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Sábado 29 abril, 2017

Pros y contras en caso Duarte

•Duarte en Guatemala
•Duarte en México

PASAMANOS: El riesgo de Javier Duarte en Guatemala preso en una cárcel militar es seguir comiendo frijoles, arroz y tres o cuatro tortillas, según, y con agua.
El riesgo en México en una cárcel es menú al gusto con un permiso especial para que todos los dí­as sus guardias pretorianos (Érick Lagos, Jorge Carvallo, Alberto Silva y Adolfo Mota) se turnen para llevarle de desayunar, comer y cenar.

Luis Velázquez

El riesgo allá es seguir durmiendo en una cama de piedra recordando cada noche mala a Cuco Sánchez.
El riesgo aquí­ es dormir sobre un colchón o una cama de agua para sentirse en un viaje estrepitoso a la ruleta rusa.
El riesgo en Guatemala es que nadie, absolutamente nadie, lo visite. Ni Karime Mací­as ni sus barbies ni sus diputados federales.
Y el riesgo aquí­ es que los dí­as de visita se registre una avalancha humana para acompañarlo todo el santo dí­a.
El riesgo allá es que de pronto la prensa se ocupe de otros menesteres y lo olviden.
El riesgo aquí­ es que la prensa se dispute una entrevista exclusiva, una crónica, un reportaje.
El riesgo en Guatemala, donde todo le están dosificando es que ni siquiera tenga un lápiz y un cuaderno para escribir sus memorias, igual que Dante Delgado Rannauro en el penal de Pacho Viejo, igual que Francisco I. Madero en la cárcel, igual que Gramcsi con sus “Cuadernos desde la cárcel”.
El riesgo en México es que tenga una Barbie como secretaria para dictarle sus memorias que bien pudieran llamarse “Fidel y yo”, y/o en todo caso, “El Yunes azul y yo”.
El riesgo allá es que Karime Mací­as, quien debió quedarse a su lado como esposa devota, siga en Londres, digamos, al lado de sus hijos.
El riesgo acá es que Karime lo pueda visitar y quedarse a dormir en el penal a su lado los dí­as de visita y que son los jueves y domingos.

BALAUSTRADAS: El riesgo allá es que los Mací­as y los Tubillas sigan paseando en el mundo mientras él continúe preso.
Y el riesgo aquí­ es que Fidel Herrera, quien tanto lo quiere como su maestro que fue, lo visite en el penal de destino, y en un descuido, hasta compañí­a le haga como interno.
El riesgo allá es que los delitos que le endilgan hayan sido saturados, y por tanto, sus abogados se concentren en tales afanes.
El riesgo aquí­ es que le sigan echando gasolina al fuego con más expedientes, por ejemplo, la Cuenta Pública del año 2016 que según los expertos está más sucia y cochina que los cinco años anteriores.
El riesgo en Guatemala es que de pronto, zas, sufra un ataque feroz, sórdido y siniestro de depresión, a la que tan proclive es, mirando el lago Atitlán, el más bonito del mundo que solí­a admirar hospedado en el hotel de cinco estrellas.
El riesgo en México es que, cierto, ni modo, la cárcel siempre marca, le entre la depresión, pero visitado con frecuencia por sus prestanombres y polí­ticos a quienes enriqueció y por las barbies le levanten la moral y el honor.
El riesgo allá es que sólo tenga de compañí­a a Maras, narcotraficantes y polí­ticos corruptos, todos, de Guatemala, desconocidos para él.
El riesgo aquí­ serí­a que varios polí­ticos fueran sus compañeros de penal con los que podrí­an, digamos, formar la CONAGO, Conferencia Nacional de Gobernadores, en el exilio, cursando un posgrado, digamos, un doctorado en Ciencias Polí­ticas.
El riesgo allá es que estando tan lejos pronto, “antes de que el gallo cante tres veces”, sea olvidado y en el olvido ya nadie se acuerde ni de él ni de sus trastupijes.
El riesgo aquí­ es inflamar el resentimiento y el odio social, pues está claro que la población está enfurecida con los excesos y abusos del poder a que llegó, aun cuando al mismo tiempo, oh paradoja, inspire lástima porque la mayorí­a de los suyos lo han traicionado.

ESCALERAS: La ventaja allá es que nadie le contará las historias de sus Judas en Veracruz, donde hasta sus ex barbies se han deslindado de su persona y por añadidura, será feliz, mí­nimo, sin tal preocupación.
La desventaja aquí­ es que hasta sus carceleros le contarí­an las traiciones que se están dando “a tiro por viaje”, cada uno tratando de salvar el pellejo ante el paladí­n de la justicia en que se ha transfigurado el góber azul.
La ventaja allá es que a nadie conoce y puede, entonces, iniciar nueva vida, aunque sea penitenciaria y que dadas las cositas trascendidas acaso, digamos, serí­a, es, su auténtica vocación social y destino en la vida.
La desventaja aquí­ es que como la mayor parte de la población lo odia, entonces, ni los carceleros lo dejarí­an en paz, y peor, si por ahí­ aparece uno de los quince mil familiares de desaparecidos que según José Alejandro Solalinde Guerra dejó como herencia sangrienta en el paí­s de Huitzilopochtli.
La ventaja en Guatemala es que sus compañeros de celda sólo le gritan “ladrón, ratero”.
La desventaja aquí­, en México, serí­an las mentadas de madre que retumbarí­an en las cuatro paredes de su prisión.


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