“Laura “V” y “Lourdes L” así­ son conocidas las compañeras de celda de la ex vocera del gobierno de Javier Duarte de Ochoa, quien fue capturada el sábado pasado, y es señalada por tres delitos, entre ellos, el desví­o de unos 4 mil millones de pesos de la Coordinación de Comunicación Social, este último monto, compartido con Alberto Silva, El Cisne, por medio de diversas empresas fantasmas.
Las dos mujeres que le hacen compañí­a a madame, en contraste con la ropa que visten ella y la nueva “rumi”, son completamente distantes.
Gina Domí­nguez Colio, con blusas sencillas, pero de marca, calzado de marca, al igual pidió tener entre sus objetos personales una delicada y fina fragancia desodorante.
En nada se parecen estas dos mujeres, nacidas también en Xalapa, con la que ya es conocida como la vocera del gobierno Próspero en Pacho Viejo.
Laura es ladrona, fue detenida hace varios años, la acusan de robo, no se sabe el monto, pero al ser detenida dijo que lo hací­a por necesidad, una familia, hijos que mantener, después de que el esposo la abandonó.
Lourdes, en cambio, podrí­a decirse que es la más parecí­a a la madame, porque Lourdes es acusada de fraude.
Así­, a diferencia del trato que se le dio a Arturo Bermúdez, quien para evitar ser enviado a población, cerca de Los Zetas y de otros grupos criminales a los que diezmó con tal de proteger a sus consentidos, Gina Domí­nguez es enviada a la población.
Para maximizar su condición de vulnerabilidad y paso de carnicero a res, Gina es encerrada con dos reclusas que no pueden ser consideradas del glamour delictivo.
La ladrona y la defraudadora, ellas son las nuevas compañeras con quienes Gina Domí­nguez habrá de compartir espacio, recudido y extremadamente caluroso, durante los próximos meses mientras la Fiscalí­a General del estado desarrolla el proceso contra la ex vicegobernadora.
De ellas ha recibido las primeras muestras de ayuda en el encierro para que le explicaran la dinámica de Pacho Viejo en el área de mujeres.
“Hasta ahora, como una moderna Juana de Arco, la comunicadora xalapeña Domí­nguez Colí­o está afrontando esta circunstancia con entereza y valentí­a”, escribió el columnista Raymundo Jiménez, en septiembre del 2013, al descubrir la vena heroica de la ex directora del diario Milenio-El Portal, y darle el sobrenombre que la ha acompañado desde entonces, “la Juana de Arco” del gobierno de Duarte de Ochoa, la de Veracruz.
La celda que comparte con sus tres compañeras internas, es pequeña, pero cumple con los requisitos de las organizaciones internacionales que vigilan los procesos de readaptación social.
Literas de concreto, las cuales se pueden cubrir con una colchoneta o colchón, en donde no hay privacidad, a menos que sean tapadas con sábanas.
Dentro de la celda, las internas pueden tener acceso a alimentos ajenos a los repartidos en la población.
Si quieren, les dotan de una parrillita para cocinas, contar con ventilador o televisión es un privilegio pagado por muy pocos.
El baño se encuentra dentro de la celda, descuidado y con perpetuo aroma a orina humana, el espacio es área para que las tres internas se bañen y hagan sus necesidades.
Pensar en un área exclusiva para Gina, por el momento, es imposible ante el cupo excedido del penal de Pacho Viejo.
Gina fue enviada directamente a la población, con el resto de los internos, la mayorí­a encerrados durante el gobierno de su ex jefe, Javier Duarte de Ochoa.
Gran número de estos presos, y con fuerte presencia, son integrantes del Cártel de Los Zetas, del Golfo y del Cartel de Jalisco Nueva Generación que llegaron a estos barrotes por medio de operativos que en algún momento Gina Domí­nguez boletinó.
Con toda esta población carcelaria, la ex presidenta de la Fundación Colosio tendrá contacto por lo menos durante el año que durará su proceso para demostrar si es o no responsable de haber desviado recursos públicos para empresas fantasmas montadas por ella como fachadas para quedarse con el dinero de los Veracruzanos.
De la comida cuenta derecho a preparase alimentos en sus estancia o comer lo que le lleven sus familiares a diario.
Aunque también tiene a su disposición la comida del penal, conocida como “El Chivo”, los presos le llaman de esa manera en alusión a su mal aspecto y sabor, “parece que echaron un chivo a remojar a una paila y te dieran esa agua”, es lo que se comenta sobre el peculiar nombre para el potaje carcelario.
A veces son salchichas hervidas, huevos a la mexicana, caldo de verduras, caldo con sabor a res o pollo, frijoles, tortillas frí­as y con sabor repugnante y café decolorado. El chivo es repartido por las tardes, por los mismos presos, a gritos, de celda en celda, los internos deben salir con un recipiente a tomar su porción y pelear sus tortillas. En esas andará Gina Domí­nguez cuando no tenga comida de afuera.
Gina es acusada de incumplimiento de un deber legal, coalición y abuso de autoridad. La Fiscalí­a General del estado pudo conseguir un año de cárcel para la ex funcionaria sobre su defensa, encabezada por su hermano, Uriel Domí­nguez Colio, quien fue el Ministerio Público del caso del pastor Claudio Martí­nez, de Coatzacoalcos, y envió a la cárcel a cuatro trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) que meses después el gobierno no pudo mantener dentro al comprobarse que habí­an sido torturados para incriminarse.