, ni siquiera lo metieron aunque la Inspección tienen donde estacionarlo, ahí en ”˜Truglabolck”™. Entonces voy al vehículo creo que ya lo estaban revisando eran como 6 policías más o menos, me acerco al vehículo, en el estribo había un policía y le pregunto ¿qué pasó oficial? y me respondió que le pidiera a mi amigo que se bajara para una revisión, entonces le dije a mi amigo que se bajara del camión y saqué mi teléfono para grabar todo”.
Sin embargo, acusa, resulta que el policía, al que identificó como una persona de complexión media, como de 1.65 o 1.70 metros de estatura, tez morena clara, apiñonada, le exigió que apagara su teléfono, “yo le contesté que de acuerdo con el Artículo 7 era mi derecho grabar con mi teléfono, pero se bajó del estribo y se me vino a los golpes, que me tuerce el brazo, yo con el teléfono grabando, y me dijo suelta el teléfono, y le respondí que no lo iba a soltar, le dije que me permitiera identificarme, para entonces yo pedí identificarme, pero me empezaron a decir que era yo arbitrario, que para qué estaba yo grabando”.
Doblado por el dolor, por la torcedura del brazo derecho, a la altura de la muñeca, el reportero soltó el teléfono, luego le doblaron la mano izquierda y lo esposaron.
El elemento que lo sometió fue apoyado por el copiloto de la patrulla PA-73. “Si analizan una foto que hoy viralizó el Ayuntamiento, ahí se ve la cola de la patrulla. Digo que es el copiloto porque cuando yo denuncié, salí de la Fiscalía como a las 11 de la noche, llegaron las patrullas 73 y 75, no se si para ver si ya había yo denunciado o para intimidarme, no se si fue casualidad o no, ahí estaban”, consignó el agraviado.
“El policía que me agarró me suelta y me mete el brazo el copiloto de la patrulla PA-73 para seguirme sometiendo, me llevan hacia adentro de la Inspección y en el camino todavía el otro, el que me esposó me tira un puñetazo en el estómago, y yo le dije que por qué me pegaba, si lo único que hice fue preguntar y tratar de grabar, pero no me entendió”, sigue narrando Lagos.
Con voz firme, indignado, el periodista recuerda que “Cuando llegamos a la guardia de los separos, donde reciben a las personas detenidas, ahí, un tipo de tez morena, que tiene una cicatriz en la nariz, que no se si tenga carrera policial o no, aunque no me parece que la tenga, me sorrajó un golpe, pero con toda la fuerza de su mano, como una bienvenida; que me suelta el manotazo a todo lo que da su fuerza, que me mareó y me dejó zumbando el oído, y yo le pregunté, oficial, ¿por qué me pega?, yo no le he pegado, y todavía me dice ”˜cállate hijo de tu puta madre”™, y le volví a preguntar ¿por qué me pega? y me contesta ”˜qué te calles hijo de tu puta madre”™, que me ponen contra la pared, y yo esposado, cedí, le dije que le pedía perdón y una disculpa si hice algo que lo ofendiera”.
Después, lo llevaron a la casita donde reciben a los detenidos, le tomaron la fotografía, le llenaron su ficha, entregó la cartera, credenciales, cadetes, su chamarra, y su gorra que ya no le devolvieron, pero su teléfono ya no lo tenía porque ese se les quedó a los policías agresores.
Ahí estaba el oficial calificador José Luis Téllez, y otro compañero de los policías que se llama Gerardo Romero, “él no me golpeó pero lo cito porque él puede dar los nombres de los que me golpearon”, precisa.
Luego, “le dije al oficial calificador que me habían golpeado y se burló, preguntando que dónde me habían golpeado y le dije que afuera y adentro de la Inspección, donde estuve dos horas detenido, sin haber cometido ningún delito, el único delito fue haber preguntado por el camión y haber intentado grabar”.
También recuerda que las personas por las que fue a preguntar estaban junto a él, y aunque no estaban detenidas, también estaban esposadas.
“Yo pedí que me dejaran hacer una llamada, me ofrecieron hablar del teléfono de la Inspección pero yo pedí mi teléfono pensando que tenía mis contactos y pensaba hablarle a un fiscal para que fuera a verme como estaba con las marcas de los grilletes, pero ya habían formateado mi teléfono y cuando le dije que habían borrado todo, el guardia me responde ¿pero quién?, y ya cuando te das cuenta que todo lo que preguntas te es devuelvo con agresividad, ya mejor te quedas callado. Imagínense que me comunicaron a un teléfono, pero quien sabe a dónde marcaron, que la persona que me contestó ni me conocía”, vuelve a acusar, ya un poco más tranquilo, mientras muestra la boleta de la multa.
Cuando el oficial calificador le dijo que tenía que estar detenido 36 horas o pagar multa y le respondió que sí pagaba la multa, con la condición de que le dijeran el motivo de la detención y lo único que atinó a decirle, como lo especificó en la boleta, fue faltas al reglamento de Policía, y aunque quiso defenderse nada pudo hacer contra la cerrazón de las autoridades.
Luego, cuando preguntó por los detenidos por los que fue a preguntar, le dijeron que ya se habían ido, y el camión también, que no estaban detenidos, “imagínense la incongruencia de la Policía, aje que yo por llegar a grabar me encarcelan y del motivo por el que se generó todo no hubo nada”, lamentó.
Por fortuna, recibió todo el apoyo del director del periódico, Miguel íngel Salazar, se reportó el caso a Xalapa y también le hablaron varios compañeros, como los de la organización “Artículo 19”; también espera el apoyo de la Comisión Nacional y Estatal de Derechos Humanos, y de la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas del Estado de Veracruz.
“Yo no quiero nada, no tengo ningún problema, pero no se me hace justo lo que hicieron, imagínense lo que le pueden hacer a un ciudadano común, dicen que son la mejor Policía, que están preparados, pero a mí me dejaron mucho que desear”, concluye.
*Con 21 años de reportero, Gabriel Lagos sigue firme en el oficio.
Gabriel Lagos tiene 21 años como reportero, formado en la práctica diaria del quehacer periodístico. En 1997 ingresó como ”˜office boy”™ en el periódico El Mundo de Orizaba, donde fue ayudado por personas que le tendieron la mano se convirtió en editor de la sección policíaca, luego trabajó como reportero en ese mismo diario, estuvo también en El Buen Tono y actualmente se desempeña en El Sol de Orizaba, donde lleva casi dos años.
Asegura que lo que lo llevó a iniciarse en el periodismo fue el hecho de que no le gustan las injusticias y siempre le ha gustado ayudar a la gente, “siempre que he podido lo hago y sin cobrar nada es algo que traes de naturaleza”, presume el comunicador de 45 años de edad.
Recuerda a una compañera de nombre Caritina, a quien en una ocasión pidió una computadora para guardar unos archivos y escribir algunas cosas como poemas, le preguntó si le gustaba reportear y la entonces directora de El Mundo, Auricela Castro García, fue quien le propuso que empezara a escribir en la sección que quisiera, local, policiaca, deportes, sociales, hasta que al paso de los días empezó a redactar.
Sin pensarlo le entró a sección policíaca, donde el primer día le tocó cubrir la información de un ahorcado, y así fue como se inició.
Admite que no es el primer caso, de agresión que sufre, ya que en una ocasión tuvo un conflicto con un ex inspector de la Policía.
Aunque sus compañeros me dicen que no sea recatado cuando llega a cubrir alguna información, Gabriel se inconforma porque las autoridades no lo dejan hacer su trabajo y muchas veces se enfrenta a los uniformados.
“No podemos acceder a todo lo que quieren, nos dicen prepotentes, y que luego por qué nos matan, pero si no informamos a la ciudadanía, ¿quién lo va a hacer?”, resume.
Asimismo, reconoce que “si hay temor por los riesgos, hoy lo piensas, ves la situación de que los policías entregan a la gente. Cuando he tenido miedo de ir a balaceras, le piensa uno, aunque los compañeros nuevos son más arriesgados, nosotros tomamos las precauciones, mejor esperamos que pase todo y luego vamos a hacer la chamba”.
Antes, dice, “la prensa era respetada, pero ahora la gente ya no se deja preguntarle, te ve y no te dicen nada, eso y un poco la ley y los funcionarios que aplican la ley a su manera han ido cambiando la situación de reportear”.
En la zona de Orizaba, explica, hay videos en las redes donde se ve a los inspectores de Comercio agredir a los vendedores; hace 15 días los policías también golpearon y se llevaron a un joven porque los grabó, y el 8 de junio, cuando fue la venta nocturna, afuera de Plaza Valle, un joven estaba cantando y también se lo llevaron los policías. En estos casos creo que también intervino Derechos Humanos, critica.
*Todos los días, sin descuidar a su familia, sale en busca de la información.
Convencido de que este es la única forma que tiene para mantener a su familia, comenta que “voy a seguir reporteando, lógicamente con más cuidado, con más seguridad, porque este trabajo es el sostén de mi familia, yo respeto el trabajo de las autoridades, pero así como ellos hacen su trabajo nosotros hacemos el nuestro”.
El reportero ha sabido sobrellevar la tarea periodística al lado de su esposa, su hijo y su hija, de 22 y 15 años de edad respectivamente, y hasta un nieto que va a cumplir dos años.
“A mi hija la he puesto a hacer notas, le digo que me ayude a hacer notas, le paso los datos, le va entendiendo, y le recomiendo que escriba con objetividad, que escriba las cosas que son, nunca poner de más, para que el lector entienda”, platica con orgullo.
También cuenta que ha leído tres libros: la Constitución, “que todos debemos leer para saber nuestros derechos; como creo en Dios, y todo lo que ocurre lo pongo en manos de Dios, siempre, confío en él, también leo la biblia, me defino como un hombre de bien, de paz, no tengo problemas, no tengo enemigos, no me gusta hacerle daño a nadie y si cometo algún error le pido perdón a Dios, y el otro libro que también leo es el Código, porque estoy en la sección policiaca, que es delicada, porque una mala frase que escribas, te ganas una denuncia o te ganas una golpiza”.
Así llevo mi vida, trabajando, ando jalando a mi familia, porque son el motor de mi vida, afirma.
Desde las 6 de la mañana se levanta, para llevar a su esposa a su trabajo, lleva a su hija a la escuela, al bachillerato, luego empieza a revisar las redes sociales, se empieza a reportar con los grupos para que sepan que ya anda trabajando.
Así vive todos los días, en Orizaba, donde por fortuna se ha educado a los automovilistas, sus notas casi no son de accidentes, pero se pasea por la Fiscalía para a cachar algo, va a la región, Ixtaczoquitlán, Ixhuatlancillo para sacar sus notas.
También confió que hace como 6 años estuvo alejado del periodismo, “cuanto trabajas con pasión te desvelas, te desmañanas, lo haces porque te gusta y en mi caso si hay un muerto en la madrugada, en algún municipio de la región, a esas horas voy a cubrirlo”.
Aunque le robaron su equipo de fotografía, todo su trabajo lo hace apoyado solo con el teléfono, “tratamos de cumplir, mi compromiso con mi empresa es cumplir y dar lo mejor”.
Este reportero, que en los ratos libres va a las canchas a trotar y a jugar basquetbol, y que de comida prefiere las verduras, asegura que Orizaba es una ciudad hermosa, lo reconoce, pero afirma también tiene sus inconvenientes, como la inseguridad a la que ha estado expuesta en los últimos años, pero “aquí seguimos, este es mi terreno donde me toca desenvolverme, y voy a seguir trabajando, esto pasó porque hay mucho oficial que es nuevo y no me conoce”.