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Viernes 15 junio, 2018

Un escritor en Austria

•El paraí­so terrenal •La capacidad de asombro

UNO. Ricardo Ravelo, en Austria

El reportero y escritor (nueve libros publicados), Ricardo Ravelo Galo, se ha establecido en Austria. Nueva vida. Nuevas esperanzas.
Un escritor, claro, puede vivir en cualquier latitud del mundo. Su chamba es escribir. Escribe aquí­ y escribe allá.

Luis Velázquez

Aquí­, claro, tendrí­a, digamos, la información fresca, de primera mano, para reportear.
Pero el Internet facilita todo. Y puedes vivir en el otro extremo del planeta... como si estuvieras aquí­.
Simple y llanamente, reporteas por Internet, las redes sociales, el twitter, el Facebook, el Whastsapp, anexos y conexos, además de que con los amigos de Wikipedia, siempre fieles.
Además, y como en el caso de Ravelo, en la mejor tradición de Tom Wolfe quien al morir dejó 219 cajas resguardadas, su legado con todo y archivos periodí­sticos, Ricardo también jaló para Austria con su paquete de cajas conteniendo archivos.
Mejor dicho, con sus memorias cibernéticas.
Más porque estando allá sigue reporteando aquí­ a sus amigos, enlaces, contactos y relaciones periodí­sticas.
Más, claro, sus fuentes privilegiadas que le allanan, por ejemplo, documentos oficiales.
En cada gira que emprendí­a por el mundo, Carlos Denegri, el mejor diarista de su tiempo en el periódico Excélsior, maestro de Manuel Mejido, solí­a arrastrar un montón de cajas con libros y documentos sobre los asuntos que reportearí­a.
Además, Denegri, igual que su alumno Mejido, solí­an llegar a un pueblo del paí­s, a una nación extranjera, y lo primero que hací­an era reunirse con los mejores tundetecleas y a quienes reporteaban.

DOS. Un paí­s donde todas las noches llueve...

En Austria, Ravelo está aprendiendo el idioma alemán. Todos los dí­as lee. Escribe. Camina.
"Y más en un paí­s muy verde, con muchas montañas, mucho campo, rí­os, lagos, ciudades donde los rí­os atraviesan pueblos enteros”.
El contacto con la naturaleza.
De pronto, dice, se siente en los pastizales de la Cuenca del Papaloapan, donde es originario, Carlos A. Carrillo, pero, claro, sin los 50 grados de temperatura y a la sombra.
Ahora en Austria hace calor, pero todas las noches llueve y de dí­a el sol es radiante.
Luego, el aire sopla y el cielo se oscurece y cae la tormenta.
De los meses de diciembre a marzo, niebla. Y cuando niebla, igual que en todos los rincones del mundo, la gente entristece. Y hay, por ejemplo, muchos suicidios.
La tristeza embarga".
El amigo extraña los tacos de la colonia Del Valle, donde viví­a. Las flautas de la esquina de su casa. El trago con los cuates. A Noé Zavaleta cuando amanecí­an frente a un montón de cascos vací­os. Su gato que seguramente ha de sentirse abandonado.
Pero al mismo tiempo, vive allá con una nueva ilusión, una esperanza radiante, y escribe.
El cronopio Julio Cortázar decí­a que la única manera de exorcizar los demonios era feliz y nada hací­a más feliz a Ernest Hemingway que escribir mil palabras diarias y que iba contando una por una sólo para mantener la disciplina y el brazo caliente.
Así­, el escritor cuenqueño va jalando el carruaje en Austria.

TRES. La capacidad de asombro

Por ahora, la vida está tranquila en Austria. Incluso, es un paí­s donde casi casi no pasan cosas y hasta los bomberos se aburren.
Cuenta:
"El otro dí­a escuché un carro de bomberos que hizo sonar su sirena y encendió sus luces rojas.
El camión llevaba dos meses parado y los bomberos salieron a realizar un simulacro para no olvidar sus tareas en caso de presentarse una emergencia.
Dicen que a veces se pasan el año sin hacer nada porque nada pasa.
Entonces pensé que no es mala idea ser bombero aquí­.
Ganan sin trabajar.
Pueden pasar el dí­a echando trago y ganan más que un reportero que todos los dí­as arriesga la vida buscando la nota en cualquier parte de México.
Y como reportero, aquí­ la capacidad de asombro languidece.
No pasa nada.
Más bien habrí­a que volverse cuentista y dar rienda suelta a la imaginación.
En México, sin embargo, la realidad supera a la ficción.
Aquí­ hay que imaginarlo todo porque nada ocurre.
Cuando un temblor sacude a Italia, por ejemplo, que es el paí­s más cercano, aquí­ apenas y el movimiento telúrico llega a 1,5 grados.
Casi nada.
Eso sí­, es la nota de ocho columnas.
Tembló en Austria!!!, publican los diarios y la gente muere de susto".

CUATRO. Un paraí­so llamado Austria

Como buen reportero, nunca Ricardo Ravelo ha perdido la capacidad de asombro. Y ha reporteado el diario vivir en Austria.
Por ejemplo, dice que "la gente maneja muy despacio porque si rebasan la velocidad permitida no se la acaban en pagar las altas multas que llegan a domicilio.
Y si se acumulan tres sanciones sin pagar, el conductor pierde la licencia y no vuelve a manejar en su vida.
Entonces todo el mundo cumple con las normas.
Hay calles donde se autoriza conducir a 35 kilómetros por hora, y cuando se pasa por una escuela se baja a 20.
Genera multa tocar el claxon y es cárcel y pérdida de licencia manejar borracho".
Por eso, dice, como México no hay dos.
"Si uno maneja ebrio en la Ciudad de México, no pasa nada, pues con un billete el asunto está arreglado.
Aquí­ le doblan a uno la pena y lo boletinan de por vida".


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