Cuando el aún prófugo de la justicia, el priista Javier Duarte de Ochoa escapó de territorio mexicano por algún punto ciego de la selva chiapaneca, ya sea en Tapachula o en Ciudad Hidalgo, para entrar a Guatemala, sabí­a que entraba a una nación benevolente con el lavado de dinero proveniente del narcotráfico y de la defraudación aduanera, y con altos í­ndices de violencia, en cuanto a homicidios y robos a mano armada.
Un paí­s con problemas propios, como para preocuparse por la posibilidad de que el exmandatario priista que gobernó Veracruz en el periodo 2010-2016 pudiera estar refugiado en uno de los 340 municipios o 22 departamentos (estados) que agrupa esta pequeña nación centroamericana con menos de 17 millones de habitantes como densidad demográfica global. Población inferior, al concentrado global de la Ciudad de México con 20 millones de habitantes.
Aquí­ en Guatemala, Javier Duarte se escondió durante 6 meses según reseño en su declaración ministerial en el Tribunal Quinto de Sentencia Penal, aunque no especificó en qué lugares deambuló. Duarte vivió en una nación centroamericana en donde se tolera el lavado de dinero, hay mega escándalos por la corrupción de su clase polí­tica, tanto que los expresidentes, Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti están en prisión.
Además la nación tiene una de las tasas de homicidios dolosos más alta de todo el continente americana, en la última década entre 2006 y 2016, cifras oficiales indican que Guatemala transita entre 45.3 y 27.3 homicidios por cada cien mil habitantes.
El tema de la violencia es sui generis en Guatemala, la desigual social, la pobreza, la falta de oportunidades y la “inflación dolarizada” que pone en aprietos al poder adquisitivo, hace que el asalto a mano armada, el robo a casa habitación y los atracos estén a la orden del dí­a, aquí­ es muy normal que restaurantes, hoteleros e incluso en casas residenciales, se contraten su propia seguridad privada, en donde oficiales privados con escopeta al hombro vigilan los establecimientos comerciales y privados.
Aunque en Guatemala pululan los barrios marginales, las zonas conflictivas, la pobreza en las regiones indí­genas, la falta de servicios en las montañas, incluso la escasez de monada en algunos municipios donde pulula el trueque de necesidades básica; hay en la capital del paí­s, un punto de contraste, la llamada zona Diez, la cual es ajena al resto de complejos habitacionales.
Aquí­ se imponen los rascacielos, las torres financieras, los restaurantes españoles, peruanos, colombianos e italianos de lujo, los grandes complejos hoteleros, el caminar de hombres de negocios ataviados en trajes de diseñador. Un estilo de vida distinto al guatemalteco promedio, y en donde pulula ”“señalan los habitantes- el lavado de dinero. En las calles de la zona diez es muy común ver camionetas Mercedes Benz, autos Jaguar, vehí­culos Audi del año y observar a extranjeros, colombianos y mexicanos moverse con naturalidad en la zona.
“Aquí­ incluso hay Nights Club (Table Dance) donde una Patoja (mujer de voluptuosas formas y cara agraciada), puede ser tu dama de compañí­a por diez mil Quetzales, esa plata, únicamente la pueden pagar empresarios y narcotraficantes. Con 8 servicios que hagan las damas aquí­ en Guatemala se compran un auto del año, sin pena”, expone Alfredo, un mesero de la zona Diez.
Por ello, se deduce, que Duarte de Ochoa no tuvo problemas para ingresar dólares, euros y Quetzales (moneada local), pues en Guatemala los problemas propios de esta nación centroamericana distraí­an de la ficha roja que emitió la Interpol en la búsqueda del ex mandatario veracruzano por más de 90 paí­ses.
En Sololá, un departamento con 19 municipios, enclavado en una región volcánica, Javier Duarte fue detenido en el hotel Rivera de Atitlán, un resort de cuatro estrellas, a donde suelen arribar turistas europeos, preferentemente franceses, holandeses y en menor arribo los alemanes para disfrutar del lago Atitlán y sus hermosas vistas de los volcanes de Atitlán, el San Pedro y el de Tolimán.
En La Antigua, punto medio entre Guatemala y Panajachel, el tráfico de turistas es más diligente, diario transitan camiones, microbuses y autobuses de lujo llevando a extranjeros sobre sus calles empedradas para admirar las edificaciones coloniales que datan de la conquista, aquí­ la gente subsiste por y para el turismo.
Mientras Duarte cumple su onceavo dí­a en prisión, en la Torre de Tribunales y en el Tribunal Quinto de Sentencia Penal se muestran extrañados que ya sea martes y la Secretarí­a de Relaciones Exteriores de México aún no se ponga en contacto con su homóloga de Guatemala para hacer la solicitud formal de extradición de Javier Duarte.
Una vez, que esa solicitud llegue al Ministerio de Relaciones Exteriores, éste notificará a la Corte de Justicia de la Nación y ésta tendrá diez dí­as hábiles para preparar la nueva audiencia de Duarte de Ochoa para notificarle que el gobierno de su paí­s lo requiere en suelo mexicano con fines de que rinda cuentas ante la justicia, aquí­ el exgobernador priista podrá aceptar o rechazar ser extraditado.