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Viernes 14 abril, 2017

La embriaguez del poder

•De juzgador a juzgado •Vacas gordas y flacas

Uno. La embriaguez del poder

Nada más terrible para Mauricio Audirac, ex titular del ORFIS, Contralor y SEFIPLAN, que mirarse detenido en el penal de Pacho Viejo.
Y luego, salir esposado del penal para declarar ante el juez acusado de peculado, tráfico de influencias, abuso del poder e incumplimiento del deber.

Luis Velázquez

Además, en una primera ocasión, con la cara tapada, y en una segunda, el rostro descubierto.
Peor tantito, custodiado por varios policí­as como si fuera Joaquí­n “El chapo” Guzmán.
Más allá de lo peor: igual que “El Chapo”, con la mano de un policí­a fuertudo en la cabeza para obligarlo a caminar con el rostro hundido sobre su pecho.
El gentleman de la Cuenca del Papaloapan.
El fino y exquisito polí­tico impecable, amigo de Fidel Herrera Beltrán, a quien debe un cargo público en su sexenio y dos cargos públicos en los casi seis años de Javier Duarte.
Un polí­tico especializado en Derecho Penal dice:
“La cárcel siempre marca. Así­ estés una noche, una semana, un mes, un año, muchos años, marca”.
De la gloria vivida y usufructuada durante una década, la llamada Década Perdida, a las rejas del penal preferido de la Yunicidad.
El amigo entrañable de una de las dueñas del periódico “La Opinión”, de Poza Rica.
De la impecable guayabera blanca de manga larga al uniforme de presidiario en Pacho Viejo.
De las barbies que lo seguí­an y aclamaban a convivir con delincuentes del orden común y asesinos en el reclusorio.
De pontí­fice de la transparencia y la rendición de cuentas en el ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior, a los titulares policiacos.
De sus viajes en automóviles y camionetas de lujo y aviones y helicópteros a la crují­a.
De dormir en hoteles de cinco estrellas a una mazmorra en un penal que en el fidelato (¿todaví­a hoy?) fuera co-gobernado por los malandros.
Lo dice el viejo del pueblo y lo repiten los teóricos de la Ciencia Polí­tica:
“El poder marea y el poder absoluto marea de forma absoluta”.

Dos. De juzgador a juzgado

Mauricio Audirac fue titular del ORFIS, órgano fiscalizador de la Cuenta Pública para vigilar la aplicación honesta del recurso público.
Fue Contralor, para ultra contra súper dar seguimiento a la integridad de todos y cada uno de los funcionarios públicos.
Fue secretario de Finanzas y Planeación, para vigilar con más, muchí­sima más transparencia el destino social de los recursos tanto estatales como federales.
Y sin embargo, ahora está acusado de peculado y abuso del poder.
De ser así­, pues corresponde a la Yunicidad demostrar todos y cada uno de los señalamientos, se habrí­a excedido en el uso del poder.
Nunca pensó ni vislumbró que “el destino lo alcanzarí­a”.
Jamás sospechó que algún dí­a los 86 años de dominio priista llegarí­an a su fin.
Y lo peor, que el trono imperial y faraónico serí­a asumido por Miguel íngel Yunes Linares, el enemigo público número uno de Fidel Herrera, su amigo, y Javier Duarte.
En los dí­as angustiantes y desesperantes que estará viviendo dijo al juez que padece insomnio. Y pasa las horas de la noche como los murciélagos y los vampiros. En vela. Despierto. Pensando en lo peor.
Y por eso mismo, solicitó, a través de su defensa, que mejor le colocaran el brazalete electrónico “para enfrentar (ajá) el proceso penal en libertad”.
Pedí­a, entonces, demasiadas canonjí­as. El juez se lo negó. Y ni modo, por lo pronto, le auguran un año de prisión preventiva y luego ya verán el desenlace por haber “metido la mano al cajón” en SEFIPLAN, el Seguro Popular y la CAEV.
Con todo, incluso, que “haya tirado la piedra” a Carlos Aguirre Morales y Antonio Tarek Abdalá, asegurando que ellos son los autores del desaseo en los recursos oficiales.

Tres. Hombre del poder y con poder

Durante doce años, Audirac usufructuó vientos favorables en su vida polí­tica.
Fue un hombre del poder y con poder. Poder polí­tico, económico y social. Olí­a a poder y como decí­a Henry Kissinger, hay un montón de mujeres enloquecidas con el poder y que sólo se conforman con estar cerca. Incluso, hay para quienes su felicidad consiste en un pedacito de gloria, como el cuento aquel de un escritor brasileño donde “la flor más bella del ejido” sólo quiere fama y se vuelve pareja del futbolista más famoso en el pueblo.
Incluso, ninguna mella le causó en su piel polí­tica que su enemigo público, el cacique huasteco, Ricardo Garcí­a Guzmán, lo inhabilitara durante diez años para ocupar un cargo público.
Ahora, lo más terrible y doloroso es que se ha vuelto un interno más en el penal de Pacho Viejo, en igualdad de circunstancias que sus antiguos condiscí­pulos en el fidelato y el duartazgo, Arturo Bermúdez y Francisco Valencia, y de paso, Flavino Rí­os, quien dado su estado de salud fue declarado en arraigo domiciliario.
Según la yunicidad, Audirac vació las cuentas bancarias oficiales. Desvió recursos públicos. Y si en su momento y oportunidad giró oficios para recuperar el dinero, pero Carlos Aguirre Morales ni tampoco Tarek Abdalá le hicieron caso.
Terrible desenlace. Un dí­a, de pronto, el destino cambia. Y de las vacas gordas se pasa a las flacas. Y del paraí­so se brinca al infierno. Y de la vida en libertad a la cárcel. Y de las páginas de sociales a la nota roja.
El gusto duró casi doce años. El mal fario, el mal karma, lo sigue y persigue ahora. La felicidad, dice el relato bí­blico, es muy corta. La desgracia suele durar toda la vida. Y peor tantito, cuando ya se vive la quinta, la sexta, la séptima década. Y lo peor, cuando los hijos ya están grandes y de todo se dan cuenta.
Y aun así­, dice el proverbio ranchero, “nadie escarmienta en cabeza ajena”.
Y los polí­ticos siguen cometiendo ilí­citos y trastupijes.


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